Capítulo 9

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Era una mujer que brillaba con luz propia y no había manera de ignorarla. Lucía un maquillaje tan radiante como el resto de su persona: verde lima en los parpados , carmín magenta en los labios y esmalte a juego en las uñas.
-¿Querías verme antes de que me fuera?
-sí- respondió él, apartando la vista de ella por primera vez desde que entró en el despacho. Paseó la mirada por los objetos que Paige había dejado de cualquier manera en la silla y sintió el impulso de guardarlos o colgarlos de una percha.
-¿Vas a despedirme?
-No lo creo... cuéntame más de tu situación.
Ella frunció el ceño e hizo una mueca con los labios.
-En pocas palabras, Shyla era mi mejor amiga. Nos mudamos aquí juntas. Ella se echó un novio, se quedó embarazada y él la dejó. Durante un tiempo todo fue bien porque estábamos juntas. Pero al dar a luz a Ana se puso muy enferma, perdió mucha sangre en el parto y ... se formó un coágulo en los pulmones - se detuvo para tomar aire- murió y nos quedamos Ana y yo solas.
Dante sofocó la extraña emoción que le traspasó el pecho al pensar en una niña huérfana.
-¿Y los padres de tu amiga?
-La madre de Shyla murió. Su padre aún vive , que yo sepa, pero no podría ni querría ocuparse de una niña pequeña.
-Y tú no puedes adoptarla a menos que estés casada.
Ella dejó escapar una exhalación y se puso a caminar de un lado para otro.
-No es tan sencillo. No hay ninguna ley que lo exija, pero Rebeca Addler, la trabajadora social,  no ocultó su disgusto cuando vio mi apartamento.
-¿Qué le pasa a tu apartamento ?
-Es pequeño. Es un lugar agradable y está en un buen sitio,  pero es pequeño
-Las viviendas son muy caras en San Diego
-Sí. Muy caras. Por eso no me puedo permitir una casa más grande y Ana tiene que compartir un cuarto conmigo.  Sé que un apartamento en un quinto piso no es el lugar ideal para criar a un niño , pero mucha gente lo hace.
-Entonces ¿Por qué no puedes hacerlo tú? -quiso saber Dante, sintiendo como la frustración crecía en su pecho .
-No lo sé. Pero así me lo dio a entender al decirme que Ana estaría mejor con un padre y una madre. Me quedó muy claro que no quería concederme la custodia... y me entró el pánico.
-¿Y cómo acabó mi nombre en la prensa?
Ella se puso colorada.
-No sé cómo pudo ocurrir .Rebeca jamás haría algo así. Tal vez lo hizo quien se ocupó del papeleo , porque ella escribió una nota.
-¿Una nota?
-Sí.
-¿Qué decía?
-Tu nombre. Que estábamos recién comprometidos. Dijo que tal vez fuera útil.
-¿Y no crees que se debe a que soy millonario más que al hecho de que vayas a casarte?
No se hacía ilusiones sobre su encanto. O mejor dicho, sobre su falta de encanto. Lo único de él que atraía a las mujeres era su dinero. Aquella trabajadora social no sería una excepción. Económicamente hablando,  podría mantener a uno o varios hijos. Una forma lamentable de decidir el parentesco.
Pero así funcionaba el mundo. Lo había aprendido pasando de la indigencia a tener más de lo que podría gastar.
-Es posible- admitió ella , mordiéndose el labio inferior.
El teléfono empezó a sonar y Dante conectó el alta voz .

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