Cαριτυlo ι

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"Proρυεsτα"

El gran sacerdote es toda una ficha, no lo digo por que si. Todos lo pueden comprobar con el número de hijos que tiene. Es extraño que se reúnan todos, pero no significa que no se frecuenten. La mayor de todos no deja de pensar en todas las locuras que podría decir Marcarita, sabía que tenía que ponerle un alto. Vados le había mencionado a Martinne sobre algunos juegos que podrían hacer las cuatro. Marcarita terminaba de hacer sus deberes antes de retirarse, tenía tanto que contar y demostrar que había dejado las bromas y la diversión atrás, mostrarlas cuando eran debidas y enfocarse más a su trabajo. Estaba por retirarse— Señorita Marcarita, disculpe mi inoportuna llegada.

No hay problema, puedo esperar algunos minutos —. No le molesto en absoluto la llegada del mortal.

Antes que nada quería saber ¿ Usted está disponible esta noche ?, un amigo quisiera conocerla mejor y por ello la invita a una cita.

Es una lastima, iba de salida —confesó el ángel— tengo curiosidad de saber de quien se trata. Quizás otro día.

—No se preocupe —. Al parecer el sujeto se encontraba desanimado— le avisaré a mi amigo.

lo lamento.

Se ve hermosa. Siempre lo es, pero esta vez se nota que será importante con quien se vea.

Si —. Contestó la ángel con una sonrisa— estaré con mis hermanas.

—¿Entonces ,no tiene novio?— pregunto el mortal.

Es hora de retirarme —. Era el momento oportuno para una despedida—. Si necesita al señor Vermoudh, él se encuentra dentro del Palacio, fue un placer volverlo a ver. Por cierto ¿Quien es ese amigo?.

No lo puedo decir pero si que es alguien muy interesante, sólo venía a verla y supongo que a comprendido mi misión —el ángel se quedó confundida y veía como el mortal se alejaba, suspiro y después de ver lejos decidió retirarse.

Al llegar al sexto universo, Marcarita sonrió. Fue recibida por el Dios de la destrucción, quien se encontraba aburrido. Ambos caminaron en silencio, pero antes de llegar a la habitación donde se reunirán los ángeles, el dios hablo— dile a Vados que iré a visitar a Bills, que no se preocupe, nuestro kaio-shin se ofreció a llevarme —la ángel se sorprendió al ver al dios actuar de ese modo. Era extraño, ¿Desde cuando los kaio-shin aceptaban llevar a su Dios a otros universos? Por esa razón ellos, los Ángeles eran los encargados para esa clase de cosas, acompañar a su Dios— sólo camina dos puertas a la derecha y una a la izquierda, ahí encontrarás a Vados —después de esto el Dios se alejó.

Que extraño —dijo para ella misma. Después se dispuso a buscar a sus hermanas. Camino algunos metros y ya se podían escuchar las risas. Vados hablo, pero era incomprensible, al parecer el volumen en su voz había disminuido. Llego y se posicionó frente a la puerta que la separaba de sus hermanas, dio algunos toques y la voz dulce de Kusu contestó— adelante —. Marcarita entró, la mirada de sus hermanas era extraña, ocultaban algo— pensé que eras el señor Champa.

—¿Que?... No, yo No —decía Marcarita— Por cierto, el señor Champa se a retirado al séptimo universo.

En ese caso, aprovecharé para proponerles una cosa —dijo Vados.

¿De que se trata? —pregunto la mayor.

Es un reto, un pequeño e insignificante juego —. Marcarita tenía un mal presentimiento a esa propuesta, pero sus hermanas mostraban emoción—, he notado que el señor Champa a estado estaño. Es más atento y considerado, por tal motivo supuse que está enamorado.

—¿Que tiene eso que ver con el juego que propones? —pregunto Martinne.

El juego es, que enamoremos a nuestros dioses de la destrucción —propuso Vados sonriendo— además les haríamos un favor, ellos vivirían pensando que alguien los amo.

Pero no sentimos nada por ellos —dijo Marcarita— ¿Eso no es contra las reglas?, el gran sacerdote se molestará.

Es un juego, diviértete por una vez, además, morirán en cualquier momento, da igual, nuestra vida es larga y no es muy común que me divierta.

Sería incomodo.

¿Tienes miedo? —, le retó Martinne

No, pero... —decía la mayor— esta bien, yo seré parte del juego.

Yo también me uno —le siguió Martinne.

—¿Marcarita? —pregunto Vados esperando la respuesta de su hermana— faltas tu, ¿Que dices?.

Me niego —en tono serio.

Como gustes no te rogare, es tu decisión —, se veía molesta— supongo que nuestra platica no será de tu interés, si quieres te puedes retirar — se acercó a la puerta de su habitación y la abrió. Marcarita mira a su hermana y sonríe.

Me alegra volver a verlas.

Por cierto, antes de retirarte, quisiera recordarte que no debes decir nada —Marcarita la miro molesta— recuerda la promesa que hicimos, lo que hablemos entre nosotras, nadie más lo debe saber.

Marcarita se limitó a hablar y salió de la habitación, no podía creer la actitud de Vados y menos que sus otras hermanas se quedarán calladas. Se alejó de aquel universo. Pensó lo que haría una y otra vez.

Decidió ir y decirle a su padre, sabía que rompería la promesa que le hizo a sus hermanas, pero eso que harían no es un juego o al menos esa era su forma de pensar. Al llegar al Palacio del Rey de todo su padre la recibió, pero al parecer este al escuchar las quejas de su hija, la miro molesto — ¿Sólo por eso vendiste a buscarme?.

Pero, ellas harán algo que no es... —el gran sacerdote no quería gritarle a su hija, pero no lo resistió más.

—Deja de incriminar a tus hermanas, debes madurar y como tu padre te lo digo por que te amo —. Marcarita no sabia que decir, por tal motivo el gran sacerdote se tranquilizo— ¿Tienes pruebas? —Marcarita negó con la cabeza—  en ese caso, búscame cuando estés segura y tengas pruebas que es real —, dijo el Gran sacerdote pensando que era un juego por parte de Marcarita.

No me crees —contesto Marcarita con lágrimas en sus ojos.

Quiero creerte, pero... —Marcarita se alejo— lo siento, supongo que no fui lo suficiente estricto contigo.

Besos de lujuriaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora