𝟏𝟎

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Estuve analizando. Si me dormía seguido y no me despertaba por ningún motivo, entonces estaba bajo efectos de somníferos. Mis sospechas apuntan a la comida, sin embargo, cuando desperté ya estaba la comida aquí. Debe haber alguna otra cosa. Haré todo lo posible por no dormir durante esta noche. Tal vez ocurra algo fuera de lo normal.

Pasaron horas y no había ningún movimiento, ni ruido, ni luz. Absolutamente nada. Sentía que en cualquier momento me quedaría dormida.

Estaba a punto de acomodarme para dormir cuando vi una luz por debajo de la puerta, que cada vez se iba intensificando más. Me cubrí con la manta para disimular un poco, en la oscuridad no sé notaria tanto que estaba despierta. El pomo de la puerta se giraba desesperadamente, como intentando forzarla.

Definitivamente no era Nathaniel, si habitaba aquí entonces tenía llaves y no tenía necesitad de esto. Un nudo se formó en mí estómago una vez más al pensar en todas las posibilidades. ¿Ladrones? ¿Asesinos? Aún no lo sabía.
El movimiento se detuvo de pronto, y luego la puerta se abrió lentamente. Los nervios me consumían hasta que vi una silueta familiar: Edward. Observó detenidamente la habitación, frunció el ceño y luego su mirada se detuvo en la cama.

—Mi princesa, he venido a salvarte.

No podía articular ninguna palabra, sentía lágrimas ardientes caer por mis mejillas. Cuando estuve a punto de levantarme y correr hacia Edward…

Desperté.

Estaba sentada en la cama, sentía mi corazón latiendo exageradamente fuerte y las lágrimas saliendo de mis ojos de una manera incontrolable. A pesar del frío que hacía, mi cuerpo estaba sudando, y por momentos podía sentir que temblaba. Solo había sido un sueño y en realidad nadie había venido por mí. Ni siquiera sabía con seguridad si estaba aquí con buenas intenciones. Intente levantarme para intentar tranquilizarme. Para mi buena suerte mis heridas ya no dolían tanto como para no ponerme en pie. A paso lento, pero seguro me dirigí hacia el enorme ventanal.

Las cortinas eran color negro con bastantes detalles en dorado. Me sentía enojada e impotente al no obtener respuestas, y cada vez estaba más segura de que mi estadía aquí no era una coincidencia. Recorrí la cortina y me senté en el marco de la ventana; comenzaba a amanecer.

Hacía un tiempo que no había visto un amanecer, el cielo estaba pintado de rosa, y el sol a penas y lograba verse. Mi mirada se dirigió hasta la barda que rodeaba la mansión. Pude calcular que media arriba de dos metros y medio, y en la parte superior había picos que a simple vista lucían bastante afilados.

Pero lo que llamo mi atención en particular fue un guardia en una esquina. Estaba bastante lejos de la habitación, pero aun así pude distinguir que estaba armado. El sonido de la puerta hizo que me sobresaltara; Nathaniel entraba con el desayuno. Pude notar que se sorprendió bastante al verme despierta, pero pudo disimularlo.

—¿Qué hace despierta tan temprano? ¿Problemas para dormir?

—Ver los amaneceres es uno de los placeres de mi vida.

—También me gusta verlos.
Era mi oportunidad de obtener respuestas.

—Traje el desayuno, me retiro.

—Nathaniel, antes de que te vayas… Rápidamente me levante y camine hasta la pequeña mesa.

—Si hay algo en lo que pueda ayudarla, por favor hágamelo saber.

El Secuestro de La PrincesaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora