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Más cabreada que un mono. Ese es mi estado ahora mismo. Vengo de casa de mi madre de despedirme y eso, ya que mañana me voy al pueblo. Y no entiendo cómo coño puede estar tan contenta, mientras yo estoy entre nerviosa e indignada y cuando se lo he hecho saber me ha dicho que ella está feliz porque en el pueblo es donde más feliz ha sido en toda su vida, y yo también. Y que además así recupero una parte de mis raíces que
seguro que me viene bien y hasta podría hacer las paces con mi tía y no sé cuantas tonterías más. Joder cuanto más lo pienso más me enervo.
Aún no sé como Almudena se las ingenio para convencerme de hacer este viaje durante su última visita. Bueno si lo sé, usó la táctica “virus”. Aprovechó que era la noche mexicana, es decir, burritos, coronitas y mucho tequila, para pillarme con las defensas bajas y atacar la muy pérfida.
- Nenassss, nelse… nesel… ne-ce-si-to que vengáis. Tenis, tiieeeeneeiiiíssss, tee-né-is que ver la casa del Rrrrrubio - No sssé- dije yo al tiempo que me reía de oír hablar a mi amiga. Aunque mis dudas quedaron amortiguadas por los gritos de Marta.
- ¡Clarooooo que sí guapi! ¡Lo que la novia diga! ¡Otra ronda por la novia!
Y a partir de ahí todo se vuelve un poco confuso para mí. Aunque recuerdo pedazos de cómo Marta, alias bob esponja (esa no bebe alcohol, lo absorbe la muy hija de la
chingada), lo organizó todo para poder cerrar nuestro negocio durante todo el mes de Agosto y nos hizo sellar el pacto haciéndonos un tatuaje en la muñeca con nuestras iniciales, aunque cualquiera que lo vea cree que pone “AMA”, lo cual con la moda esta del Grey ha dado lugar a más de una confusión e insinuaciones raras.
En fin, que aquí estoy, de camino de casa de la misma Marta para ayudarla a hacer su maleta, mientras no dejo de pensar en mi madre y en su charla. - ¿De verdad tenemos que ir?- preguntó por enésima vez mientras Marta me enseña unos vaqueros que no sabe si meter o no en la maleta.
Tiene la habitación echa una pocilga, con lo pulcra que es ella. Ha sacado toda la ropa de los armarios y cajones y ahora la está organizando en tres montones: posibles para llevarse, descartados y ropa para cáritas.
- Joder Adri, cualquiera diría que es mi pueblo al que vamos a pasar las vacaciones en lugar de al tuyo.
- Es que no es mi pueblo…
- ¡Pues viviste en él los 15 primeros años de tu vida, guapa!
- Era el pueblo de mi padre - digo obviando claramente su última frase – Además ¿vacaciones?, ja, conociéndoos tendréis preparadas todo tipo de actividades desde
senderismo a verbena en el parque, y para colmo el poco tiempo que nos quede libre lo utilizaremos para terminar de concretar boda de Adri. A eso no se le pueden llamar vacaciones.
- Nunca he ido a la verbena en el parque del pueblo, así que no puedo opinar, pero a mi me gustan las actividades al aire libre y a ti también, por si se te había olvidado. Y te
recuerdo que organizar eventos es nuestro trabajo. Y además nos encanta y se nos da de lujo todo sea dicho de paso.
