Nunca se supo qué pasó con Alicia.
Un día estaba, y al siguiente no.
Al cabo de unas semanas vendieron la casa y se marcharon, no sé a dónde. No se despidieron. Se fueron de madrugada, supusimos mis padres y yo. A finales de junio del siguiente año una pareja recién casada se instaló. Esperaban un hijo: el vientre abultado de ella era poco discreto.
Ese mismo verano yo acabé la carrera y a finales de septiembre me mudé a Madrid.
Recuerdo que alguien dijo, en algún momento, que esperaban las lluvias de otoño para que el torrente se llenara de agua.
Todas las miradas apuntaban a ese trozo de tierra excavado por la mano del tiempo, y yo no sabía decir por qué.
En otoño el torrente se llenó y un caudal de agua sucia lo atravesó durante días. Para sorpresa de nadie, las lluvias no desenterraron ningún cadáver ni ninguna prueba que revelara el paradero de Alicia o su destino.
Pero, al final, las lluvias sí que trajeron algo de vuelta: los collares, de todos los animales que habían desaparecido. Los encontraron mezclados con barro y otras inmundicias en uno de los filtros del torrente.
Todos los collares y, además, todas las pulseras de Alicia, así como sus pendientes en forma de media luna.
Pero eso fue todo.
Supongo que la dieron por muerta.
Después de que Alicia desapareciera las pesadillas cesaron y ya nunca volví a sentirme acechado en la oscuridad de la noche ni por las sombras de mi habitación.
Incluso Nino volvió a la normalidad meses más tarde cuando me lo volvieron a dejar.
Siempre me he preguntado qué narices pasó aquel verano, el más extraño de mi vida.
Aún hoy, después de tantos años, me sorprendo a mí mismo tragando techo por los ojos a horas intempestivas de la noche, con el corazón en un puño y muy quieto y callado, atemorizado sin motivo pero conteniendo el aliento de igual forma. Y cuando eso pasa, que sucede más veces de las que me gustaría reconocer, me cuestiono como de cerca estuve yo de correr la misma suerte que Alicia, aquella noche en el campo.
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El Ladrón de Manzanas
Misterio / SuspensoUn gato gris con rayas negras ha desaparecido sin dejar rastro. Es solo el principio de una vorágine de hechos inexplicables que pondrán en jaque la calma y los cimientos de la cordura de los vecinos de un barrio tranquilo.