Acabados los prolegómenos, entremos en faena.
Si mi memoria no me falla, y tengo buena cuenta, en base a mi expediente académico, de que es así, la primera evidencia llegó a mediados de julio, con la foto del gato gris de rayas negras.
Para entonces el calor era sofocante y el aire, preñado de humedad, era pesado y empalagoso. Dormíamos con las ventanas y las persianas abiertas, y en mi caso, incluso con un ventilador a máxima velocidad.
Pero aún así el calor era, como poco, desquiciante.
Las noches se arrastraban lentas en el tiempo y a veces incluso era incapaz de descansar.
Casi todos los días tenía turno en la pizzería en la que trabajaba, un TelePizza a unos buenos diez minutos de mi casa andando.
Generalmente iba por la tarde. Hacía mis cuatro o seis horas, en función del turno, y volvía a casa, sin cansarme demasiado ni estresarme más de lo normal en un puesto de cara al público. Tenía amigos trabajando en el aeropuerto, y no podía sino sentirme afortunado cuando me contaban sus condiciones de trabajo.
Yo al menos tenía aire acondicionado y un sitio en el que sentarme cuando me lo podía permitir.
La cuestión es que conseguí tres días seguidos de libre, haciendo malabares con los turnos de mis compañeros y cuadrando horarios para el mes de agosto.
Esos tres días me los pasé casi en su totalidad sumergido en la piscina de la comunidad de vecinos, disfrutando del sol y del tiempo libre.
Huelga decir que apenas salí de la urbanización. Por lo que, al cuarto día, cuando iniciaba la ruta habitual hacia la pizzería, me sorprendí al encontrarme, en la primera farola de mi calle, un cartel de SE BUSCA, con una foto de un gato, el famoso gato gris de rayas negras.
Había un teléfono de contacto y una breve descripción de la situación.
Llevaba dos semanas perdido, si mal no recuerdo. Y respondía al nombre de Simpático. Lo de respondía es un decir.
No me sorprendí demasiado. En ese tipo de barrios las mascotas eran más que habituales. Debía de haber un perro o un gato casi por cada casa.
Así que apenas reparé en el dichoso gato.
Pero me hizo gracia lo de que se llamara Simpático. Me pareció curioso.
¿Recuerdas que antes te dije que vivía en la zona de Son Macià? Al otro lado del puente que pasa sobre la autopista.
Bueno, la pizzería se encontraba al otro lado de ese puente, en la zona de Sa Cabana. De hecho sigue ahí, a no ser que la hayan cerrado.
La cuestión es la siguiente. No sé cuantas farolas debe de haber entre mi casa y ese restaurante. Pongamos que cincuenta, quizá más.
Nunca me paré a hacer el cálculo.
Bueno, pues había un cártel del gato en cada puñetera farola. Y eso que yo solo fui por una de las aceras posibles.
Imagínate a alguien, perdiendo un día entero pegando carteles.
Recuerdo plantarme frente a la puerta del trabajo, bajo el letrero de Telepizza y mirar en dirección a la Avenida Antonio Maura, que quedaba unos cuantos metros más allá del restaurante.
Las farolas se extendían en paralelo a la carretera y se perdían de mi vista. Pero vi que los carteles continuaban.
Pensé, medio sorprendido y gracioso, que era posible que todas las farolas de Pont d'Inca estuvieran empapeladas.
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El Ladrón de Manzanas
Mystery / ThrillerUn gato gris con rayas negras ha desaparecido sin dejar rastro. Es solo el principio de una vorágine de hechos inexplicables que pondrán en jaque la calma y los cimientos de la cordura de los vecinos de un barrio tranquilo.