Esto último es verdad. Lo mejor que me ha pasado en la vida es “Yo te lo monto”, nuestra empresa. Hace 4 años, Marta me convenció para invertir en su idea. Una empresa de organización de eventos. Ella que había acabado empresariales, estaba harta de ir dando tumbos de una entidad bancaria a otra haciendo sustituciones, y yo… bueno,
yo era harina de otro costal. Cuando terminé el instituto, con unas notas brillantes, todo hay que decirlo, no me decidía por ninguna especialidad. ¿Cómo esperan que con 17
años sepa a qué me voy a dedicar el resto de mi vida? Así que no me matriculé en nada,
ni universidad ni grado superior. Decidí que como no sabía a qué dedicarme, pasaría el
año haciendo cursos hasta encontrar mi vocación. El único problema es que cuando terminó el año seguía con las mismas dudas, así que podría decirse que me he pasado 4
años haciendo cursos, y trabajando en diversos sectores, de modo que tengo un currículo bastante variopinto. He realizado cursos de: Interiorismo, secretariado, inglés, francés, lengua de signos, peluquería y maquillaje… hasta me apunté a uno de electricista. Iba bastante bien, hasta que en una clase práctica me dio un calambrazo y ahí se terminó mi romance con el mundo del fusible. Bueno no terminó del todo, porque
el curso lo acabé, eso sí. Después de ver lo que se rieron de mi el primer día de clase todos los “machitos”, algunos imberbes y con granos pajeros y otros con un barrigón
que seguro que le tapaba sus partes nobles, decidí que aunque muriese electrocutada el curso lo terminaba si o si ¡El orgullo sin duda es mi mayor pecado capital! Ahora bien,
no he vuelto ni a cambiar una bombilla yo sola. De hecho siempre tengo un trozo de madera a mano cuando tengo que enchufar aunque sea el secador de pelo. En fin, volviendo a la cuestión de mi historial de estudios varios, mi madre suele decirme que soy “el maestro liendre, que de todo sabe y nada entiende”.
Durante ese tiempo conseguía trabajos eventuales, con un contrato basura y un sueldo más basura aún. Así que cuando Marta me contó su idea y me invitó a invertir parte del
dinero de la herencia de mi padre, para poner la empresa en marcha, me pareció genial.
¡Y ahora sé a qué quiero dedicar mi vida!
El principio fue muy duro. Pasamos dos años realmente malos, en los que creímos que tendríamos que cerrar, ya que las deudas nos comían (literalmente), pero hoy por hoy
somos una empresa consolidada en el sector. De hecho tenemos un trabajador a tiempo completo, Dani, y seis eventuales que nos sirven de apoyo en los eventos.
Pero bueno, que me voy por las ramas. Yo lo que quiero es quedarme en Madrid. Bueno eso no es cierto, no me quiero quedar en Madrid, pero no quiero ir al pueblo así que
tengo que seguir convenciendo a Marta, la cual sigue haciendo montones con la ropa y
mostrándome una pieza detrás de otra.
- Además en el pueblo hace mucho calor, Murcia en agosto es como un asadero de pollos, te lo aseguro- yo voy a seguir con mis quejas, igual la ablando y al final cancelamos el viaje con alguna excusa. Aunque tampoco me hago muchas ilusiones.
- Pues si hace calor nos vamos a la playa.
- El pueblo no tiene playa.
- Pero tiene un río precioso en el que nos podemos bañar.
- Pero no playa- insisto.
- Pues se coge el coche y en una horita más o menos, nos plantamos en Mazarrón o La Manga.
- Joder, ¿desde cuándo eres representante de la guía Repsol?
- Mira ya me estoy cansando de oír cómo te quejas. Se supone en primer lugar que Almu es una de tus mejores amigas y se casa, ¡se casa! y te ha pedido que vayas a ayudarla en ese día tan importante para ella. También se supone que has venido a ayudarme con la maleta – me suelta señalando en primer lugar la maleta vacía y después la habitación llena de ropa y yo empiezo a sentirme un poco culpable, pero tampoco mucho - Además yo estoy deseando ir, no te haces ni una idea de lo triste que fue mi infancia sin pueblo familiar que visitar. Todas mis amigas se iban a pasar las vacaciones al pueblo de turno, y yo con esto de tener unos padres tan castizos, no podía salir de
Madrid. No sabes lo que era cuando volvían y me contaban las anécdotas de todo lo que habían hecho en el pueblo, habían cogido grillos, se habían bañado en la poza más
helada del mundo, no tenían horario para recogerse… ¡Se pasaban semanas restregándome sus maravillosos pueblos! Así que no quiero oír ni una queja más. Yo voy y tú vienes conmigo, como socia o como amiga, tú decides, pero venir vienes por la
gloria de mi madre.
- ¡Pero si tu madre está de crucero con tu padre!
- Pues eso, en la gloria – y es verdad. Desde que los padres de Marta se jubilaron, él era contable como su hija, y ella maestra de escuela, es raro que pasen más de dos meses en
Madrid. Se pasan el tiempo viajando.
- Tú no lo entiendes…- resoplo ya resignada a mi suerte y me dejo caer en la cama aplastando la ropa.
- Si que lo entiendo churri- dice Marta sentándose junto a mi, mientras tironea de una camisa que ha quedado debajo de mi. A pesar de sus esfuerzos por sacarla de debajo no
me muevo ni un milímetro. Esa va a ser mi pequeña venganza, y me veo a mi misma frotándome las manos como las moscas. Me meo
– Entiendo que no pisas el pueblo
desde que tuviste aquel encontronazo con tu tía – sigue ella hablándome ajena a mi maldad- Sé que para ti tiene que ser doloroso, pero ya no eres aquella chiquilla de 18 años. Han pasado diez años, igual las cosas han cambiado – al ver mi gesto de
incredulidad, se apresura a añadir, mientras sigue intentando rescatar la camisa – Además, ahora eres toda una mujer, guapa, sexy, exitosa profesionalmente y no deberías
dejar que aquello te afecte. Y te recuerdo que en el pueblo también va a estar tu tío Pepe y con él te llevas genial. Además, digo yo que no vamos al país de Liliput, igual ni os veis.
- No sabes lo que dices. ¿Cómo no nos vamos a ver? Seguro que en el momento que aparquemos alguna vecina chismosa le va con el cuento de que su “sobrina pródiga” ha
vuelto.
- La historia bíblica habla de hijo, no sobrina, y por si fuera poco- bufa dando otro tirón a la camisa - ¡eso es una tontería! Yo misma hace al menos dos semanas que no veo a la
señora Carmen. Y vive en el piso de enfrente.
- ¡¿Hace dos semanas que no la ves?!
Y al decirlo, y juro por lo más sagrado que ha sido sin querer, me he incorporado y Marta que seguía tirando de su camisa ha caído despatarrada al otro lado de la cama. Y yo me río tanto que pierdo las fuerzas de las rodillas y me caigo también. Un show.
En fin ahora que me he calmado un poco y volviendo a lo que me da vueltas en la cabeza… es raro que Marta no vea a esa señora desde hace tanto tiempo, es una cotilla de lo peor, siempre en bata y con rulos, sé que suena muy tópico pero es cierto. Y no sé por qué pero una idea muy fea esta empezando a tomar forma en mi mente calenturienta.
- Es raro- digo poniendo voz a mis pensamientos. Puede que suene egoísta, pero paso de tragarme este marrón yo sola.
- ¿El qué? ¿Qué seas tan desconsiderada que primero te tiras sobre mi ropa sin importarte arrugarla y después me tiras de culo y ni siquiera me ayudas a levantarme?- dice indignada con las manos en sus caderas. Marta tiene un cuerpo muy bonito, no es especialmente alta, aunque tampoco es baja. Digamos que es estándar. Lleva el pelo
castaño con un degradado rubio que realza sus facciones, grandes ojos marrones que ahora me están taladrando, pómulos altos, una naricilla que a penas le sostiene las gafas de sol, y unos labios un poco finos, pero bien formados.
- No, eso no – digo haciendo un gesto con la mano quitándole importancia al asunto para desquiciarla un poco más. Y por su bufido, estoy consiguiéndolo de maravilla. Me
encanta pinchar y ver las reacciones de la gente.
- Entonces ¿qué es lo que es raro?
-Pues creo que es raro que no hayas visto a tu vecina en tanto tiempo.
- No veo que tiene de raro. Llevo viviendo aquí tres años y aún no conozco a los vecinos de abajo.
- Ya, pero…Me estas diciendo que hace dos semanas que no ves a tu vecina, esa misma que lleva desde que te mudaste aquí espiándote por la mirilla y sale a saludarte cada vez
que entras o sales de tu piso. La misma vecina que cuando hace “cocretas”, un mínimo de dos veces por semana te trae un tuper sea la hora que sea. Esa de la que te quejas
constantemente porque sabe hasta si has engordado 200gramos y se ofrece amablemente a recordártelo por la mañana nada más abrir la puerta de tu casa. La señora Carmen que…
- ¡Si, si, si, joder esa misma! - Me corta de golpe.
Madre mía. Esto es peor de lo que pensaba en un principio. Así que allá voy. A soltar la bomba.
- ¿Y no has notado un olorcillo raro en las escaleras? Porque yo nada más abrir el portal lo he notado.
- Pues si, ese olor lleva rondando las escaleras un par de semanas, imagino que alguna rata habrá caído en la trampa y el gandulazo del portero… - empieza a decir con desdén
hasta que se da cuenta de dónde quiero ir a parar. Marta es tan expresiva que sé en el instante justo en que la idea va tomando forma en su cabeza. - ¡Ay dios, ay dios, ay
dios! ¿No estarás insinuando que la señora Carmen es la rata? ¡Ay la virgen, ay el señor, ay todos los santos del cielo!
- Tranquilízate- intento calmarla, aunque yo estoy más atacada que ella.
La verdad es que esperaba que Marta me tranquilizase a mí diciéndome que no pasa nada, que la señora se ha ido con unos parientes o yo que sé. Lo último que esperaba es que mi amiga me diese la razón. Al ver que Marta sigue como si fuese uno de esos
niños santos que no paran de invocar a la virgen y se balancean de adelante a atrás mientras están como en trance, empiezo a acariciarle la espalda de manera rítmica,
mientras le susurro que se relaje. Lo malo es que no sé como voy a relajarme yo.
- Shh, Shhh…Relájate Marta que te va a dar un parraque como dice Almu. Vamos a ver, en primer lugar, respira, inspira, respira, inspira…- cuando su respiración empieza a hacerse normal, voy hasta mi bolso saco un cigarrillo y me lo enciendo. La primera calada parece que me tranquiliza un poco, así que vuelvo a la carga - ¿Recuerdas si en
algún momento te comentó algo de que se iba con algún familiar? - Que diga que si, que
diga que si, que diga que si…
- No, que va, la señora Carmen no tenía familia. - ¡Mierda pura! Probaré otra vez.
- Y ¿alguno de esos viajes que organizan para las personas mayores?
- Que no, que no, que ella no iba a esas excursiones llenas de chochos verdes, como ella decía. Pobre mujer, sin familia, sin amigos, sólo me tenía a mí…
- ¡Joder, no hables de ella en pasado, que me da repelús! - le digo y le pasó el cigarillo con la esperanza de distraerla. Porque ya le estoy viendo los ojos húmedos y lo último que necesito es que ella se desmoroné o nos caemos con todo el equipo.
Madre mía, me estoy empezando a poner histérica. ¡Vamos a ver Adriana Martínez, respira, respira, respira…! Intentó controlar la respiración para ver si así la situación se controla también, pero Marta no me da tiempo.
- ¿Y ahora qué?¿qué hacemos? ¿Llamamos a la policía?
Joder, joder, joder… Cabeza fría, respira, inspira… Igual resulta que todo es una paranoia nuestra, o bueno mía y contagiosa, como esos virus de estomago que empieza algún miembro cercano y se va extendiendo hasta que cae todo el que lo rodea. Igual todo esto no es más que una tontería provocada por tener netflix. Sí si, por tener netflix y acceso a todo tipo de series policíacas que al final sólo consiguen hacer daño. Lo
dicen los expertos, cada vez sabemos más métodos para matar y ocultar el cadáver y todo eso. ¿Cadáver? ¡Ay dios!
- No podemos llamar a la policía con algo que seguro sólo es producto de nuestra imaginación – repito en voz alta a ver si así se hace realidad - Así que no. Primero vamos a preguntar al resto de los vecinos si saben algo de ella. O si la han visto. Hemos
tenido mucho trabajo últimamente para poder adelantar y cogernos las vacaciones para ir a ver a Almu, ¿recuerdas? Así que igual cuando has llegado a casa ella ya estaba
dormida.
- La señora Carmen era como los búhos, dormía poco y de día, mientras echaban la novela de la primera. Y luego se enfadaba tanto por habérsela perdido…
- ¡Que dejes de hablar de ella en pasado coño ya! Y venga, sécate esas lágrimas y vamos a movernos, que seguro que dentro de un rato estamos aquí descojonadas de la risa- y
mientras lo estoy diciendo ruego internamente para que sea cierto.

NO HASTA QUE ME DIGAS TU NOMBREDonde viven las historias. Descúbrelo ahora