CAPÍTULO III

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---ERROR---

12:29. Noviembre 18. Charlett Street. Tiana Hatterson.

Pasaban dos horas desde que Tiana había recibido el alta médica. Se encontraba cansada y confundida, incapaz de aceptar que tal situación se le hubiera escapado de las manos. Desde la muerte de su marido había perdido las ganas de sonreír y el peso de la culpa la echaba por tierra cada día más. Había aceptado que en cualquier momento se hubiera colgado de una cuerda a no ser por el cargo que le suponía tener a dos hijas a su disposición. Lo hubiera hecho, lo hubiera hecho mil y una veces si no fuera porque quería demasiado a aquellas dos criaturas, y por supuesto, una gran parte del amor que le quedaba también lo dedicaba a su difunta hija, a la que le dedicaba cada semana dos horas cuando iba a regalarle un ramo de flores a su tumba.

Pero no podía borrar de su mente que aquellas dos muertes habían sido por su culpa. Si no hubiera querido encerrar a Eliseu en la celda para comprobar que no fuera él uno de los prisioneros que se había escapado, él y su hija continuarían a su lado. Pero ¿cómo sabía ella que el prisionero seguía escondido en la celda de tal manera que cuando entrará su marido, él pudiera aprovechar para devorarlo? ¿Cómo lo sabía ella? ¿Cómo? No podía saberlo. También podía haber enviado a otro en lugar de su marido. ¿Por qué lo hizo?

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POR DIOS TIANA, ¿ESA ES LA VERSIÓN DE LOS HECHOS QUE LES CONTASTE A TUS HIJAS?
MERECES IR AL INFIERNO, ASESINA.

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Dos portazos hicieron resonar todo el recibidor. Otra vez. TOC, TOC.

-Buenos días, jefe. ¿Puedo pasar?- Wheeler echó un vistazo al lujoso recibidor que ya había visto antes, aunque claro, Tiana no disponía de esa información.

-Claro, Wheeler. Adelante.- Tiana hizo un ligero gesto con su brazo vendado señalando que pasara.

-Veo que aún lleva las vendas.

-Correcto, Wheeler, el doctor me dijo que no me las quitará hasta dentro de una semana, además me las ha cobrado, así que las aprovecharé al máximo.

Una breve risa quedó enmarcada en la cara de aquel joven trabajador. Cuando Tiana y Stanley estaban sentados en el sofá, Stanley empezó a hablar.

-Mire, señora. Discúlpeme por molestarla a estas horas pero venía a comunicarle una idea sobre el proyecto pendiente. Según mi táctica, podríamos observar cómo los sujetos responden ante una situación íntima, si se comportan como humanos o responden de forma animal.

-Me gusta como piensas. Cuénteme el plan.

Entonces, Stanley Wheeler se acercó a Tiana y comenzó a explicarle su propósito y cómo conseguirlo. Inmediatamente, una sonrisa se esbozó en el rostro de la directora. Su plan era extraordinario. Demasiado, incluso.

LABORATORIO DE EXPERIMENTOS Donde viven las historias. Descúbrelo ahora