CAPÍTULO XIV

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---ERROR---

20:21. Noviembre 30. Charlett Street. Residencia de los Wheeler. Stanley Wheeler.

Stanley conducía su coche deportivo negro con el capón bajado. Sentía el frío viento en su rostro debido a la elevada velocidad que iba el vehículo. No podía dejar de pensar en la conversación que había tenido con Tiana sobre Ellen; y sus pensamientos estaban confundidos.

-Tienes que entregar a Ellen a su madre, igualmente que no sea lo que ella quiera. Es lo más correcto y de esta manera mantendrás tu trabajo, quizás te ascienda y todo.- decía un ángel imaginario sobre su hombro derecho.

-Tienes que mantener a Ellen escondida de su madre, es lo que Ellen quisiera. Además, ese trabajo sólo te ha llevado problemas así que si te deshaces de él mejor. Además, tal vez recibas una buena recompensa por parte de Ellen...- dijo un demonio imaginario que le guiñaba el ojo sobre su hombro izquierdo.

-Tienes razón.- respondió Stanley a su demonio particular. Después, los dos seres desaparecieron.- Mantendré a Ellen en secreto.

Wheeler aparcó su coche en el garaje y bajó orgulloso. Tenía ganas de ver a Ellen y ahora que estaba sólo por él, tal vez podría pasárselo mejor.

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Stanley no tenía padres. Sus padres murieron poco después de su nacimiento en un suicidio colectivo, estaba solo desde entonces. Tiana había sido la única persona que se comprometió a ayudarle; a la edad de 6 años ya estaba trabajando para ella. Por eso siempre había tratado a Ellen de una manera tan dulce: era lo único que tenía. Y era capaz de abandonar a Tiana si eso significaba quedarse con su hija.

¿Y su hermana?
Por favor, no me digáis que os habíais tragado semejante mentira. Si sólo Ellen lo supiera...

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Para su sorpresa, cuando abrió la puerta de su habitación encontró la cama vacía; buscó por toda la casa pero no encontraba a Ellen. Entonces, salió afuera y observó como el coche de Ellen seguía allí.

-No puede haber ido muy lejos.- se dijo para sí mismo.- ¿No?

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15:45. Diciembre 5. Kultow. Ellen Hatterson y Mauro. Gritos desgarradores. Almas demoníacas.

En las novelas de terror, siempre se define el mismo escenario: luna llena, 3 de la madrugada, oscuridad, soledad... Sin embargo, Ellen no estaba sorprendida por el escenario, sino más bien por los personajes que interpretaban semejante obra.

Decidió dividirlos en tres grupos:

LOS ESCLAVOS: Básicamente, estos representaban la mayoría de los seres que su vista conseguía ver, entre ellos: niños, adolescentes, adultos y ancianos; eran altos y tenían un cuerpo esquelético, por culpa del hambre, y rojizo, por los latigazos que recibían. Tenían la cabeza completamente rapada y un taparrabos, de lo que parecía ser tela sucia, alrededor de la cintura. A los que Ellen pudo ver el rostro, pudo observar como no tenían ni un solo ojo, nariz o boca. Como Mauro.
Sin embargo, soltaban unos gritos aterradores que resonaban por la cabeza de Ellen y no se dignaban a abandonarlo.

LOS DICTADORES: Figuras extremadamente altas, aún más que los Esclavos, y corpulentas que parecían llevar un uniforme que cubría sólo de la figura hacia abajo. Su piel era grisácea pero con un toque de rojez; aunque no la misma que la de los Esclavos, ésta era más viva y potente. También tenían la cabeza rapada pero llevaban el cuerpo cubierto de pelo negro; podría confundirlos perfectamente por osos, si no fuera por las extrañas palabras que iban recitando, pero no como si llamaran, más bien como si convocaran a alguien.
Había un par por cada centenar de los anteriores.

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