Me acerco la cocina sin decir nada, bebo un café y me pongo a recoger mis cosas tranquilamente. Yara esta sentada en el taburete de la cocina, ya que nuestra cocina esta formada por una encimera donde comemos y cocinamos. Parece que está estudiando, con los codos apoyados en el mármol grisáceo y las manos en la cabeza.
-Tendremos que preparar las cosas, ¿o qué?- pregunta Vane entrando por la puerta blanca. La miro señalando a Yara con los ojos, y se le cambia la cara al verla.
-¡Yara!- chillo para que esta reaccione- venga, vamos a hacer las maletas, anda.
-Belén... deberías dejarla tranquila...- dice Vane acercándose.
-No- contesto- no voy a permitir que llore por ese desgraciado pan sin sal.
-Lo mismo te digo a ti, amiga- contesta Yara levantando la cabeza y guiñándome un ojo- no estoy llorando, estoy bien, y ahora nos vas a contar lo que ha pasado mientras hacemos las maletas para ir a ese sitio que tantas ganas tienes de ir.
Veo cómo se levanta de la silla y se acerca para abrazarme. Vanesa nos hace una foto a traición, esas son las mejores fotos.
-¿Vas a empezar ya o qué?- pregunta Vanesa interesada por lo que pueda contar.
-Le he pillado con otra en la cama, nada más. Las cosas no iban bien, se veía venir, pero no pensaba que iba a acabar así. Yo quería ser feliz con él, me hacía única. Veo que él no. Y me duele todo lo que ha pasado, pero así es la vida. A veces duele estando más viva que nunca, ¿verdad, Vane?- cuento antes de llegar a la habitación. Ninguna de las dos contesta, cosa que no me parece normal, aún así, me callo y me tumbo en el suelo de aquel cuarto tan blanco, pero lleno de alegrías por dentro.
Me quedo pensando en cómo volver a esa normalidad que teníamos, a esa rutina tan especial. Y solo de pensarlo me salen lágrimas, pero de tristeza. Me siento mal, y estoy sola, bueno, no tan sola, pero me siento así. Marco ha salido de mi vida como un rayo. Y eso me molesta. Bastante. Más de lo que esperaba. Pero así es la vida, solo hay que saber cómo salir de ello. Puede que aparezca otra persona que me cambie completamente, que me haga sentir yo en todo momento, y que me ayude a buscar lo que estoy buscando. Por eso me refugio en Yara, porque ella es la única que me comprende y sabe que de verdad estoy, que soy y que debo ser la persona que en verdad quiero ser.Oigo un ruido en la puerta y me asusto. Giro la cabeza, y veo a Vanesa acercándose a mí.
-¿Estás bien?-pregunta tumbándose a mi lado.
-No- contesto llorando.
-¡Belén! -exclama ella levantándome la cara.
-Pasado pisado...
-Mira, he estado pensando en lo que has contado antes. Tienes que olvidar todo, tienes que olvidarle. ¿Sabes cuántas veces he pensado yo en olvidar todo? ¿Y cuántas veces no he podido hacerlo por miedo? Muchas. Solo te voy a decir una cosa: si le olvidas vivirás tranquila, tendrás planes y proyecciones... porque el momento de encontraros, llego en plena tormenta, y aunque sus velas te buscaban, tu dirección estaba quieta. Piénsalo, no llores por él, todos son iguales- acaba su discurso secándome las lágrimas.-Yo... no tengo palabras... para decirte todo... lo que me has ayudado... con tus canciones- digo con tono lloroso- muchas gracias. Pongamos punto y final a esta conversación, no merece la pena seguir hablando de ese.
-Tú tranquila, aquí estamos para lo que necesites. Por cierto, ya tengo mi maleta preparada, te ayudo a recoger la habitación y tú haces la maleta, ¿te parece?-dice sonriendo.
-Ayudamos-contesta Yara apoyándose en el marco de la puerta.-Vale, pero nada de amor, eh-contesto riendo.
-Ay, tranquila... -dice Yara besando a Vanesa.
-¡Stop!-chillo sin poder evitarlo.
-Vale, no te rayes, bebesita.
Suena mi teléfono. Miro quién es, y no me digno a contestar. Vuelve a llamar.
-¿Vas a coger ya o siempre te haces de rogar tanto?- me dice Yara, ella siempre tan irónica.
-Es tu hermano, ¿qué quieres que conteste?-digo yendo al baño, y dejando el móvil encima de una caja.-Ve tú, merece tenerte al lado en este momento- dice Vane dándole mi móvil. Yara se acerca a la puerta del baño y llama, tal y como hacíamos en los campamentos para saber que éramos nosotras.
-Yara, no quiero hablar ahora- contesto susurrando para que no notase mis lágrimas.
-¿Puedes dejar de llorar y actuar?-chilla- o le coges tú o le cojo yo, tú verás. Tienes que aclarar todo esto, Belén.Vuelve a sonar el teléfono, esta vez lo coge ella, porque sabía que yo no lo iba a coger y ni siquiera iba a tener el valor de abrir la puerta.
-¿Qué coño quieres?-pregunta chillando al teléfono.
-Eh, cálmate-contesta la otra línea- pásame con Belén.
-No quiere hablar contigo.
-¿Cómo que no?-pregunta histérico- pónmela ahora mismo, por favor.
-Que no quiere, que no hay manera, que se ha encerrado en el baño. ¿Qué coño has hecho, Marco?
-Nunca me has llamado así-contesta.
-Ahora sí, contéstame o juro que me lo cuenta ella, y va a ser peor. Porque ya me lo huelo- dice Yara enfadada.
-Nada, ya lo sabrás.
-Sí, ya lo sé, y de verdad, ¿es que todos sois iguales? ¿Con qué pensáis?- pregunta Yara chillando y moviendo las manos nerviosa.
-Con el pene- contestamos Vane y yo a la vez. Cuando acabaron la conversación salí del baño, con el rímel corrido como un panda, y los ojos rojos de tanto llorar. Yara vino a abrazarme, y al oído me dejó caer las palabras que nos decíamos cuando estábamos pasándolo mal.
-Todo, pero absolutamente todo, va a salir bien, te lo prometo.
Cuando Yara se fue en dirección a la cocina, Vanesa me preguntó sobre ella.El día pasó más deprisa de lo que imaginábamos, y en nada teníamos que estar donde habíamos quedado. Nos esperaba una gran noche, y unos grandes días.
Cogimos las maletas y llegamos a donde habíamos quedado. Allí estaban todos, esperando a las últimas, como siempre.
-¿¡Antonio!?- dice Yara yendo corriendo hacia él.
-¡Bebé!- chilla Alborán mirándome. No fui a donde él, alguien se interpuso en mi camino.
-¿Qué coño haces aquí?- no me lo podía creer- hola-digo saludando a la otra.
-¿Esto?-pregunta Yara incrédula- venid, vamos a esta esquina.
Nos apartamos del grupo, que nos miraron con cara de qué está pasando.
-A ver, Marco, yo creo que esto tendríais que hablarlo en otro momento, y los dos calmados, sin gente de por medio-dice Yara mirando a Marina.
-Ya, pero como no quiere hacerlo cuando yo quiero, pues vengo y lo hago yo.
-Así no se hacen las cosas- comenta Yara.
-A ver, ¿nos podéis dejar?, por favor. Amiga, déjame hablar con él a solas, por favor.
-Vale, tranquila- contesta abrazándome. Veo cómo Marina se va también, algo que no me esperaba.