Capitulo 2 pt 6: La posada

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No encuentro a nadie al asomarme por el pasillo, en cambio, a mis espaldas, la ventana vuelve a rechinar y el viento se hace eco en toda la habitación. Me acerco con cautela para no pincharme en caso de que la lumbrera se cierre con fuerza. 

—Con razón no cierra

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—Con razón no cierra. Tiene una abolladura en el marco —digo entre dientes, molesta.

Suspiro al sentirme hastiada, acomodo los papeles y me largo. No hice más que tocar el pasillo y de una manera abrupta la puerta se cierra detrás de mí, sobresaltada observo y escucho como se introduce una llave en el cerrojo. Lo recuerdo perfectamente bien, no había nadie más que yo en ese cuarto. 

Camino hacia atrás, y las demás puertas se cierran al unísono, se escuchan fuertes golpes en este cuarto. Recojo la cesta y doy fuertes pisadas sin mirar hacia atrás. Bajo las escaleras y menciono que ya había terminado.

—Estaré afuera por si preguntan por mí —simplemente, sigo caminando hasta salir de la casa y paro en seco cuando siento la brisa alocar mi cabello. 

Hacía frío, por lo que agradecía tener mangas largas

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Hacía frío, por lo que agradecía tener mangas largas. Camino por el patio y le doy la vuelta redonda a la casa para detenerme frente a la ventana que había inspeccionado. Busco con la mirada en el segundo piso la ventana que no se deja cerrar, y ahí estaba, abierta nuevamente. Me fastidia verla así,vuelvo a entrar a la casa, subo las escaleras y me dirijo a ese cuarto, trato de abrir la puerta que ahora está cerrada, forcejeo el cerrojo con ganas de tumbar la puerta y arreglar yo misma el marco. Vuelvo al patio refunfuñando,escuchaba como esa ventana se cerraba y se abría con el viento y nadie hacía algo para arreglarlo. Inquieta llamo la atención de algunos hombres.

—¿Alguien desearía arreglar esa ventana? —señalo.

—Esa la arreglamos esta mañana —muestran seguridad cuando uno de ellos contesta.

—No, el marco tiene una deformación que hace que haya un desnivel cuando esta se abre. Me hastía esos choques —se quedan callados— ¿y bien? —rompo con el silencio— ¿Necesitan una demostración?

—Sissi— se acerca François buscando mi mirada —¿se encuentra bien?

—Olvídelo— levanto las manos en modo de proteger mi espacio personal— solo arreglen esa maldita cosa. 

El último cuerpo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora