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               Despertó en un pasillo oscuro, ninguna luz le permitía ver claramente donde se encontraba, pero sí sabía que no tenía calzado alguno, el frío que recorría desde sus pies hasta su cabeza se lo dejaba claro. Intentó avanzar sin miedo, demostrar que ya no tenía cosa alguna que temer, pero luego de caminar hasta la mitad de aquel camino desierto pudo sentir un peso inesperado en sus tobillos, y al mirar se encontró con un par de cadenas que le aferraban al piso, casi como si se tratara de un juego cruel que le hacía creer podría escapar de su pasado, pero que le dejaba en claro que jamás superaría los eventos que habían contaminado su cielo con gris profundo. Comenzó a tirar con todas sus fuerzas, la desesperación comenzando a apoderarse de su mente, y en aquella lucha que tenía contra el metal comenzó a escuchar pasos acercarse en su dirección, algo que hizo a JiMin temer aún más, como si se tratara de un monstruo.


               Intentó gritar por ayuda, pero en el minuto que su voz salía de su boca, pudo sentir un par de manos cubrir su boca, sellando sus labios con tal fuerza que podía sentir los dedos de su opresor hacerle daño, y las lágrimas amenazaban con correr, pero se prometía no dejar que sus enemigos lo vieran llorar, debía demostrar que finalmente tenía las fuerzas para enfrentar sus miedos. Finalmente los pasos cesaron, y las manos que cubrían su boca le forzaron a observar a su enemigo: un HakYeon sonriente que lo observaba sin piedad alguna, pidiendo a gritos que le hiciera daño, que demostrara que era fuerte hiriéndolo, entregándole una navaja pequeña pero que sabía sería letal. Sintió en su mente un deseo ferviente de hacerle daño, de realmente matarlo, de cobrar venganza por todo el daño que éste le había hecho en el pasado y cómo lo atormentó su solo pensamiento por años. Sin embargo, otra persona se asomó por sobre el hombro de su ex-pareja, el rostro de Min mirándole con ternura pero también pidiéndole cierta piedad, que demostrara su fuerza de otra forma, que no cayera en el círculo que sabía era la opción fácil.


               Cerró sus ojos, temiendo que la imagen de su mayor desapareciera, que terminara cediendo ante la oscuridad que le atormentaba, porque ese miedo era mayor que el hecho de recordar, era el saber que de tan solo dar un paso en falso podía caer nuevamente en la espiral negra, en aquella que le arrastraría al mar muerto, al lugar donde las emociones ya no existen y los ojos se vuelven neblina, donde los deseos y la mejora no tienen lugar alguno, donde se deja de ser persona y se convierte en una estatua muerta, vacía, destruida... Y mientras mantenía los ojos cerrados pudo escuchar una melodía, un piano sonando a la distancia, unas risas leves, voces que le recordaban cuando se animaba a ir a los cafés del barrio a ver artistas que realmente disfrutaban el simple hecho de compartir su talento, y pudo oír una canción, un verso que le ayudaría, y pudo oír la voz claramente, como si se tratara de un concierto privado...


"La vida eventualmente se convertirá en un recuerdo,

Incluso los momentos dolorosos serán recuerdos,

¿Por qué no lo sabía? ¿Por qué dolió?

Mientras sonrío con una copa en la mano

Puedo hablar de eso ahora

Era muy joven en ese entonces, en ese entonces, en ese entonces..."



               Abrió sus ojos lentamente, y la luz entraba por una pequeña ventana, y JiMin se dio cuenta de que todo era un sueño. Porque podría haberlo llamado pesadilla, pero la forma en que el chico se comportó dentro del mundo onírico, cómo había actuado, y sus decisiones le dejaron en calma, sentía una sensación de paz, y pudo sonreír al saber que estaba en el camino correcto, que aunque aún le quedaban demasiadas etapas por enfrentar, podía derribar cada muralla con delicadeza, asegurándose de que su propia mente no cayera en el proceso. Una vez despierto por completo comenzó a observar donde se encontraba, y no reconocía nada en absoluto hasta que se dio cuenta de que no era su cuarto, ya que al mirar el piso para levantarse pudo reconocer a su compañero de clase, JungKook, recostado sobre un colchón, durmiendo plácidamente, como si hubiera estado ocupado toda la noche. Siguió observando y se dio cuenta de que así era: Todos los materiales esparcidos en el cuarto, los libros en el escritorio del menor, el trabajo casi terminado, era claro para él que habían estado trabajando arduamente en el proyecto, y se alegraba de aquello, porque se había prometido progresar. Y bastaba haberle entregado aquel sentimiento para que el mayor se sintiera tranquilo, y que pudiera cerrar la puerta donde los chicos descansaban con delicadeza.

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⏰ Última actualización: Jun 14, 2019 ⏰

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