La tía loca

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El último Domingo del mes estaba a la vuelta de la esquina.Y Candy estaba muy emocionada. Sus notas estaban mejorando, Elisa dejó de molestarla por lo menos un rato ( estaba en su naturaleza ser mala,tampoco es resfriado) y lo mejor de todo, había recibido una nota de su buen amigo Albert. Estaba en Londres y le encantaría que el próximo Domingo lo visitara. Había anexado la dirección del lugar dónde estaba trabajando temporalmente. Las cosas no podían ir mejor,a no ser claro,que Anthony hubiera regresado. Pero también para eso faltaban pocos días, afortunadamente ( bueno un par de semanas) aún así, la alegría de Candy no desaparecía.

Había terminado de cenar y antes de subir a su habitación optó por una caminata,se sentía muy llena,la cena había estado deliciosa muy a pesar de que algunas de sus compañeras comían como si les diera asco la comida y como siempre algunas otras juzgaron su entusiasmo a la hora de comer tachándola de nuevo como salvaje y maleducada.

Volvía a su habitación cuando se topó con dos niña de otro grupo,una de ellas estaba llorando.

— Era horrenda... — decía a su amiga quien la sujetaba,la chica que lloraba parecía asustada —. Es un fantasma.

<<¿Oí bien?>> pensó Candy,al escuchar la palabra fantasma,un estremecimiento la recorrió completita poniendo su piel chinita.

— ¿Qué pasó? — se animó a preguntar — ¿Ella está bien?

— Sí, solo esta nerviosa — le respondió  la otra.

— ¡No! Es verdad yo la vi.

Candy miró a la otra muchacha un poco confundida.

— Hay rumores — explicó la chica — De que hay un fantasma rondado por los dormitorios de las chicas.

— ¿Un... Fa-fantasma? — tartamudeo Candy. Solo de recordar la broma que Elisa y su hermano le gastaron la noche de su presentación en sociedad le daban escalofríos, y ahora había un fantasma rondado el Real colegio San Pablo.

— Varias alumnas ya la han visto — se apresuró a decir la llorosa muchacha.

— ¿La han? ¿Es a caso?

— Sí, es una chica,usa un antiguo uniforme y su cara está arrugada y vieja — se explayó zarandeando a Candy por los hombros.

— Basta Alice. Tranquila. Lo siento está muy nerviosa — se disculpó la otra muchacha — Vamos,iremos a la enfermería por un calmante.

Candy observó a las dos amigas alejarse,y al percatarse de que se había quedado sola en el pasillo,echó a correr hasta llegar a su habitación. Nada más entrar cerro con llave.

— ¡Seguro Candy! Eso evitará que un fantasma cruce la puerta — se reprendió ella misma con una risita nerviosa.

Cruzó su habitación directo a su guardarropa, le urgía tomar una ducha y meterse pronto a la cama,entre más pronto se olvidara del tema ese del fantasma, más pronto se iba a relajar. Claro que las cosas no siempre salen como a uno le gustaría que pasaran.

Cuando Candy abrió la puerta del armario, su ropa pareció cobrar vida paralizándola por un instante y de la nada una figura surgió dándole un susto de muerte.

— ¡SORPRESA! — gritó una voz de mujer arrancándole un grito a la asustada jovencita.

— ¡Aahh!

— ¡Aahh!

Las dos gritaron al mismo tiempo. La chica del pasillo tenía razón, un fantasma rondaba los dormitorios y Candy la encontró.

— Tú no eres mi sobrina consentida — dijo la mujer vestida con un uniforme viejo y descolorido.

— No... No lo soy — aseguró la muchacha aún asustada por la aparición.

Dulce CandyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora