7

40 5 0
                                    

Hemos hecho un ridículo espantoso, esto está claro, pero al final hemos conseguido primero que Manu se riese un rato, segundo pasarlo bomba y en tercer lugar y lo más importante, el altavoz que ahora suena a todo volumen mientras hago la comida, bailo, canto y los demás se bañan.
Siempre que me junto con éstas pasa lo mismo, me toca cocinar a mí. Vale que me gusta, vale que se me da bien, y vale que he hecho varios cursos de cocina (¡como no!), pero joder, para hacer unos macarrones con carne no hace falta tener una estrella
michelín. Eso sí, yo cocino, pero ellas friegan y ponen y quitan la mesa. Hasta ahí podemos llegar.
Cuando tengo todo preparado los llamo para que empiecen a poner la mesa. Manu va directo al congelador y saca un litro de cerveza fría como la nieve y empieza a servir vasos a todas, empezando por mí, que para eso soy la cocinera, según sus propias palabras. Por lo visto cuando Almu ha hablado con él por teléfono le ha dicho que pasase por el chino “David”, para subirse unas cuantas cervezas más, que si no nos íbamos a quedar cortos. Y visto lo visto, tenía razón.
Los macarrones están buenísimos, no es porque los haya hecho yo, pero es la verdad. La comida pasa entre anécdotas de todo tipo, aunque el momento estelar ha sido cuando
Manu nos ha contado su versión de la que iba a ser su pedida de mano, esa que terminó con mi amiga en urgencias, me he reído tanto que en una ocasión casi me sale un
macarrón por la nariz, así de fuerte.
En fin, el caso es que después de comer y tomarnos un café con un chupito de orujo para hacer la digestión, Manu y Almu han ido a dormir la siesta, o eso es lo que quieren que creamos, porque o mi amiga se ríe en sueños y el colchón está lleno de pulgas que los hacen moverse mucho, o hay dentro hay tema que te quemas. Y la verdad es que a mi me esta dando una envidia muy insana, que yo ya ni me acuerdo de cuando fue la última vez que lo hice. Así que Marta y yo decidimos salir a bañarnos un rato y tomar el
sol. Bueno tomar el sol ella, porque yo ya estoy como una gamba y eso que llevo todo el día echándome protector y poniéndome a la sombra.
Creo que es un buen momento para retomar la operación “Marta emborráchate y revienta”, así que preparo antes de salir dos mojitos. Eso sí, el mío con poquísimo ron, que aquí la que se tiene que emborrachar para soltarse de una vez es Marta y no yo.
Me tumbo junto a ella en una de las alfombrillas que hemos puesto en el suelo, Marta se incorpora para coger su copa y me mira por encima de sus enormes gafas de sol porque creo que ha notado que quiero emborracharla. No sé si ha empezado a sospechar cuando ha visto que le no dejaba de rellenarle el vaso de cerveza o cuando he insistido en que ella ha comido más que los demás (cosa que no cuela porque Manu se ha comido tres
platos de macarrones), y que por tanto con un chupito de orujo no le iba a bastar para hacer la digestión, que mejor se tomaba un mínimo de dos si quería que le hiciese
efecto, y se los ha tomado que conste, y es que Marta en esto de los chupitos no se hace mucho de rogar. El caso es que estoy segura que algo sospecha, pero coge su vaso, le da un trago sin dejar de mirarme a los ojos mientras yo intento poner cara de inocente, deja el vaso en el suelo, se vuelve a subir las gafas, se tumba de nuevo en la toalla y se sume de nuevo en su mutismo.
Es verdad que Marta no es tan habladora como Almu, pero entre nosotras nunca ha habido un problema de comunicación o un silencio incómodo, y desde que su vecina murió, eso ha cambiado. Ya sé que hace a penas unos días y que tal vez debería darle más tiempo, pero como creo que he dicho en alguna ocasión y si no ha sido así lo digo
ahora, la paciencia no es mi fuerte. Así que como estoy cansada de esta situación cuando Marta da el último trago a su mojito decido que es el momento perfecto para abordar el tema, aunque no la haya emborrachado.
- ¿Bueno qué, me lo cuentas o vas a dejar que haga bola?- tampoco sé si he comentado en alguna ocasión, que la sutileza tampoco va mucho conmigo.
Marta se incorpora y sonríe de medio lado. Supongo que ya se esperaba que explotase yo antes que ella. Menuda golfa, como me conoce.
- ¿Que te cuente qué exactamente?- me pregunta fingiendo inocencia.
- Mira nena no te hagas la lerdilla conmigo que nos conocemos. Suelta ya lo que te da vueltas por la cabeza, pero sin filtro, así a lo loco, para ver si de una vez recupero a mi amiga.
- Si es que no hay nada que contar.
- Venga Marta no me jodas, eso no te lo crees ni tú.
- Es la verdad- intenta defenderse hasta que ve cómo la miró fijamente y bufó para hacerle ver sin palabras que no cuela – Adri no es nada en serio, déjalo estar.
La conozco y sé que necesita explotar, y también sé que ahora no es el momento de explotar motu propio. Solución: presionarla y provocarla de mala manera para que explote, aunque eso suponga que se enfade conmigo. Después ya le pediré perdón como es debido, pero ahora voy a joderla a base de bien.
- No es nada, déjalo estar- me burlo de sus palabras poniendo voz de pito – Marta es una tía super fuerte y nada puede hacerle daño, nada puede llegar a ella. Marta es tan dura que el hecho de que su vecina haya muerto en la puerta de enfrente, completamente sola, y ella prácticamente haya encontrado el cadáver no le afecta. Marta es tan pasota que no le importa que su vecina haya estado muerta mucho tiempo antes de que ella se diese cuenta, Marta es tan genial que…
- ¿Pero tú quien coño te has creído para hablarme así? - me pregunta mientras se levanta del suelo y se pone delante de mí - ¿Te crees mejor que yo? Es eso. Te crees que eres
mejor que yo porque fuiste tú quién se dio cuenta de que mi vecina había muerto mientras yo no me enteraba de nada, y por eso te crees con derecho de venir y decirme todas esas mierdas. ¿Pues sabes lo que te digo? Que tu serás más lista que yo, y yo
estaré traumatizada por lo que ha pasado a mi vecina, pero tú llevas años acojonada con este pueblo y con tu tía, así que mejor analízate tú antes que analizarme a mí – joder, ahí
me ha dado, pero me ha dado bien- ¡¡Vete a la puta mierda Adriana!! ¡¡A-la-mierda!! ¡¡Vete a tomar por el culo!! ¿¿¿¿Me oyes???? - y sigue gritando y echando sapos y
culebras por la boca, insultándome y mandándome a todos los sitios habidos y por haber.
Y no la culpo que conste, está situación la he provocado yo y sabía a lo que me exponía, porque Marta tiene mucho aguante y es muy difícil sacarla de sus casillas, pero cuando
se enfada es mucha Marta. Pero a pesar de saber que lo que esta diciendo no lo piensa, joder, duele un poco que me grite de esta manera. Aunque también sé que su enfado esta bajando de grados y le queda nada para ponerse a llorar y explotar como realmente yo necesito para que se desahogue, buscar una solución juntas y poder pasar página.
Manu y Almu han salido de la habitación alertados por los gritos y nos miran sin entender nada. Bueno en realidad Manu me mira sin entender y Almu me mira
reprochándome en silencio que haya propiciado esta situación y que Marta esté así, porque Almu sabe que esto es cosa mía.
Después de lo que a mi me parece una eternidad, pero que seguro que sólo han sido un par de minutos o menos, Marta se desinfla, se tumba conmigo en el suelo y me abraza mientras se pone a llorar desconsolada y me pide perdón por hablarme así. Almu le ha
dicho algo a Manu que se ha limitado a asentir y meterse en casa. Supongo que le ha pedido que nos deje solas. Se acerca hasta nosotras y se une a nuestro abrazo. Y yo a pesar del calor que hace agradezco este abrazo entre las tres muchísimo.
Cuando conseguimos que Marta deje de hipar y de pedirme perdón por todo lo que ha dicho, que no ha sido poco, intento que comprenda que lo único que quería con mis palabras era que reaccionase de una vez.
- Soy yo la que se tiene que disculpar Marta. Sabes de sobra que no creo que seas fría, ni nada de lo que he dicho, pero te conozco tan bien como a ésta- digo señalando a Almudena que nos sonríe- y como a mí misma. Hasta que no explotas no sacas todo lo que llevas dentro y se te está haciendo bola. Y ahora es una bolita pequeña, pero me daba miedo que se hiciese grande, terminase por ahogarte y perder a mi Marta, a nuestra Marta por el camino. ¿Me perdonas?
- Sólo si tu me perdonas a mi primero. Te he dicho cosas muy muy feas, pero es que cuando me pongo así no tengo filtro y…
- Sshh, no hay nada que decir entonces. Perdonadas – digo y Almu aplaude feliz- Ahora después de todo este circo, cuéntanos que es eso que no deja de darte vueltas en la
cabeza – cuando veo que Marta asiente dejo escapar un suspiró- Vale, perfecto entonces, pero primero, ¡vamos a ponernos a la sombra que voy a acabar con
quemaduras de primer grado!

NO HASTA QUE ME DIGAS TU NOMBREDonde viven las historias. Descúbrelo ahora