4 de agosto de 2016
—Nos están grabando.
Fruncí el ceño, queriendo buscar al responsable. Era una falta absoluta de respeto. Era interrumpir en la privacidad ajena. No me sorprendía, pero aun así me molestaba. No me gustaba la vida pública, no era algo de lo que quería ser parte. Tenía que aguantarlo por mi novio y su padre.
Diego me rodeó con sus brazos, pegándome a su cuerpo, e impidiendo que pudiera buscar a quien nos grababa. Además de ocultar mi rostro con su pecho y brazos.
—¿Qué haces?
—No podes salir en cámara enojada, Jaz— sonaba cansado— Todavía la gente no olvidó las fotos con Juan. Van a penar que estamos peleando...
—Y creer que nuestro noviazgo no funciona— terminé por él.
Le rodeé el cuello con los brazos, separando mi cara de su pecho. Fingí mi mejor sonrisa mientras me paraba en puntas de pie para poder besar sus labios repetidas veces. Me separó unos pocos centímetros, mirándome con diversión.
—¿Y ese buen humor?
—Me saqué un nueve en un parcial— admití.
Estaba orgullosa. Había estado estudiando mucho. A pesar de tener que dividir mí tiempo también para mis amigos, novio y ¿amante? No me gustaba esa palabra. Pero, ¿de qué otra forma podía definir a Rodrigo? Era el único lugar que podía ocupar. Porque no éramos amigos como para tener derechos. Ni novios para tener obligaciones. No era nada. Solo sexo.
Sonrió genuinamente, dando una pequeña vuelta conmigo en el aire. Solté una risa sincera.
—Tenemos que festejar— me dejó sobre el suelo— ¿Qué queres hacer?
—¿Comer?
Sacó sus manos de mis caderas, para poder entrelazar sus dedos con los míos. No podía decir que eran gestos forzados. No cuando... le tenía cariño. Diego estaba empezando a ser una persona importante en mi vida. Algo así como un amigo. El odio había desaparecido tiempo atrás.
—Como vos prefieras.
Caminamos de la mano hasta su auto, momento que aproveché para mirar alrededor. Estábamos en el estacionamiento de mi facultad, por lo que era complicado encontrar a una persona apuntando con el celular hacia nosotros. Había muchas personas. Me resigné.
Diego me abrió la puerta de acompañante. No me sorprendía. Tenía esos gestos caballerosos. Y por la forma en la que lo conocía ahora, podía afirmar que antes se reprimía debido al odio mutuo.
En fin, me subí y dejé que cerrara la puerta por mí. Me abroché el cinturón y prendí la radio, mientras que él le daba la vuelta y se subía del lado de piloto. Se puso el cinturón y arrancó, saliendo del lugar con cierta rapidez.
—¿Quién nos grabó?
No sacó la mirada del camino cuando le hablé. Manejaba bien, era prudente. Otra cosa de la que no me podía quejar de él.
—Seguro que algún boludo que va a tu facultad— el tema tampoco le causaba gracia a él— No tenía pinta de paparazzi.
Suspiré. Lo bueno era que las fotos no eran comprometedoras. Y si llegaban a hacerse públicas solo iban a mostrar a una pareja amorosa en su mejor momento.
—Mejor acostumbrarnos...
Fue apenas un susurro, pero por la forma en la que se tensó, supe que me había escuchado perfectamente. Los dos nos tomábamos nuestra relación como un noviazgo del presente. Pero sabíamos que no iba a terminar pronto. El negocio entre nuestros padres era algo que iba a durar...
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Ser y Parecer
ContoDistinguir el ser y el parecer era fundamental en el mundo. Al menos en mi mundo. No era un lugar que hubiera elegido, sino más bien heredado. No me gustaba. Era desagradable tener que estar constantemente sabiendo leer a las personas; sus palabras...