III

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—¿Quién es él, Magdalena?— preguntó Lalo medio molesto.

—Ammm

—Soy su novio, pendejo— replicó Ashton intentando agarrarme la mano pero yo le solté un manotazo, tirándole las alitas que me había comprado.

—Magdalena, ¿me quieres explicar esto?— exigió Lalo.

—No sé que está diciendo este wey— me acerqué a Lalo y él me apartó igual que yo a Ashton—. Dile Santi, que nos acabamos de conocer porque se subió contigo al juego.

—Pero tu siempre me dices que vas a su farmacia a comprar globos.
Pinche mamoncito chismoso.

—Dile tu, Ashton— ahora si lo tomé del brazo. Y estaba más fuerte que los vatos que cargaban cajas en el tianguis. Ufff. ¿Cuánto cuestas, papasito?

No mames, Magda— me dijo el Ashton bien herido—. Todavía de que te intentó defender de este acosador.

—¡¿Qué acosador, idiota?!—. Lalo empezó a gritar y la gente empezó a bajar a sus niños de los juegos con miedo— ¡Tú ni la conoces, hijo de tu farmacéutica madre!

El Santi se abrazó a mi pierna al ver que esos dos pendejos se empezaban a empujar.

—Magda, ya vámonos. Tengo miedo.

Pinche mamoncito maricón, ni que nunca hubiera visto una pelea en la feria.

¡Ya, chingada madre!— les grité y me puse en medio de ellos—. Están haciendo el ridículo. ¡Qué vergüenza!

—¡Qué vergüenza, tú!— me gritó el Lalo—. Que hayas ido por condones para cogerte a este wey.

— Lalo, no lo conozco. Los condones eran para mi amigo Carlos, además eran XL, y este wey ha de tenerla como mirruñita. **

—Ya, Magdalena. La estás cagando más. Ya me voy.—se agachó a ver a Santi que estaba chillando— Toma el elote como regalo, Santi. Perdona por lo que tuviste que ver.

Y se metió a su casa, que estaba al lado de la lavandería de su lavadora madre.

—Mi nepe parece baguette— me dijo el Ashton.— la de ese wey ha de parecer bolillo...

Se me escapó una risita que intenté contener, lo cuál me hizo emputarme conmigo misma.

—Ya vámonos, Santi— agarré a Santi de la mano, dandole una nalgadita—, y no le vuelvas a dirigir la palabra a este degenerado sinvergüenza.

— Adiós Ashton— el chocó los cinco con él greñas locas—. Suscríbete a mi canal de Fornais: Victormanuelle 77.*

Va, wey. Mañana te traigo yo a la feria, pa' que no vengas con esta ogra, Fiona— le dijo Ashton al Santi—. Digo, con la Magda. Mañana paso a hablar con tu jefa pa' que me deje traerte.

Ignoré la platica de Santi y Ashton y me llevé a rastras al
mamoncito.

—¡Adiós, Fiona!— gritó Achton.

—Pinche Shuek.

[...]

Llegando a la casa, el Santi seguía temblando.
—¿Qué tienes tu, wey?— le pregunté buscando las llaves.
—Es que me dio mucho miedo como se agarró el Ashton a Lalo— empezó a sollozar—. Aquí entre nos, el Ashton si le anda dando su madriza al Lalo.
—Deja de decir groserías tu o le digo a mi ama—. Hice que el Santi entrara a la casa—. Ahorita te doy un bolillo pal' susto. Pero no le digas a mi mamá que esos weyes se iban a pelear por mi culpa y menos que te dejé solo con Ashton en el juego.
Simón, pero haz que mi mami me deje ir con Ash a la feria mañana.
Qué Ha-Ash ni que nada, esas viejas son la competencia de Yuridia y a mi ama le encanta Yuridia.
¡No, mensa, Ashton!
—Ah, ese wey. Yo convenzo a mi ama, pero dices algo y te rajo.

[...]

—No, Magdalena— me dijo mi mamá medio encrabonada—. No voy a dejar ir a tu hermano solo con ese muchacho que ni conozco.

—Pero si lo conoces, ama— le rogué de nuevo—. Es hijo de tu comadre Olga. Acuérdate que fue madrina de carpa en los tres años del Santi.

Mi comadre Olga es una mujer admirable, pudo sacar adelante a tres hijos sola. Sin embargo no conozco a su hijo. Además, ¿qué tipo de nombre es Achton?— mi mamá me hizo ojos de huevo cocido—. Acompañas a tu hermano y van los dos, o no va nadie, porque todavía no te perdono lo de los cocoles, Magdalena.

Miré al Santi expectante y él solo se encogió de hombros con una sonrisa burlona. Iba a tener que ir o me iba a delatar. Ya me chingué.

Nota de las autoras:

Voten y comenten, amigas, nos hacen muy felices ver sus notificaciones :'3

**si no saben que es mirruñita, la foto está arriba jaja, significa un trozo de algo. Por ejemplo, que el changuito está muy pequeño.

Esta idea surgió de leer algunas historias de los pendejos como mexicanos. No tenemos intenciones de copiar a otros autores pero quisimos escribir algo similar porque tomamos esas historia como una inspiración.

El wey de la feria (#1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora