CAPÍTULO I

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---ERROR---

1990. Noviembre 17. Laboratorio de Experimentos Altamente Confidenciales. Wallmet. Tiana Hatterson. Directora general del departamento de Conducta Animal Humana. 46 años. 3 hijas. Viuda. Eliseu Hatterson, marido, muerto durante un experimento fallido. Se desconocen las causas.

---ERROR---

La luz roja de la alarma parpadeaba y una sirena ensordecía a todo individuo que la oía. Tiana estaba sentada cómodamente en su butaca de piel. Encerrada en su despacho durante 5 horas consecutivas. No expresaba ningún tipo de emoción.

-Jefe, el prisionero se ha vuelto a escapar.

Tiana levantó la vista de su portátil de marca, convirtió su mirada neutral en una de ligeramente desafiante y se dirigió hacia aquel joven de menos de 30 años. Seguidamente, giró la pantalla de su portátil.

-¿Qué ve aquí, Wheeler?

-Un número, señora, pero ahora....- silencio.

-No es un simple número.- decía con toda la tranquilidad posible.- Es el 17. El día 17. De noviembre.

Cogió el calendario que tenía a su lado y se lo acercó lentamente mientras señalaba la fecha actual.

-Hoy es día 17 de noviembre de 1990. Hace exactamente 10 años de la muerte de mi marido.- dijo Tiana. Con calma, apartó el calendario de la cara del pobre muchacho y se lo acercó para ella misma. Hizo un leve resoplido.- Qué recuerdos, los del pasado. Como me gustaría volver a tener 30 años.- volvió a poner el calendario en su sitio.

-Lo siento mucho, señora; pero deberíamos solucionar el problema de la fuga.

-Supongo que sí, Wheeler. Qué remedio, ¿verdad? No me gustaría ver a mi empresa derrumbarse; al menos no antes de que me entierren.

-Ha sido el prisionero 0023.- dijo el joven empleado intentando no interrumpir bruscamente.- Ha vuelto a escaparse a mordiscos.

-¿No estaban electrificadas todas las vallas del recinto?

-Sí, señora, pero no me refiero a ese método. Ha utilizado otro.

Tiana se levantó de golpe del sillón y dio dos puñetazos a la mesa.

-¡IMPOSIBLE! ¡PERO SI SON ESTÚPIDOS! ¡TIENEN EL CEREBRO DE UN MOSQUITO!

-Supongo que todos los animales evolucionamos al paso del tiempo, sobre todo los humanos.

-Claro que sí, Wheeler; ¡pero durante millones de años! A este lo hemos tenido en cautiverio durante 30 años, es imposible que sepa nada más aparte de comerse los mocos. ¡No tiene ningún sentido!

El señor Wheeler se encogió de hombros y salió lentamente del despacho. Tiana se puso la mano en la frente y comenzó a preocuparse por primera vez en 15 años. La alarma dejó de sonar y la luz roja que desprendía se detuvo. Luego, la puerta del despacho se selló con el sonido de una cadena de hierro alrededor del pomo y un candado.
Una sonrisa caprichosa se proyectaba a través del cristal de la puerta.

-¡¿Qué clase de broma es esta, Wheeler?!

-Hemos atrapado al prisionero, desgraciadamente en estado de descomposición y evidentemente, muerto. Necesito enseñarle la clase de inteligencia con la que nos enfrentamos, por eso la he puesto en el mismo estado en que se encontraba él. ¿Cómo escaparía usted? ¿A mordiscos, quizás?

-¿Eres imbécil? Mi inteligencia es mucho más superior que la de aquel ser. Juego con ventaja. Además es imposible salir a mordiscos de esta situación.

-No lo crea tanto. La inteligencia es el arma más poderosa creada por Dios, pero inhabilitada puede ser el suicidio más estúpido. Buen viaje, señora Hatterson.- y después de esas palabras, desapareció de la puerta.

-¡Idiota! ¡Vuelve aquí y ábreme la puerta ahora mismo!

Pero aquel joven ya se había esfumado.

-Es imposible salir de aquí a mordiscos.- entonces, Tiana desvió una ligera mirada hacia su brazo derecho.- A no ser...

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