- Muy bien, la doctora dijo que debes guardar reposo esta semana – Dijo la señora Park en un tono que, a pesar de ser dulce, no lograba ocultar su gran preocupación, mientras su hijo se recostaba, aún cansado debido a los medicamentos necesarios para controlar su estado – Por lo que no es necesario que vayas a la universidad – Una sonrisa se asomó en los labios de la mujer
- Pero... - Iba a responder, después de todo ahora JiMin deseaba salir, movilizarse, quizás no a la universidad, pero sí a encontrarse con quien le hizo la vida imposible por última vez. Sin embargo, decidió no oponerse, y retribuyó la sonrisa de su madre con una un tanto forzada, pero sincera a pesar de todo lo ocurrido – De acuerdo... ¿Al menos me dejarás labores en casa?
- Al parecer este pequeño problemático no entiende lo que significa reposo – Respondió Min en su tono sarcástico usual, algo menos marcado que veces anteriores, poniendo foco en que el chico tuviera su espacio en el cual sentirse tranquilo, mientras dejaba el bolso del menor en un costado de su cuarto, claro que se le había olvidado su presencia si durmió todo el viaje a casa – Tu único trabajo es hacer nada ¿Entiendes eso? - Lo miró de reojo, recordando aún la promesa que había dado al chico, aquella promesa que le seguía atormentando.
- ¿No deberías de irte ya a casa? - La pregunta salió disparada de los labios de Park, por más que quisiera tener a su lado a Min, tenía miedo de que aquello le causase daño al chico, el mensaje no se le olvidaba, y el tono de empatía que intentó ocultar durante horas no pudo ser contenido más.
- Estoy ayudando a tu madre y me iré, no tienes que echarme como si fuera una rata. – Una ironía clara, imposible que no fuera de aquella forma, pero un dejo de dolor se dejó sentir en el suspiro que cerró aquella frase.
JiMin se dio cuenta de inmediato de lo que había ocasionado en el chico, o lo que su mente le quería hacer creer. Quiso responder, darle a entender que esas no eran sus intenciones con las preguntas, pero no tuvo tiempo de aquello, bastaron segundos posteriores para que Min se retirara del cuarto del menor y fuera a ordenar otras partes del hogar de los Park, dejando así a la madre a solas con su hijo. Aún no podía mirarla directo a los ojos, sentía que no podía hacerlo, la culpa seguía presente a pesar de las tantas veces que la mujer le dijo que no era necesario, pero la mente trabaja de forma distinta a las que una desea. La señora Park se acercó a su hijo y depositó un leve beso en su frente, dándole a entender que debía de seguir descansando, uno de los tantos pequeños detalles que ellos conocían a la perfección, y JiMin se acomodó en su cama para cerrar sus ojos y dejarse llevar en el mundo de los sueños.
Una vez salió de la habitación y cerró la puerta, la madre de Park vio a YoonGi ordenar meticulosamente la cocina, como si de un juego de niños se tratara, asegurándose de que todo quedara al alcance perfecto, dejando en claro que no era la primera vez que lo hacía. Aún sentía dolor por el chico, sabía de los sentimientos de éste a su hijo, y lo puro que eran, pero no tenía posibilidad alguna de interferir, ella lo tenía más que claro. Se acercó hasta la mesa y comenzó a ordenarla mientras veía una pequeña hoja con los turnos que le tocaban en el comedor, y comenzaba a reorganizarlos rápidamente, acción que no pasó desapercibida para Min.
- ¿Tanto planea trabajar? - Preguntó el chico, con un tono curioso y de preocupación, ya que, pensó, si trabajara tanto ¿Quién cuidaría de JiMin? - ¿No cree que es un tanto agotador?
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•• Burbujas secretas •• YoonMin ••
Fanfic«Fue en el momento que tomó de mi cintura en aquella piscina que supe me había enamorado del chico tatuado.» Jimin era un chico de dieciocho años que había sido seleccionado para integrar el equipo de natación de la Universidad de Seúl en el minuto...