CAPITULO 7: GRACIAS

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No sé lo que había pasado. Todavía estaba como en estado de shock, no podría describirlo muy bien.

FLASHBACK

Me desperté por un sonido de la puerta, pensé que había cerrado. Estaba segura de que era Peeta, no lo iba a dejar pasar después de lo que me hizo. Bajé sigilosamente las escaleras e hice un gran esfuerzo para hacer el menor ruido posible. Cuando vi a un hombre de espaldas, no era Peeta, él era alto, un poco ancho de espaldas y moreno. Retrocedí lentamente pero él volvió la cabeza muy rápido.

—Señorita Everdeen, cuanto me alegro de verla.

Ahí es cuando me di cuenta de que tenía un arma en la mano. Corrí escaleras arriba lo más rápido que pude, pero él me pisaba los talones. Me metí a mi cuarto y cerré la puerta.

—No quiero hacerle daño señorita Everdeen, pero tendré que hacerlo si no abre la puerta.

¿Qué estaba diciendo? Si no me haría daño, ¿Por qué tiene un arma? No iba a dejarlo entrar estaba claro, pero nadie podía ayudarme. ¿O sí? ¡Sí!

— ¡PEETA! ¡PEETA! ¡HAYMITCH! ¡AYUDENME!

No resistí más y el hombre abrió la puerta.

—No debió hacer eso señorita Everdeen.

Retrocedí lentamente mientras el hombre seguía hablando.

—Le dije que no quería hacerle daño, pero no me deja alternativa, ahora tendré que matarla.—Retrocedí tanto que ahora estaba en el rincón de mi cuarto, no debí hacerlo, ahora no puedo escapar. Solo cerré los ojos esperando una muerte segura.

Se abrió la puerta y abrí los ojos de golpe, era Peeta. Golpeo al hombre que no se percató de su presencia y lo dejo inconsciente en el suelo.

FIN DEL FLASHBACK

No soportaba que Peeta me viera llorar. Después de unos minutos apareció Haymitch, algo agitado, cuando ve todo el desastre que hay en mi cuarto, nos mira con ojos como platos.

— ¿Qué pasó aquí?—Pregunta Haymitch.

Le digo toda la historia, no solo para él sino también para Peeta, que tampoco le he respondido. Cuando termino, nos quedamos en silencio, o nos quedamos sin palabras o nos quedamos procesando todo lo que pasó.

Al final nos levantamos y Peeta se quedó conmigo en la habitación mientras Haymitch llamaba a los agentes de la paz. Yo no podía despegar los ojos de mi atacante todavía inconsciente y Peeta no podía despegarse de mí. Yo dejaba que acariciara mi pelo mientras me decía que todo estaba bien, aunque yo no le creía mucho.

—Iré abajo un momento —dije incorporándome.

—Está bien, me quedare aquí un rato más si no te importa.

—No hay problema —digo mientras salgo de la habitación.

Intento seguir hasta el salón, pero no puedo, ahí estará Haymitch y no estoy de humor para conversar justamente con él. Me detengo en el último escalón y me siento. Podría ser un seguidor de Snow o de Coin, quizás es alguien del distrito 2, alguien que le gustaba todo el rollo de los juegos del hambre. —Pienso, es probable pero no lo he visto todavía, ni siquiera le vi el rostro para confirmarlo. Veo que llegan los agentes de la paz y Haymitch los guía hasta mi habitación. ¿Cómo entraron en tanto silencio? ¿Por qué hace frío aquí dentro? Me levanto de un salto y camino hasta el recibidor: la puerta estaba destrozada. ¿Quién habrá sido? ¿Fue Peeta o Haymitch? Alguno de los dos fue, pero no he… espera sí oí algo. Cuando la persona me estaba acorralando oí algo que venía desde abajo, pero no le di mucha importancia, pensé que era  un ruido desde afuera de la aldea.

Oigo pisadas en la escalera y me acerco hasta allí, eran los agentes de la paz que traían a mi atacante a rastras; Peeta y Haymitch los seguían. Los uniformes de los agentes de la paz ya no son como los anteriores. Ahora no traen esos estúpidos cascos, no traían nada de hecho; el uniforme es como el de los habitantes en el Distrito 13, solo que un poco más claros, además de que tienen sus nombres y apellidos bordados en un lado. Eran 3 agentes. Dos hombres y una mujer. La mujer estaba hablando con Haymitch, mientras que los hombres se retiraban de la casa con mi atacante todavía inconsciente. Peeta se acerca y me dice:

—Siento lo de tu puerta, pero estaba cerrada y no podía entrar.

—Así que fuiste tú —digo riendo—, ¿te lastimaste? ¿Te duele algo?

—Estoy bien, Katniss.

—Eres muy mal mentiroso Peeta, nadie puede derribar una puerta y salir ileso, vamos dime.

—Está bien, fue el brazo derecho —me dice—, pero estoy bien en serio.

— ¿Tú crees? ¿Entonces por qué te lo agarras si dices que no te duele? —le digo, él se percata de eso e intenta apartarlo rápido, pero no evita que lance un grito ahogado— déjame ver, no sé cómo esta y además puede que te lo hayas quebrado.

— ¿Por qué a mí? —dice en voz baja, pero no puedo evitar reírme por su comentario.

Lo llevo hasta la cocina y nos sentamos en las sillas de la mesa. Intento tocarle el brazo con cuidado, pero Peeta no hace más que lanzar pequeños grititos cada vez que lo hago.

—Peeta, esto fue más que un simple golpe, además de que mi puerta era muy “fuerte”. Yo no puedo atenderte esto, tendrías que ir al hospital —le digo, cuando digo la palabra hospital su rostro se tensa hasta formarse en una mueca de espanto, me rio ante su expresión—. Peeta, no te dará miedo el medico ¿no es cierto? —digo en tono divertido.

— ¿De qué hablas Katniss? ¿Yo? ¿Miedo a un médico? Que buenas bromas haces. —Me dice en un tono de indiferencia.

—Como lo dije antes Peeta, eres muy mal mentiroso. Oh vamos, ¿qué tiene de malo una persona que puede hacerte sentir mejor? —Digo, aunque su rostro se relajó, yo planeaba otra cosa— Quizás sean las agujas, los puntos, cuando tienen que abrirte para hacerte una cirugía… —Digo, su rostro se volviendo más terrorífico, lo cual es muy cómico. No aguanto más y me rio con fuerza.

—Mira que gracioso Everdeen. Ja ja muy gracioso. —Me dice en tono irónico, mientras intenta ocultar una sonrisa.

—Vamos, yo te acompaño y estaré contigo todo lo que quieras —le digo, en su rostro se forma una pequeña sonrisa y yo se la devuelvo—, pero vamos ahora, podría ser peor de lo que creo, además todavía tengo sueño y agradece que estoy bien despierta ahora. —Digo lo cual hace que se ría un poco.

—Está bien, pero un momento que estoy solo y no te la perdono —me dice en tono juguetón—. Gracias, Katniss. —Dice con una sonrisa, se la devuelvo y le digo:

—Gracias a ti también Peeta.

—Sabes que siempre lo haría, no importa donde estés ni tampoco donde esté yo.

Sonrío y vamos hasta el salón para decirle a Haymitch. Y así sin más nos vamos, caminando con cuidado, hablando, riendo. De no ser por el brazo de Peeta, todo sería perfecto.

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Hola!

Ya se, ya se, una promesa incumplida, pero hay un pequeño gran problema: ESCUELA. Ese espantoso lugar que va empeorando depende tu edad y que te da tarea de a monton.

Al menos tuve tiempo hoy, a partir de ahora voy a subir capituos los viernes, sabados o domingos, que es donde tengo un poco más de tiempo.

Salteando el tema, espero que les haya gustado el capitulo :) No se vallan sin comentar si les gusto o no. Sé que va un poco lento, pero se pondrá más interesante a medida que avancemos.

Besos <3

¿Solo amigos? Yo no lo creo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora