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Y nuevamente Jungkook estaba llorando, de tan sólo imaginarse que Yon moriría le hacía doler el corazón de una forma insoportable.

Era horrible.

Mientras los médicos hacían todo lo posible para no dejar morir a Yon y los adultos intentaban mantenerse fuertes delante de Jungkook, el alma de la chica vigilaba cada movimiento de todos. Deseaba volver a sentirlos, obviamente quería volver pero una especie de barrera no le permitía regresar a su cuerpo ni despertar y eso le frustraba. Además aún tenía esperanzas, quería pensar que ellos la llegarían a sentir en algún momento, pero no lo hacían, nadie la sentía.

O eso creía.

Los días pasaban y no había ninguna novedad, a excepción que la salud de Yon era cada vez peor. Los padres de Yon estaban devastados y ni hablar de Jungkook que prácticamente era más ojeras que persona. La familia Jeon sacaba fuerzas para alentar a su hijo y consolarlo, a pesar que ellos también estaban dolidos y no sólo porque Jungkook estuviera sufriendo, ellos se habían hecho tan cercanos a Yon y eran testigos de lo mucho que los dos chicos se amaban. Sin necesidad de decirse palabras, todos notaban lo felices que eran juntos.

—Jungkook, es hora de la comida. —anunció una enfermera llegando con una bandeja llena de verduras, literalmente.

—No tengo hambre. —se cubrió de pies a cabeza con las fundas de la camilla dándole la espalda a las personas que allí se encontraban.

—Hijo, debes comer. Yon querría que te cuidaras. —habló la mamá de la antes mencionada tomando el hombro del chico. Todos en la habitación sabían que que él cedería, siempre funcionaba pero cada vez era más difícil que probara siquiera un bocado.

—No. —se resistió.

—Jungkookie, por favor. —suplicó su madre en un tono dulce acompañando a la señora Seo.

—No. —reiteró el menor.

—Jungkook... —el sr. Jeon fue interrumpido.

—¡Que no, joder! ¡¿Qué no entienden?, no quiero comer esta comida ni otra, sólo quiero a Yon! ¡Quiero a Yon, a Yon! —estalló enojado. Se sentó en la camilla de golpe mientras gritaba a los adultos rojo de la furia que sentía.

La habitación quedó en completo silencio y la enfermera abandonó el lugar dejando la comida a petición del sr. Jeon. Los señores quedaron atónitos y boquiabiertos ante la actitud de Jungkook, mientras que las madres miraban al chico con los ojos cristalizados. Entendían como se sentía el castaño pero no era razón como para gritarles de esa forma. La tristeza se apoderó de todos y quisieron hacer entrar en razón a Jungkook, no obstante, prefirieron callar.

El silencio sepulcral del lugar pronto fue acabado. Sollozos se empezaron a escuchar y todos miraron directamente al menor que con cabeza gacha intentaba llorar silenciosamente, cosa que no le salió para nada bien. Poco a poco envolvieron a Jungkook en un abrazo que este aceptó con dolor, en medio de aquella muestra de afecto el de pelos castaños pidió disculpas por su actitud.

Mientras tanto Yon observaba la escena con lágrimas recorriendo por sus mejillas y una gran punzada en su pecho. ¿Por qué tuvo ella que quedar en coma y ser la culpable de todo el dolor que por ahora no iba a acabar? No lo sabía y eso la enojaba. Con la certeza de que nadie la escucharía empezó a gritar y llorar desconsoladamente, aparentar ser una chica fría siendo un alma no era tarea fácil.

En la cafetería del hospital un chico pelinegro se encontraba tomando un Caramel macchiato intentando encontrar algo de paz. Sabía que si tranquilidad quería, aquel no era el lugar indicado pero tenía flojera de ir a otro lugar así que se quedó allí. Tomando su café empezó a oír aquellos gritos que desde hace tiempo llevaba escuchando. Era algo extraño pues al ver a sus costados, la gente parecía no escucharlos.

Stay » Jeon JungkookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora