Los colores fosforescentes brillaban con potencia en todo el lugar, penetrando e incomodando los ojos color miel de Roronoa Zoro, mientras estos se movían por el lugar de paredes y pasillos pintados de figuras abstractas.
Ansioso se encontraba el joven de 14 años, mientras a su alrededor gente con batas blancas y cubre bocas gruesos sobre sus rostros, se paseaban con pinzas y por demás utensilios quirúrgicos en las manos, que cubiertas de sangre le hicieron estremecer y desear salir corriendo de ese lugar lo mas pronto posible.
Su padre al ver su pálido semblante comprendió lo que por su mente pasaba.
Con un fuerte apretón de la palma del mayor sobre el hombro del pequeño puberto logro mantener estático el cuerpo de este, quitando así toda posibilidad de huir.
Zoro sabia que su actitud era infantil y que si deseaba ser tomado en serio por su padre, su mentor y objetivo a derrotar, debería controlar sus nervios, poniendo a su cuerpo en estado automático, para lograr soportar tan repugnante experiencia que sobre el se agazapaba.
-No es tan malo- escucho decir a su padre, que de inmediato sintió el temblor del peliverde al ver ir a mas doctores con manchas carmesí en la ropa y partes de lo que el podría jurara era carne humana- Gracias a esto obtuve a tu madre- su voz busco alentarle y quitar el pesado sentir de los hombros de su hijo, lastima que la errónea palabra obtuve solo logro provocar nauseas nauseas en el estomago del joven espadachín.
¿A caso su padre solo veía a su madre como un objeto sobre el cual tiene dominio y poder?
Eso solo se podía calificar como nauseabundo e inhuman.
Una mirada reclamatoria fue dirigida al hombre de barba perfectamente recortada y ojos dorados, la cual fue ignorada y pasada por alto.
-Tu turno- hablo un doctor, con guantes limpios y recién cambiados y de mirada psicópata que llevo a sus vellos corporales a levantarse como si hubieran sido atacados por la estática.
-Ve a divertirte- hablo su progenitor, empujando con su mano la espalda de Zoro que con paso perezoso he indeciso se dejo guiar por el extraño a lo largo de los pasillos iluminados.
Al final de su largo andar, una puerta morada se presento ante el, para luego ser abierta de par en par. Otra brillante iluminación de color dorado le dio la bienvenida y en aquella habitación el pudo vislumbrar u sin fin de aulas de metal oscuro y barrotes inquebrantables.
-Kairoseki - pensó con desagrado que aumento al saber que dentro de dichas estructuras un sin fin de humanos de todas las edades se encontraban cautivos.
-Siéntete libre de mirar y de escoger el que mas te guste- hablo el doctor- en caso de no encontrar nada de tu agrado no te preocupes, yo me encargare de modificarlo- Zoro miro con asco que bajo del cubre bocas una sonrisa maníaca se formaba, detonando que el hombre disfrutaba de la dicha "Modificación" que en algunos esclavos realizaba- color de piel, forma del rostro, corpulencia e incluso mentalidad, no existe nada que yo no pueda darte para satisfacerte, pues con la tecnología necesaria cuento para crear tu ser soñado.
Una mueca de disgusto y sus manos hechos puños fue la contestación que el joven pudo dar a tan despiadado discurso.
-Te dejare solo para que en confianza entres- comento, mientras sus pasos lo alejaban de Zoro, llevándolo a la salida, brindándole espacio y privacidad.
Un suspiro que a lo largo del día encerró en su ser fue soltado con fastidio. El no deseaba ser parte de esto, pero si quería ser tomado como un miembro activo de su corrupta sociedad, tenia que llevar a cabo lo que por años lo atormento. Comprar a un pobre ser, que tuvo la desgracia de nacer en la mas baja escala de la pirámide.
Con un poco mas de determinación se convenció a si mismo de dar un vistazo, a pesar que la moral y valores enseñados por su madre le gritaran en lo mas profundo de su mente que era un horrible ser, por pasearse cual comprados por una carnicería, buscando el mas jugoso pedazo de carne. Sin duda su actitud era deplorable.
Cientos de personas vieron sus ojos, que tras las rejas como animales en cautiverio se acurrucaban en la esquina mas alejada de sus aulas, buscando que el manto de las sombras los bañara.
Niños delgados, niñas con moretones, hombres locos y mujeres enfermas fueron lo mas constante. Y cuando su mente ya no fue capaz de aguantar mas atrocidad un suave mormullo atrapo su atención, haciendo que sus ojos de miel se centraran en la jaula detrás de el. la cual albergaba al ser mas bello que alguna vez pudo pisar la tierra sucia y asquerosa mente mundana.
- Un ángel- fue el comentario mas astuto que de sus labios se pudo escapar.
-Un alga- comento con sarna la voz del joven que con veneno le perforaba el cuerpo.
El corazón de Zoro se acelero al ver al niño rubio, de cejas rizadas y nariz respingada, que a sus ojos parecía hecho a su medida por la misma mano de dios, sin la intervención bizarra del hombre.
Y ante el constante traqueteo de su pecho, su mente dictamino con fuerza que ese ser debía ser comprado por el, pero no con la intención de poseerlo, sino de darle la libertad y el amor que se le había sido privado.
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Holis lindas florecitas, aquí está reportandose la aspirante a escritora más melosa y desorganiza de wattpad, dejándoles una pequeña historia de esclavitud, clases sociales y un Zoro todo hermoso y protector.
De hecho esta historia estaba planeada para ser un fic independiente, pero debido a mi irresponsabilidad y a los fics pendientes que tengo, he decidido mandarlo ha este libro, donde puedo trabajar en el con más libertad, gracias a que los capítulos los haré lo más flexibles y cortos posible, logrando de esta manera el no desechar esta historia y no quitar o distraer la poca atención que les presto a los demás fanfics que tengo (lo se, soy un asco para concentrarme y repartir mi tiempo cuando hablamos de escribir :"v)
Así que espero sigan esta historia toda zukulenta, donde trataré de sacar mi lado más cruel de una vez por todas...
-"Eso ni tu te lo crees, eres completamente incapaz de hacer pasar un verdadero mal rato a tu Otp"-
-Cállate melosa de mierda. Yo se que puedo lograrlo-
Esa sería la conversación que tendrían en mi cabeza mi parte toda romántica y acaramelada contra mi otra parte sádica, que solo sale cuando estoy en la privacidad de mi imaginación toda loca.
