CAPÍTULO IV

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---ERROR---

19:28. Noviembre 20. Laboratorio de Experimentos Altamente Confidenciales. Wallmet. Tiana Hatterson y Stanley Wheeler. Directora general y empresario del departamento de Conducta Animal Humana. Zona restringida.

Tiana hizo girar la llave en la cerradura. 1 minuto y 15 segundos. El cartel de la puerta prohibía la entrada a cualquier persona que no quisiera una muerte segura; pero claro, en el cartel no ponía tal advertencia, aunque eso no quería decir que no esperará un destino horrible al atravesar aquella puerta.

-¿Estás seguro de que funcionará?- preguntó Tiana sin expresar ningún tipo de emoción. Después dirigió su mirada a su trabajador. Éste también dirigió su mirada hacia ella.

-Confíe en mí, señora. Le prometo que funcionará.

-No los juzgues, joven. Saben más que tú.

-No lo dudo. No sabe usted suficiente.

-¿A qué se refiere, Wheeler?

-Supongo que a nada, jefe.- aquella afirmación dejó desconcertada a Tiana, con lo que dejó de tener la misma confianza respecto a su ayudante.- Ahora toca poner en práctica nuestro plan.

Se dirigieron hacia el final del largo pasillo, pasando por delante de todas las celdas y sus prisioneros. 150 prisioneros en total, repartidos entre las dos plantas que poseía el pasillo. Entonces, Tiana y Stanley se detuvieron enfrente de la celda 0056, la cual contenía un prisionero de unos 20 años de edad. Stanley Wheeler abandonó la sala y volvió a aparecer en ella al cabo de unos ocho minutos con un Electroshock, para las descargas eléctricas por si el prisionero se resistía o intentaba escapar. Después, Tiana introdujo la llave en la cerradura de la puerta de rejas electrificadas; dirigió una mirada a su ayudante antes de hacer girar la llave.

-¿Estás seguro de que quieres hacerlo, Stanley?

-Pensaba que me llamaba Wheeler, jefe.

-Ya no sé cómo llamarte, la verdad sea cierta.

-Stanley está bien, Tiana.

-Supongo que sí, Wheeler.

Inesperadamente, sin avisar, Tiana hizo girar la llave y rápidamente colocó unas esposas en las muñecas del prisionero mientras le retiraba los brazos a la espalda.

-No se preocupe por si se escapa, Wheeler. El mismo día en que los encerramos aquí les colocamos un chip localizador en la nuca para poder saber dónde se encuentran.

Entonces, el joven Wheeler se frotó el cuello disimuladamente.

-Usted debería saberlo más que nadie, ¿no es así Stanley?- siguió.

-¿Por... por qué lo dice, jefe?- dijo con la voz temblando y lleno de nervios.

Tiana Hatterson se dio cuenta.

-Bueno, pues porque es usted quien controla a los prisioneros, ¿no es así?

-Ah, sí... sí... Se me había pasado por alto. Tiene toda la razón, señora.

Entonces, prosiguieron con el plan. La celda 0056 quedó abierta dibujando un ángulo de 75º, dejando paso al joven adolescente de 20 años esposado. Gruñía como un perro y se movía como un pesado oso, pero utilizando la agilidad de una pantera. Caminaron 8,56 minutos en completo silencio hasta llegar a una sala en forma de cúpula, de unos 10 metros de altura y 35 metros de largo; Tiana le retiró las esposas y de un fuerte empujón lo envió dentro de la habitación.

Al instante en que el prisionero pudo reaccionar, se enfrentó contra Tiana y corrió agresivamente hacia ella; justo en ese momento, la puerta se cerró y el adolescente se dio un fuerte golpe en la cabeza que podía haber resultado fatal si hubiera sido una persona con constitución humana. Cuando la directora se dio cuenta giró la cabeza en dirección al cielo y pudo localizar a su ayudante en una especie de cabina de control; le sonrió.

-¿Cómo querías que dejara morir a mi directora sin que me haya pagado la nómina de este mes?- empezó a negar con la cabeza rápidamente.- No, no, no...

Una ligera risa escapó de los labios de aquella seria empresaria, con lo que respondió rápidamente tapándose la boca con las manos. Obviamente, él lo vio. Y estaba orgulloso.
Entonces, con el gruñir de aquella "persona", si se la podía llamar de alguna manera, Tiana comenzó a subir las escaleras de dos en dos, saltando alegremente aprovechando que Stanley no podía verla. Cuando hubo llegado a la planta donde se encontraba Wheeler y se hubo sentado a su lado, con su cara más neutra posible; Wheeler señaló una pantalla diminuta.

-Son las grabaciones de la cámara de seguridad.- en ellas se veía claramente la escena de hacía tan sólo dos minutos donde Tiana subía con entusiasmo las escaleras.
Inmediatamente, sus mejillas se enrojecieron. Después, ambos enviaron una mirada a aquel prisionero que intentaba escaparse de aquella cúpula mordiendo las paredes de vidrio.

-Es imposible que escape de allí. Estos cristales son más duros que un diamante.- observó a Tiana y ésta asintió.

-¿Y qué me dices de la puerta?

-Electrificada. El triple de voltios que en sus celdas.- volvió a observar al captivo.- Va siendo hora de que presionamos el botón de Salida, ¿verdad?

-Supongo que sí, Wheeler. Empecemos la maldita partida.

Inmediatamente, Stanley Wheeler pulsó un botón rojo; la puerta se abrió lentamente y una mujer de la edad del preso entró en la sala. Iba vestida con nada más que su propia piel desnuda y interactuaba igual que el hombre.

-Ahora sólo nos falta sentarnos y observar la naturaleza.

-Exactamente, Wheeler, la terrorífica naturaleza que hemos creado.

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