Dulce Candy

Ápodos

Candy no podía creer en su suerte.

Apenas era el primer día y ya había llegado tarde a todas sus clases,había reprobado un examen sorpresa que solo ella presentó y ya tenía como enemigas a la mitad de chicas que estudiaban en su grupo.

Estaba segura que la firma de Elisa Leegan estaba en todas y cada una de las cosas desagradables que le pasaron en el transcurso de ese día.

¿Cuál era su problema? ¿Por qué la odiaba tanto? Si lo único que Candy había hecho desde que se conocieron fue intentar ser su amiga. En cambio los hermanos Leegan no perdían oportunidad para hacerla quedar mal frente a todos los demás.

Eran momentos como éste cuando más extrañaba a Anthony.

Echó un último vistazo al enorme tres remarcado en rojo de su examen.

— Bueno,al menos no es importante — dijo y haciéndolo bolita lo arrojó sobre su hombro.

— ¡Eey! ¿Me viste cara de papelera acaso?

Candy sintió que los colores desfilaban por su cara al escuchar aquella voz. Se giró lentamente y se topó con la mirada cínica y la sonrisa prepotente de ese chico rebelde de cabello castaño y ojos claros:

Terry Granchester.

Estaba cómodamente relajado, sentado bajo un árbol,tenía entre sus manos la bolita de papel que Candy había hecho con su examen.

— ¿¡Un tres!? — Candy palideció por completo al ver su rostro socarrón revisando el examen que reprobó — Ni yo soy tan malo, ¿Es que en América no tienen escuelas?

Candy sintió que le hervía la sangre.

— Regresalo — le ordenó y estiró la mano en su dirección.

— ¿Ahora sí lo quieres? ¿No intentabas deshacerte de el cual basura que es?

— ¡No es asunto tuyo! — explotó la joven y decidida se acercó y le arrebató el examen.

Terry sonrió complacido con aquel arrebato.

— ¿Qué tienes en la cara? — la pilló por sorpresa antes de que se apartara.

— ¿Cómo...? ¿En mí cara...? — Candy alarmada,pensando que tendría algún tipo extraño de salpullido se llevó ambas manos a las mejillas.

— Sí  — Terry se puso en movimiento y fue junto a ella. Con el dedo índice comenzó a enumerar las delicadas pecas que salpicaban su nariz y las mejillas bajo los ojos.

— ¡Deja en paz mis pecas! — protestó la chica dándole un manotazo para que apartara la mano de su rostro — ¿A caso me vas a decir que no conoces las pecas? ¿Que en toda Inglaterra no existe una sola persona que las tenga?

Terry se encogió de hombros y dijo:

— Solo conozco personas inteligentes,supongo que los menos afortunados como tú... — le arrebató de nuevo el examen — ... Son los que tienen pecas como recordatorio de lo burros que son.

— ¡Ya callate! Si las pecas salieran por nuestras equivocaciones. Tú serias una gran mancha café. Y regresame mí examen — intentó quitárselo otra vez,pero Terry fue más rápido y se apartó antes de que pudiera arrebatárselo.

— Oh,no. Yo me lo quedaré. Tal vez me sirva en un futuro cercano — una sonrisa burlona asomó a sus labios — Si quiere recuperarlo va a tener que pagar por el, señorita pecas.

<<¿¡Está loco!? ¿De qué manicomio se escapó?>> se preguntó Candy << Hasta creé que voy a pagar por el>>

— Puedes quedártelo la hermana Margaret dijo que no tenía que preocuparme por el,que no era importante.