Hecho a tu medida. Parte 2

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Zoro llamó con voz elevada al hombre de bata blanca y ojos desquiciados, mientras los suyos propios eran atraídos por el chico de cuerpo delgado, cabellos de sol y ojos azules como el océano, que tras los barrotes de Kairoseki le mostraba los dientes, en una clara señal de amenaza.

Aquella mueca tan animal, le dejo ver a Zoro, que la vida que había tenido el pequeño de piel enfermizamente pálida, se encontraba lejos de haber sido normal o siquiera humana.

Aquel conocimiento implantó en su pecho un profundo disgusto y una gran pena. Un ángel como aquel, que ante sus ojos se alzaba, no merecía ni la más pequeña pizca de sufrimiento.
El no merecía ninguno de esos moretones, que a su piel pintaban, en muestras de anteriores agresiones. Tampoco merecía la sangre seca, que de la comisura de sus labios se asomaba, provocando asco en el peliverde, al imaginar lo brutal que fueron los golpes recibidos por el niño, como para llevarlo a escupir sangre.

-¿Me ha llamado joven?- dijo la voz cantarina y perversa del hombre que trabajaba en aquel tétrico lugar, al momento que se paraba justo a su lado.
El olor que aquel extraño hombre emitía, provocaron en Zoro una serie de arqueadas. Era una mezcla extraña, entre medicamentos y sangre añejada. Tan enfermo como lo era todo en aquel lugar.

-Si- se limitó a responder el joven peliverde, sin mirarle a los ojos.
Un silencio se instaló en el lugar y la incomodidad de la situación azotó su cuerpo.

¿Que debía hacer ahora?

Zoro realmente desea comprar al chico que le miraba con océanos intensos, pero incapaz se sentía de hacer las negociaciones necesarias para realizar la compra.
Su moral, le gritaba a lo largo y ancho de su mente, que el acto que deseaba llevar a cabo era una blasfemia a su humanidad y a sus principios y aquellos ojos llenos de odio y desprecio, que a través de los barrotes perforaban su alma, no lo ayudaban a expresar sus deseos en voz alta.

El hombre de bata blanca, al mirar su indecisión y vergüenza, con una risa musical, le ánimo.

-¡Oh!, Mi joven señor, la pena no es algo que usted debería de tener- hablo con una inusual ternura, que en punta puso todos los bellos del cuerpo del puberto adinerado- Si desea a este adorable espécimen como su primera mascota, siéntase libre de decirlo en voz alta, ¡No hay nada de que avergonzarse!- grito efusivo, levantando los brazos al aire en un gesto de placer puro.

-¡Mascota!- el grito del joven esclavo, borro la sonrisa del vendedor- ¡Yo no soy una mascota!- gruño el joven, quien con movimientos engarotados, pero decididos, se puso de pie, hasta apoyar su cuerpo contra la reja- Vuelve a llamar mascota, maldito enfermo y te romperé los huesos-. Amenazó con fiereza.

Una sonrisa brillante pinto los labios del peliverde, ante aquella muestra de fuerza que el otro joven demostró tener y si antes se encontraba deseando a ese bello ángel, ahora el anhelo y la necesidad fueron en aumento.

-Deseo comprarlo- dijo con seguridad en su voz, interrumpiendo las disculpas del hombre mayor, que se hallaba profundamente apenado por el grotesco comportamiento que la mercancía había adoptado.

-¡Explendida noticia!- dijo el hombre con renovada alegría- Pero dígame joven, ¿Existe alguna modificación que desee realizarle a esta belleza? Quizás un cambio de ojos- dijo al momento que sacaba de su manga un pequeño proyector que creo frente a ellos imágenes holográficas, donde diversas muestras de ojos con diferentes colores sirvieron como catálogo para los consumidores- Tal vez ponerle características animales- las manos enguantadas movieron el menú, a la parte donde fotografías de varios humanos con orejas, colas y cuernos se exhibían- O si lo deseas, puedo hacerlo dócil y obediente como un gato- dijo, mientras alzaba las cejas con picardia.

-¡No!- dijo rotundamente, pues la sola idea de cambiar hasta la más pequeña cosa del niño frente a él, le hacía temblar desde los cimientos de su ser- Lo quier así, tal cual es.

-Si esa es su decisión- se encogió de hombros el mayor, para luego guiar al joven a donde su padre se hallaba. Prometiendo que una vez se encontrarán reunidos con el espadachín de ojos miel, se realizaría el papeleo para la compra del esclavo, el cual se entregaría en la puerta de la Mansión Roronoa dentro de una semana, junto con una cartilla de vacunacion y un registro médico.

                        💚🐥🐉💛
Aquí yo de nuevo, tratando de hacer mi mejor esfuerzo en hacer una historia con un contexto social todo cruel y sádico, aunque siento que me quede corta...😓 veré películas de esta temática para agarrar inspiración... Espero no salir corriendo a la mitad, pero si no hui a Anticristo y al cien pies humano nada podrá conmigo, muajaja.

¿Qué es el amor?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora