Llevaba cerca de 20 minutos esperando en el asiento del copiloto, subía y baja sus pies del tablero para acomodarse aprovechando que su compañero estaba ausente y no le diría nada por su mal comportamiento.
El auto estaba en el estacionamiento del hotel donde ambos se hospedaban. Era una noche de viernes bastante fría y lo único que iluminaba el rostro del joven era las luces de las pequeñas ventanas del edificio.
—Vamos, Abbachio.— Decía para si mismo, pues el susodicho no estaba ni cerca del auto.
Pasó su mano por su corto cabello oscuro, se sentía extraño sin usar aquel gorro que le cubría toda la cabeza y parte de su frente. Abrió la guantera del auto para sacar su contenido, encontrandose en el camino con su identificación de policía, Guido Mista, 22 años y algunos otros datos personales era lo que se leía en ella.
Los golpeteos en el vidrio de la ventana llamaron su atención, el hombre de larga cabellera blanca había llegado. Rodeó el auto negro por enfrente y entró ocupando el asiento del piloto. —¿Estás listo?.— Preguntó.
—Claro.— Mista tomó su pistola y le apuntó al mayor jugando, sin intención de disparar realmente. —¿Llevaremos las armas?.—
—No.— Respondió Abbachio al encender el auto. —Vamos como clientes comúnes, a conocer el lugar, aún no tenemos permitido hacer cualquier tipo de movimiento.—
—Meh.—
Avanzaron rapidamente por las calles de la ciudad, pues el lugar a donde iban quedaba bastante lejos. Mista miraba por su ventana los edificios y letreros luminosos, Nápoles de noche era muy hermosa a su vista.
Mista trabajaba como una especie de policía encubierto, aunque su deber asignado desde que inició su carrera fué cubrir todas las necesidades de protección de su jefe, pues este era dueño de una corporación bastante poderosa y se encontraba en constante peligro. A él le gustaba más denominarse como un guardaespaldas, pero por misiones como el que le han encargado ahora, su trabajo es ambigüo.
Y es que esta era la primera vez que le asignaban algo tan serio, se sentía emocionado, era pan comido, aunque dentro suyo la chispa del miedo y adrenalina aparecía de vez en cuando.
Entre viejas canciones y pláticas a medias, llegaron al lugar del crimen. La construcción era grande, como una enorme y elegante mansión blanca, Mista la observaba sorprendido.
El primero en bajar fué Abbachio, dejandolo atrás. Antes de abrir la puerta y seguirle el paso, tomó su revolver y la metió en la esquina de su cadera entre su pantalón, cubriendola con el saco de su traje. Abbachio le prohibió llevar armas, pero Mista se sentía más imponente al llevar su revolver favorita.
La recepción era muy grande, tenía un enorme candelabro en el techo y una fuente en la entrada, varios metros detrás de ésta, había una pequeña sala y un grán y elegante mostrador. Mista pasó su mirada por toda la habitación, de principio a fin, hasta cruzar miradas con el recepcionista, de cabello morado y pecas, que mantenía un teléfono pegado a su oreja. Sus miradas se juntaron por apenas un segundo, pues el luminoso cartel neon que emitía la luz más fuerte de la habitación, capturó su atención; La Squadra Esecuzioni.
Leyó el peculiar nombre una y otra vez, pensando en como esas palabras ocultaban tantas cosas, al igual que más allá de la recepción había una infinidad de secretos, más llamativos que el luminoso cartel, pero también más aterradores.
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Venus Doom 》Vento Aureo AU! [MisGio]
RomanceEn el burdel más secreto y exclusivo de la ciudad, Giorno Giovanna, que ha sido privado de su libertad, se vuelve complice de Guido Mista, policía que busca resolver un crimen que envuelve al misterioso burdel. Mista promete sacar a Giorno de ese l...