CAPITULO 3: EL CAMBIO

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Después de la despedida con Peeta me fui al bosque, sentí sus ojos clavados en mí mientras me alejaba.

No había querido llevar muchas cosas. Así que mi bolso esta liviano. Solo necesitaba la chaqueta de mi padre, una foto familiar, la cuerda de Finnick y unas mudas de ropa.

Llegando al lago evite meterme ya que quiero guardar las cosas primero. Llegando a la cabaña deje mi bolso y me senté en la misma silla antes de venir a instalarme. Sera un gran cambio de vida comparado con la Aldea de los Vencedores, pero será fácil adaptarme, puesto que antes había hablado con Gale acerca de esto.

Decido ir a cazar. Voy al tronco a buscar mi arco y el carcaj de flechas. El agua del lago me servirá y tengo la cabaña y los arboles a mi disposición si necesito dormir. Al poco tiempo tengo varias cosas: tres ardillas un conejo y dos pájaros. Es un gran botín para una persona. Decido ir a la cabaña y hacer un poco de fuego para cocinar una ardilla.

Cuando estoy satisfecha trepo un árbol y me dispongo a contemplar todo lo que me rodea, hasta que límites puedo ir y lo que hay más allá.

Cuando oscurece voy a la cabaña y mirando el fuego me quedo dormida.

Me despierto por la mañana, bien descansada, disfrute de una noche sin pesadillas así que me levanto de buen humor. Cocino el resto de la presas y me como un buen desayuno, dos ardillas y la mitad del conejo. Nunca tengo tanta hambre pero se ve que hoy sí.

Salgo de la cabaña y camino al lado del lago, me dejo llevar y me doy cuenta de que me he alejado mucho de mi límite. Cuando estoy dispuesta a volver, veo humo saliendo unos metros más allá. ¿Humo? No es un incendio ya que se mantiene en el mismo lugar. ¿Hay alguien aquí además que yo? No lo sé. Pero no me voy a quedar con la duda. Cruzo al otro lado del lago y camino unos cuantos metros, me subo a un árbol y aprendo a saltar de uno en uno, tal como hacía Rue. Cuando estoy lo bastante cerca puedo ver una pequeña fogata con un conejo asándose en ella. Puede ser que alguna familia haya venido a acampar, pero lo descarto, un pequeño conejo no sirve para alimentar a toda una familia.

Me acerco un poco más y veo un arco un carcaj con flechas, parecidos a los míos, sé que no son los míos porque yo los tengo colgados en el hombre pero, ¿Por qué me resultan tan familiares? Solo había dos juegos uno lo tenía yo y el otro lo tenía… No, él no. Veo unas ramas moverse justo debajo de mí. Bajo la vista y abro los ojos como platos. Es él.

Bajo del árbol apresuradamente y me acerco hasta allí.

—Gale—digo.

Él se sobresalta y me mira con los mismos ojos que yo, abiertos de par en par.

—Catnip.

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Hola! Lo se, es corto pero estoy haciendo algunas tareas y no tengo tanto tiempo.

A la noche intentare subir otro capitulo :)

Besos.

¿Solo amigos? Yo no lo creo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora