VI

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—¡Magdalena! — escuché los gritos de mi amá, que me despertaron de mi sueño con Harry Styles— Apúrate 'mija, tu abuelita ya nos ha de estar esperando con el desayuno y Ashton ya está aquí abajo. Ya nomas te estamos esperando. Ay Malenita yo pensé que ya te habías levantado...

—Ay ama, déjeme echarme otra pestañita. No ve que ayer tuve que llevar al Santi a la pinche feria y llegamos bien noche, jefa...

—¿A la qué dijiste, Malenita?

—No nada, ama, a la feria. Ya me voy a arreglar. Aguante tantito.

Toda dormida agarré la primera pinche blusa de algodón que encontré y me puse un pants todo puerco, que usaba para hacer el quehacer. Iba atravesando la cortina de mariposas de mi cuarto, cuando escuché la risa.

Esa pinche risa.

Como una cabra loca.

¡No mames, el Ashton!

Y me regresé como pedo a cambiarme otra vez.

Y busqué en mi closet algo decente.  No quería verme fachosa en frente de él. Bueno, ya me vio con mi pijama de los One Direction, la que me ensució cuando nos conocimos, no creo que vaya a ver algo peor.

Según yo, después de unos diez minutos, hice lo que pude, me solté el cabello, me vestí de reina, me puse tacones y salí bien perra.

No, perra no, perrísima, potra, empoderada.

Así dice mi mejor amigo, Lucrecio.

Iba bajando las escaleras cuando el Ashton volteó. No dijo nada, pero cuando llegué a la sala, mi jefa me dijo que saludara. Y yo muy obediente iba a saludar al Ashton, cuando de repente me agarró la mejilla. Sus ojos se encontraron con los míos, eran de un color café almendrado. Era tan guapo...

—Tienes baba.

Pinche Santi, ya se estaba cagando de risa otra vez.

—Jajaja, Magda, pensaste que te iba a besar, ¿verdad?— dijo a penas susurrando para que mi amá no escuchara.

—¡Claro que no, putito!— le grité alejándome del Ashton para putearme al niño.

—¿Cómo le dijiste a tu hermano?— me preguntó mi ama, alzándome la mano cuando vio que yo se la alcé al pinche Santi.

—¿Oíste lo que dijo tu hijo?

Entonces el Ashton dejó en la mesita el vaso de agua de jamaica que le había dado de mi jefa.

—Bueno, pues, ya vámonos, ¿no?

En fin, nos subimos a la troca de Ashton y mi madre estaba maravillada con él, tanto que ni siquiera le importó cargar al Santi porque no había espacio para los cuatro.

En cada tope el Ashton frenaba con cautela y mi mamá solo lo halagaba. También le halagó otras cosas como que su pinche troca estaba limpia y olía a Glade. A mí me valía madres todo eso, ni quería que el Ashton me trajera, bueno, no voy a negar que su presencia me excita... ¿digo qué?

Las cosas ya eran muy confusas con el Ashton y mi abue la termino de cagar porque a la pobre viejita, pues ya le patinaba el coco entonces en sus delirios le preguntaba al Ashton que cuando nos íbamos a casar y que si ya hasta lo llevábamos a su casa la cosa ya iba en serio. El Santi y yo no estábamos muy de acuerdo y lo negábamos cada que mi abue decía algo al respecto. Pero mi amá y el Ashton nomás no decían nada ni lo negaban. Es más, mi jefecita me tiraba ojos pícaros como queriéndome decir «mija' ya lánzatele».

El resto de la tarde transcurrió con mi abue contando historias de su juventud. El Ashton se ganó a mi abue porque escuchaba atentamente sus historias y parecía muy emocionado con ellas.

Nos quedamos hasta un poco después de la comida, mi abue hizo unas gorditas de chicharrón y aunque el Ashton según no tenía hambre se chingó 5 gorditas, tragaba como cerdo y seguía bien buenote.

Ya que nos estábamos despidiendo de mi abuela, ella como siempre le dio más dinero al pendejo del Santi y a penas quiso despedirse de mí porque quería despedirse del Ashton. Como siempre, ni le importé.

Mi jefa estaba tan "agradecida" con Olguita y el Ashton que los invitó a cenar cafecito con pan. Pero ni tenía pan. Entonces la pendeja que tuvo que ir por el puto pan... tuve que ser yo. Y el putito del Santi no dejó que el Ashton me acompañara cuando él se ofreció.

Salí de mi casa toda emperrada con mis chanclas. Empecé a caminar hacia las tiendas de abajo porque en las de arriba estaban los marihuanos y marihuanos significaba Tony. Baje hasta la tienda enrejada pero estaba cerrada. Estaba apunto de rendirme e irme a las tiendas de arriba, pero me acorde que en la esquina estaban los abarrotes "La Capilla", me encaminé pero valió verga porque solo tenían roles glaseados y a mi amá no le gustaban. Pues, tuve que ir a la tienda "La Pasadita" que estaba en frente de donde solían estar los marihuanos y allí si encontré los roles de mi amá. Cuando iba a pagar entró el mejor amigo del Tony y pidió un cigarro, me reconoció e inmediatamente salió de la tienda, lo seguí con la mirada y vi que cruzó la calle, encontrándose con sus amigos y entonces, distinguí al puto Tony. Su puto amigo le susurro de mí en el oído y él inmediatamente volteo.

Yo recibí el cambio y me salí como pedo de la tienda por seguridad. Sin embargo, cuando empecé a caminar vi que los tres putos me venían muy cerca detrás de mi. Sinceramente, me estaba asustando porque a veces el Tony podría ser muy violento y tóxico, tenía miedo de que me puteara por haberlo dejado... chale.

Ya iba en la papelería de la esquina de mi calle y como iba como gorda en tobogán, bien recio. Ni siquiera me fijé y choque con alguien en la mera esquina...

El Ashton. Que miraba amenazante a quien venía detrás de mi.

Nota de las autoras: Esta idea surgió de leer algunas historias de los pendejos como mexicanos. No tenemos intenciones de copiar a otros autores pero quisimos escribir algo similar porque tomamos esas historias como una inspiración.

Y pues...
¡Que se armen los pinches chingadazos!

El wey de la feria (#1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora