PEETA POV
No puedo estar quieto, me es imposible. Ya hace bastante rato que me he levantado de la silla y estoy caminando en círculos, tengo que dejar de hacer eso, estoy a punto de hacer un hueco. Haymitch no ha llegado, quizás todavía se está ocupando de Gale. Podría llamarlo ya que Effie nos ha comprado a él, a Katniss y a mí algo así como un teléfono, lo llaman celular, pero yo no he traído el mío, igual no le doy mucha importancia a ese aparato, es muy difícil de manejar. Pero ¿qué le diría? Oye Haymitch espero que estés bien, yo estoy en hospital sufriendo un ataque de pánico. ¿Cuándo vienes? Ya sabes, para poder comportarme mejor en tu presencia. No serviría de nada, ni siquiera tengo noticias de Katniss, solo veo que médicos entran y salen de su habitación. Yo quería acompañarla, pero no me dejaron, y lo peor era que tenía que esperar hasta las 8 am para poder verla; ahora son las 4 am. Tranquilízate Peeta, solo faltan cuatro horas más y podrás verla.
En ese momento veo a todos los doctores salir de la habitación de Katniss y se iban a otra dirección, solo uno de ellos fue hasta la sala de espera, que era donde yo estaba.
— ¿Sr. Mellark? —dijo.
— ¿Sí? Soy yo. — ¿Quién más va a ser? No hay nadie más que yo aquí a esta hora, aunque ese no es el punto ahora.
El doctor me da una mirada y vuelve a concentrarse en un registro. No aparenta tantos años, quizás veinte muchos o treinta pocos. Ojos claros, cabello moreno, piel algo bronceada; podría ser del Distrito 4.
—La señorita Everdeen se encuentra bien, solo con algunos moratones —suelto un suspiro de alivio—. Sigue dormida, pero despertará en algunas horas, como ya sabe, todavía no puede ir a verla. Aunque yo lo comprendo, a mí no me gusta esa regla tampoco, ya sabe, la que tiene que esperar hasta un cierto horario. —Agrego en un susurro.
—Me lo imagino doctor.
—Sé que no es de mi incumbencia, pero podría preguntar qué pasó para que Katniss se encuentre en ese estado —me dice—. Ingreso aquí con moretones en los brazos, respiraba con dificultad, tenía algunos pequeños trozos de vidrio y porcelana en la pierna izquierda y en su cara, además de que llego aquí inconsciente.
Vacilo antes de responder, pero le digo:
—Tengo que decirle doctor, yo tampoco sé que pasó. Baje las escaleras y la encontré así.
—Está bien, no lo molestare más. Si quiere valla a su casa y descanse un poco, después vuelva aquí. —Dice, su apariencia me parece familiar, aunque no le doy mucha importancia.
—Gracias doctor... —digo, no se su nombre o su apellido.
—Parnel. —Dice dedicando me una sonrisa a la cual yo se la devuelvo, se da media vuelta y se marcha a un pasillo continuo a una habitación.
Me siento en la silla donde estuve sentado solo treinta segundos. Me paro y voy hacia recepción, quiero pedir un teléfono, para así hablar con Haymitch. Llego hasta allí y me dirijo a la recepcionista:
—Disculpe —le digo, ella clava sus ojos celestes en mí—. ¿Podría darme el teléfono? Necesito hablar con alguien.
—Claro. Usted es Peeta Mellark ¿cierto? —me dice en tono algo inocente, mientras me entrega el teléfono.
—Sí, gracias. —Le digo mientras tomo el teléfono y doy media vuelta.
Marco el número rápidamente y llevo el auricular a mi oreja. Que suerte tiene Katniss. Oigo decir en un susurro detrás de mí. Rodeo mis ojos y espero a que alguien atienda el maldito teléfono, es decir, celular. Al cuarto timbrazo una voz, que no es la de Haymitch, atiende.
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¿Solo amigos? Yo no lo creo.
FanfictionDespués de la rebelión, las vidas de las personas de Panem quedaron destrozadas. Pero lo que a algunos los mantiene cuerdos es saber que los amantes trágicos todavía se aman. Pero, ¿es así realmente? Tal vez sea así, aunque ellos lo nieguen y digan...