Aunque no lo veas

VIERNES NOCHE

El viernes estaba más eufórico que en lo que recordaba que llevaba de vida. Al fin iba a estar con Diane a solas. No podía creerme lo bien que me sentía ese día. Diane no vino aquella mañana a la cafetería pero ya me había avisado el día anterior, no se encontraba muy bien y si estaba peor iba a guardar fuerzas para la cena. 

-¡Oye Eric, vas hoy como una máquina! -me dijo Jake mientras se acercaba a mí sonriente 

-Dios mío Jake -le dije mirándole a los ojos y sonriendo- voy a ver a Diane fuera del Golden Heart, no puedo estar más nervioso.

Jake, asombrado por la increíble noticia, abrió los ojos de par en par.

-¡Muchacho! Ya sabía yo que acabaríais juntos, la chispa salta cada vez que estáis en la misma habitación.

Rió a carcajadas mientras se alejaba, llevando otra bandeja con cafés. Tal vez el destino si que nos deparaba algo bueno y ante esa idea no podía quitarme la sonrisa de la cara. Quería que acabase ya la jornada y poder salir hacia casa de Diane pero ese día parecía que el tiempo pasaba muchísimo más lento.

Al fin pasaron esas eternas horas y pude cerrar el Golden Heart. El corazón me latía con fuerza y me temblaban las manos pero no era del frío. Me aseguré varias veces de haber cerrado bien la cafetería, tal vez para hacer tiempo, una parte de mi me decía que no estaba preparado para estar con Diane a solas pero la otra ansiaba verla, la echaba demasiado de menos. Comencé a andar hacia la dirección que ella me indicó el día anterior y en unos quince minutos, tal vez fueron veinte, llegué a un portón grande de madera. Cogí aire y lo solté despacio varias veces. El pecho me iba a explotar. "Cálmate Eric, respira, todo irá bien" intenté convencerme mentalmente mientras apretaba los dientes mirando al porterillo que tarde o temprano tendría que pulsar. Armé valor y llamé. Al cabo de unos pocos segundos una voz encantadora me respondió:

-¡Al fin has llegado! Empezaba a preocuparme...

Y se abrió la puerta.