Capítulo 2

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Saihara despertó sintiendo cosquilleo en la nariz, al tener la vista clara; vio que Kokichi le estaba acariciando la nariz.

Saihara: ¡¿Q-qué haces...?!

Ouma: Es la una de la tarde y me aburrí de esperarte.

Saihara: Ouma... Estoy muy cansado...

Ouma: Y por eso te llevaré en silla de ruedas al jardín.

Antes de que Saihara pudiera oponerse Ouma ya lo estaba levantando para sentarlo, entonces fueron al jardín mientras que Saihara tenía cara de querer matar a Ouma este le puso los dedos en los bordes de las mejillas para hacerlo sonreír, Saihara trató de quitarlas pero la silla se fue para en frente lo que hizo que Saihara cayera encima de Ouma. Al notar la posición Saihara se quedó rojo y se levantó rápidamente pero al hacerlo se sintió mareado lo que hizo volver a caerse pero esta vez Ouma lo atrapó.

Ouma: Deberías saber que no debes hacer esfuerzos.

Saihara: Dejame... ¿Por qué eres así conmigo?

Ouma: Ya te dije, es lindo tener alguien de mi edad aquí, aunque lamentablemente sea un gruñón.

Saihara: No lo soy... Solamente ya sé que moriré y no me interesa hacer otras cosas más que esperar mi muerte.

Ouma: No vas a morir, aún no sabes eso, debes tener esperanza para seguir viviendo.

Saihara: No tengo nada, llévame a mi cuarto, por favor...

Ouma: ... —Tomó de los hombros a Saihara y lo miró a los ojos, era la primera vez que Saihara veía a Ouma serio.—

Saihara: ¿O-ouma...?

Ouma: Mira don ya no tengo esperanza en nada, voy hacerte feliz aunque sea lo último que haga en mi vida, ¿entiendes? Traje comida, espero comas que los cocineros lo hicieron especialmente para ti a petición mía.—Sentó a Saihara en el pasto donde había una manta.—

Saihara se quedó callado algo impresionado, ¿acaso Ouma era un ángel que venía a alegrarlo los últimos días de su vida? Era una estupidez pero era la única explicación hasta ahora. Saihara agarró cáncer cuando ya iba a trabajar como detective y su familia había muerto exactamente de eso, de cáncer... Todos... Era difícil pensar que hubiera oportunidad de salvarse.

Ouma sirvió la comida, Saihara aún serio dio un bocado... De inmediato sintió algo, algo que no había sentido en mucho tiempo; que alguien le hubiera invitado algo rico de comer. Sus ojos se abrieron mientras lágrimas salían de ellos, Ouma lo notó y le preguntó qué pasaba.

Saihara: S-sólamente... Gracias, gracias...


Ouma se limitó a tratar de no llorar para abrazar a Saihara mientras su hombro se manchaba con las lágrimas de Saihara.

No llores cuando me vaya.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora