8

74 6 3
                                    

Cuando nos sentamos a la mesa del porche delantero con un mojito cada una, Marta se arranca a hablar sin tener que decirle nada.
- Es que no sé bien como explicarme. El caso es que lo peor de todo lo que me ronda por la cabeza es que no siento pena por doña Carmen. Es decir, sí que me da lástima que
haya muerto, pero realmente la que me da pena soy yo.
- ¿Tú? - pregunta Almu que tiene que estar tan flipada como yo ante esta declaración. - Si yo, por no sentir pena por ella, bueno una pena grande quiero decir. No sé si me estoy explicando, bueno el caso es que eso me hace sentir mala persona, pero es que… yo que sé, que ella era una persona mayor y sola, no ha padecido ninguna enfermedad, ha muerto tranquilamente mientras dormía y eso, y al fin y al cabo esa es una buena muerte ¿no? – nosotras simplemente asentimos y ella continúa - Y además ella tampoco tenía más aliciente de vida que ver la novela y meterse con todo quisque yo incluida - sonríe al recordarla y yo creo que eso es una muy buena señal – Por eso no me da tanta pena que haya muerto y eso me hace sentir mal. ¿Me estoy explicando?
- Claro que te explicas y te entiendo perfectamente- intervengo- Pero lo que no entiendo de tu planteamiento es qué es exactamente lo que te hace sentir mal. Vamos a ver, sientes su muerte, pero como dices fue buena, y ya tenemos más que asumido que todos algún día tenemos que morir. Yo de poder elegir me pido hacerme un doña Carmen, que me pille la parca dormida en mi cama. Eso es genial. Y por otra parte tienes razón. Esa señora estaba sola, así que depende de cómo se mire, no ha dejado a nadie sufriendo por su ausencia, y eso también es bueno.
- Si es bueno, pero me da por pensar si a mi me pasará algún día. Es decir, sé que me voy a morir, eso tengo claro que me pasará, pero lo que no sé es si la vida se me va a escapar y nadie me va a echar de menos. Si el día de mi entierro no habrá nadie que me
haya conocido de verdad y querido tal cual soy para llorarme – termina diciendo casi en un susurro.
- ¡Tú eres tontica si piensas eso! – le dice Almu muy seria - Acha, yo pienso vivir 247 años, ya lo tengo todo calculao, por lo tanto me va a dar tiempo a enterrar a mucha gente, entre otros a ti, así que si eso te preocupa no padezcas, que yo estaré allí para llorarte como es debido. ¡Si señor!
Marta suelta una carcajada que me suena a canto celestial ante la declaración de Almu, porque creo que es una de las pocas risas auténticas que le he oído desde que estábamos
en su casa haciendo la maleta y empezó a rondarnos la sospecha de lo que le había pasado a doña Carmen.
Después de dejar que Almu nos cuente su plan para vivir tanto, el cual consiste básicamente en hacer lo que le salga del potorro siempre (teoría que confirma eructándonos prácticamente en la cara), porque dice que eso alegra el corazón y mientras el corazón este contento todo va bien, Marta retoma la palabra.
- Bueno el caso es que eso no es todo. También está el hecho de que no quiero acabar sola como doña Carmen y que un día descubran mi cadáver. He descubierto que quiero
todo, un marido que me quiera y con el que envejecer, e hijos, al menos dos, y quiero una casa con un perro, o con un gato, o con un pez, pero vamos mascota si o si, y al ser posible un jardín y chimenea… vamos que no quiero estar sola. Yo quiero formar una familia, y eso era algo que antes de doña Carmen no me había planteado. Y ahora me agobia un poco tener casi treinta años y no haber tenido una relación seria en mi vida.
Porque claro, la primera relación no va a ser la buena, ya sabéis eso que dicen que para encontrar al príncipe hay que besar a mucho sapos, y yo he tenido mis rollos y eso, pero pareja lo que se dice pareja no. Y… yo que sé, que estoy agobiada al máximo.
Yo me quedo que no sé qué decir, porque Marta siempre ha sido una persona super independiente, y el tema niños tampoco es que le atraiga demasiado, al menos esa ha sido mi percepción cuando organizamos algún evento en el que los niños son los protagonistas. Ahora la que se agobia soy yo, porque no sé que decir mientras Marta nos observa esperando alguna reacción y porque yo también tengo su edad y no me he planteado todas esas mierdas, lo cual puede significar que soy una inmadura. Así que hago lo único que puedo hacer en este momento para evitar tener que ser yo la que hable, beberme el mojito de un trago. Claro que no contaba con que también me iba a tragar en el proceso todas las hojas de hierbabuena que le hemos echado. Y aquí estoy yo, con mi amiga esperando a que le digamos algo para animarla y ahogándome con una
mierda de hoja de hierbabuena que se me ha quedado atascada y ni sube ni baja. Y claro como no puedo hablar me levanto y me pongo a hacer aspamientos para que alguien me
ayude. Almu en seguida viene en mi ayuda y empieza a darme golpes en la espalda, supongo que su intención será facilitarme toser y expulsar el cuerpo extraño que se la alojado en mi garganta, pero yo creo que en el proceso me va a perforar los pulmones, porque con la fuerza que me está dando fijo que me hunde una costilla. Marta se pone nerviosa mientras grita que me estoy poniendo azul como un pitufo y yo estoy cada vez más agobiada, más apaleada, y puedo respirar menos.
Después de llevarme la paliza de mi vida, por fin la hoja sale y me tomo un vasito de agua para llevarme los restos que se hayan podido quedar por ahí, y decido desde ya, que ya no voy a tomar más mojitos en mi vida, bueno en mi vida es ponerse muy
drástica, pero por ahora me paso a los gin tonic. Se lo digo a mis amigas, me meto en la cocina para prepararme uno mientras ellas siguen conversando en el porche y yo sigo
dándole vueltas a todo lo que ha dicho Marta.
Cuando salgo con mi copa en la mano Marta está sonriendo por algo que le está diciendo Almu.
- … pues eso, que está el Rubio, que es un buen partido, y también el primo de ésta- dice señalándome- que además de estar buenísimo es el dueño del uno de los mejores
pub del pueblo y sé que tiene su buen dinerito.
- ¿De qué estáis hablando? – pregunto porque con lo poco que he oído me temo lo peor.
- Pues nena que le he dicho a Marta que si el problema es besar sapos, yo conozco a unos cuantos, y también a algún príncipe, ya lo que ella prefiera. - ¿Será broma?- pero al ver la cara de las dos, sé que no es broma- ¿no me digas que te vas a meter a casamentera?, y lo que es más importante, ¿no me digas que tú – digo señalando a Marta- le vas a seguir el rollo?
- ¿Por qué no?- me responde Almu mientras Marta se encoge de hombros- Estáis de vacaciones, son fiestas en el pueblo, por lo tanto esto se pone petado de gente, es una
muy buena oportunidad para conocer a tíos buenos, te digo yo que en esta época viene al pueblo carne de primera.
- ¿Carne de primera? - oímos que pregunta Manu que en ese momento sale por la puerta con un vaso de café. - Ay nene, tu ya me entiendes – le dice melosa Almu acercándose a él y dándole un beso en los labios, que él recibe encantado con una sonrisa – Además esa carne no es para mí. Yo estoy servida. Muy bien servida de hecho – le dice mientras eleva las cejas varias veces y le aprieta el culo provocando que Manu de un respingo que casi hace que se le caiga el café y se ponga colorado como un tomate.
- Si, algo hemos oído, nene – digo para mortificarlo más, mientras imito la elevación de cejas de Almu.
- Si… ya… bueno… esto… ¿y se puede saber de qué hablabais exactamente? - pregunta para desviar el tema ya que estamos las tres mirándolo con una sonrisa y odia ser el centro de atención.
- Pues…- Almu duda sin contestar o no, supongo que porque es algo íntimo de Marta y no quiere meter la pata.
- Almu está intentando buscarme novio – dice ésta encogiéndose de hombros para quitar hierro al asunto.
- No sabía que estuvieses buscando pareja.
- Ni yo la verdad. El caso es que no quiero estar sola. Quiero casarme, o no, eso me da un poco igual… pero vamos que quiero formar mi propia familia. Tener pareja, hijos, macota… ya sabes, todo el lote.
- Si, entonces yo he pensado que en el pueblo y más ahora que son fiestas puede encontrar a ese hombre que anda buscando. Por eso he dicho lo de la carne y tal.
- Ya. Y supongo que ya habrás pensado algún candidato – afirma Manu confirmando que la conoce muy bien, mientras se bebe el café.
- Pues le he dicho unos cuantos nombres si.
- ¿Y esos nombres son? - Pues le he dicho que está Miguel el médico, Juan, y el Rubio, y tal vez el nuevo
maestro… no sé, hay muchos candidatos.
- No conozco al nuevo maestro, aunque parece una buena persona y por lo visto le gusta el pueblo porque ni en vacaciones se ha ido. Miguel descartado, creo que es gay. Y
¿Juan y el Rubio…?
- Si, Juan y el Rubio, ¿qué pasa? - bufa Almudena y sé que está indignada. Sus candidatos se han ido cayendo de la lista como una torre de naipes.
- Nena que para un polvo vale, pero para algo serio…
- Todas las historias empiezan con sexo.
- Todas no – le aclara él.
- Las buenas historias sí.
- Tampoco todas las buenas historias empiezan con sexo.
- Pues yo estoy segura de que sí – le dice ella cada vez más enfadada. Almu odia que le lleven la contraria. Pero al mismo tiempo, y conste que nunca me lo ha confesado, le gusta porque le da vidilla.
Y aquí estamos Marta y yo mirando a uno y otro como si esto fuese un partido de tenis.
- Y yo te digo que no.
- Y yo te digo que sí
- Y yo te digo que te equivocas nena.
- Joder, con lo callaico que eres y últimamente solo abres la boca para llevarme la contraría coño. Además te recuerdo que nuestra relación sí que empezó con un polvo y mira que bien nos va. ¿O no?- le espeta Almu ya enfadada como un mandril. Y la
verdad es que yo también estoy bastante asombrada, porque creo que es la primera vez que oigo a Manu hablar más de dos palabras de seguido, él es más bien de estas
personas que habla poco, pero cuando lo hace es para decir algo rotundo.
- No te llevo la contraria, es sólo que si no estoy de acuerdo contigo no voy a darte la razón como si estuvieses loca. ¿O acaso lo prefieres?
- ¡Claro que no! Y no me has contestado a la pregunta.
- ¿Qué pregunta? – dice él atónito. Claro con el lío que están formando seguro que ya se ha olvidado. Y yo estoy tentada de levantar la mano como si estuviésemos en el cole y
decir, “yo sí me sé la pregunta seño” y repetírsela palabra por palabra. Pero claro no me da tiempo porque Almu está embalada y se me adelanta.
- ¿Qué pregunta va a ser? ¿Si nos va bien a pesar de haber empezado por un polvo?
- Lo nuestro no empezó con un polvo. ¡Por dios santo si hemos ido juntos a la escuela toda la vida! – le dice él mientras se ríe para mayor cabreo de Almudena.
- Si, pero hasta que no follamos aquella noche de borrachera, no supimos que podíamos ser algo más que amigos.
- Aquella noche lo hicimos porque íbamos borrachos como tú has dicho, de hecho no sé ni como se me levantó. El caso es que cuando supimos que podíamos tener algo, o al menos yo lo sentí así, fue cuando te vi al día siguiente y lo único que quería era volver a tenerte entre mis brazos.
Y es justo en este momento cuando las bragas de las tres (entiéndase por bragas, la parte de abajo del bikini), se nos han mojado porque nos hemos meado encima con esta declaración de amor. Por dios, sólo nos ha faltado soltar un suspiro a coro, porque me
doy cuenta de que las tres estamos con los codos apoyados en la mesa, la cara descansando sobre nuestras manos y con una sonrisa de lo más idiota en la cara. Bueno yo mi cara no la veo, obviamente, pero vamos que no me hace falta verla para saber que seguro que tengo la misma expresión absurda que tienen Almu y Marta.
- Ves eso es lo que yo quiero para mi, alguien que sea capaz de discutir conmigo pero que calle la boca con una frase tan bonita como la que has dicho tú. Yo creo que no es tanto pedir. ¿O sí?
- Claro que no Marta, ¡y lo vamos a encontrar por mucho que éste se empeñe en poner trabas! A partir de ahora soy una mujer con una misión en la vida. Bueno con dos. La primera hacer feliz a mi churri dándole lo suyo y lo de su primo por lo que acaba de decirme – le dice Almu a Manu poniendo cara de viciosilla y haciendo que éste suelte
una carcajada y Marta y yo pongamos los ojos en blanco - y la segunda pero no menos importante encontrar “Un Príncipe para Martica”.
Después de hablar de todos los posibles candidatos para convertirse en los príncipes de Marta, Almu ha cogido a Manu de la mano y lo ha llevado casi a rastras a la habitación
alegando que no le gusta tener deudas pendientes. Y él aunque quería hacerse el duro y poner resistencia estaba encantado de la vida, aunque también bastante abochornado,
todo hay que decirlo.
Yo no tengo muy claro el plan este de encontrarle un novio a Marta cueste lo que cueste. Oye que si ella quiere a mi me parece perfecto e incluso voy a colaborar en lo que pueda, pero yo creo que estas cosas no se pueden forzar y que si tiene que surgir
surgirá lo que sea, dónde sea, con quién sea y lo más importante, cuando sea. El caso es que la he visto tan emocionada y positiva después de desahogarse y hacer planes para
conocer a los “supuestos príncipes” (que ya te digo yo que a algunos lo conozco desde la infancia y príncipes lo que se dice príncipes no son) que no me he atrevido a decirle
lo que pienso con respecto a todo este lío.
Marta y yo estamos dentro de la piscina. Manu y Almu se han ido a comprar algo para hacer una pequeña barbacoa, y cenar aquí en plan tranquilo. A mi como comprenderás
me ha encantado poder pasarme otro día más esquivando a la gente del pueblo, aunque supongo que a estas alturas y más después de comer en el bar de Encarnita, ya todo el mundo sabe que estamos aquí y que nos quedamos todo el mes. Las noticias vuelan en un lugar como este.
- Nena anda enróllate y hazte un par de mojitos- me dice Marta sacándome de mis pensamientos.
- ¡Joder tía, los últimos lo he hecho yo!
- Venga anda no seas así. Sabes que a mi no me sale darle a los mojitos el punto de azúcar. Además ya sabes lo que dicen, hoy por mi y mañana… por mi también si es posible – y se mea de risa la tiparraca, mientras yo la miro con cara de perdonarle la vida – Anda ve, y mientras yo te pongo alguna canción de esas que tanto te gustan para perrear.
El caso es que como estoy sedienta salgo de la piscina, me seco un poco y me voy a hacer los mojitos. Bueno un mojito para ella y un gin tonic para mí, que después del rato que he pasado con la hierbabuena…
- ¡Nena menudo temazo te he puesto, para que luego te me quejes!- me grita mientras empieza a sonar Becky G “Sin Pijama” a todo volumen.
Preparo las copas al compás de la música, perreando como sólo me permito hacer cuando estoy sola, es decir, desatada total, me suelto el pelo, saco culo y hago movimientos obscenos a tope. Me cojo a la encimera y bajo y subo varias veces
abriendo y cerrando las piernas al tiempo que roto las caderas como si fuese una stripper profesional, sólo que sin quitarme ropa (aunque tampoco es que lleve mucha ya que
sólo tengo puesto el bikini), mientras canto la canción poniendo voz de operadora de línea erótica, es decir jadeando más que cantando. ¡Vamos todo un show!
Hasta que no me doy la vuelta mordiéndome el dedo índice como parte del bailecito sexy que me estoy marcando, no soy consciente de que hay unos ojos negros que me
taladran y me dejan congelada en el sitio con el dedo en la boca y el culo fuera ¡¡¡¡Mierda!!!!
Mi primer impulso es acercarme a la caseta de aperos que tiene el padre de Almu y buscar algo para poder hacer un hoyo bien grande y enterrarme en él para siempre. Pero teniendo en cuenta que eso es imposible decido que la mejor defensa es un buen ataque.
Así que paso de estar congelada bajo el escrutinio de esos ojos negros a poner las manos en la cintura y erguirme todo lo que puedo, aunque el tío este es bastante alto así que no
creo que lo impresione demasiado la verdad.
Le doy un repaso rápido. Lo primero en lo que me fijo es en lo moreno que está. Tiene un tono tostado precioso, un tono que yo soy incapaz de coger por más horas que pase al sol. Lo mío más bien consiste en ponerme roja, tener dolor en todo el cuerpo un par
de días, despellejarme y vuelta a empezar. Lo miro de arriba abajo, lleva una camiseta básica blanca que hace contraste con el bronceado de su piel y que se marca a su cuerpo
dejando adivinar unos músculos bastante definidos, un pantalón vaquero azul corto y deshilachado y unas lonetas negras. Además trae una botella de vino en la mano.
Después vuelvo a levantar mi mirada recorriéndolo esta vez de abajo arriba y deteniéndome en su cara. ¡Y joder que cara! Creo que se me han resecado las lentillas de la impresión, o de mirarlo sin parpadear, que todo puede ser. Lleva una barba de
varios días, tiene una boca grande, con unos labios carnosos, el de arriba tiene una forma de corazón que ya quisiera tener yo, una nariz recta y unos profundos ojos negros que no dejan de mirarme y me ponen nerviosa. Su pelo es negro y abundante. Lo lleva lo suficientemente largo como para poder agarrárselo si estuviese entre mis piernas lamiéndome y tirar de él hasta… ¡Mierda, aparta ese pensamiento Adri a la de ya!
La verdad es que el tío éste está como él quiere, y si a eso le sumas las telarañas que yo tengo por ahí bajo es normal que mi cuerpo reaccione así ¿no? Es que el muy cabrón está tan bueno que me apetece conocer a su madre sólo para darle la enhorabuena por su trabajo mientras le hago la ola. Y juro por lo más sagrado que sería capaz.
Mierda, creo que me he quedado con la boca abierta mirándolo. Seguro que hasta la babilla se me ha escapado. No quiero que note mis nervios, ni lo tonta que me ha puesto imaginarlo con la cabeza entre mis piernas, ni lo guapo y sexy que me parece, ni la
vergüenza que aún siento cuando recuerdo que me ha pillado bailando como una loca… solución: recurrir a mi mejor arma, ¡la mala leche!, así que le espeto de malas formas:
- ¡¿Oye, y tú quién eres y qué haces aquí?!

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Jan 27, 2019 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

NO HASTA QUE ME DIGAS TU NOMBREDonde viven las historias. Descúbrelo ahora