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Al final ayer nos quedamos en casa de mi tío tiradas toda la tarde y la noche, y ni siquiera salimos a comprar. Encargamos la cena a una confitería que además hace pizzas y otras cosillas y las entrega a domicilio, así que hoy estamos con las pilas cargadas.
Ya hemos preparado un bolso con lo necesario para pasar el día en la casa de campo de los padres de Almu. Bueno, un bolso Almu y otro yo. En el mío llevo mi cartera con algo de efectivo y mi documentación, las gafas y el estuche para guardar las lentillas, una toalla, protector solar, unas chanclas ya que tengo que conducir y por tanto me he puesto unas lonetas rojas y una muda consistente en un pantalón gris corto de deporte y una camiseta de tirantes básica color negro, además de un conjunto de braguitas y sujetador, porque el bikini ya lo llevo debajo del vestido ancho de rayas que me he
puesto, y supongo que Almu llevará más menos lo mismo. En cambio Marta, alías “doña precavida” lleva un macuto como si fuese una girl-scout dispuesta a conseguir todas las insignias.
- Acha nena, que vamos a la casa de mis padres, no a Bosnia- le dice Almu cuando la ve aparecer en el salón, haciéndome soltar una carcajada.
- Joder, pareces Dora la Exploradora. ¿Pero qué llevas ahí? ¡Te va a salir una hernia!- apunto siguiendo con el cachondeo.
- Ja, ja, ja. Muy graciosas. Pues que sepáis que si necesitáis algo de lo que llevo no pienso dejároslo. Que ahora mucho jiji, y mucho jaja, y luego seguro que me pedís algo de lo que llevo, que os conozco mamonas – nos señala con el dedo mientras nosotras
seguimos descojonadas.
Pasamos por un supermercado para comprar algo de pasta para hacer de comer, pan sándwich y algo de embutido para merendar y “marranerías” varias (entiéndase
marranerías como patatillas de todas clases, frutos secos, encurtidos, etc.) Unas cervezas, (6 litros para ser exactos, a pesar de las protestas de Almudena que cree que con eso no tenemos ni para empezar), y como no, unas botellitas de nada. Orujo de
hierbas y lo necesario para preparar unos gin tonic para hacer la digestión, ron para tomar unos mojitos mientras nos bañamos en la piscina, y tequila para hacer ganas para la cena. Vamos, lo normal en estos casos.
Nada más llegar hemos metido todo al frigorífico y nos hemos tirado a la piscina de cabeza. Menudo calor y eso que sólo son las 11 de la mañana. No quiero pensar cuando sean las dos.
Almu se ha salido para hablar por teléfono con su Manu, que la acaba de llamar. Por lo visto normalmente la llama a las 10.30, que es cuando hace el descanso para almorzar, pero hoy tenía que terminar algo y por eso se ha retrasado media hora. Media hora en la que Almudena se ha imaginado todos los escenarios posibles que han hecho que su llamada diaria se retrase. Y cuando digo todos, quiero decir que ha empezado por algo
tan sencillo como que seguro que tenía que terminar algo, ha seguido por una rotura de móvil, y ha terminado pensando que igual una biga había caído sobre la cabeza de su Manu, y ahora estaría muriendo en una lenta agonía. ¡Esta chica está para tratarse, en serio, menuda imaginación se gasta!
El caso es que estamos Marta y yo solas en la piscina, y yo me debato entre sacar el tema de su vecina y que se desahogue de una vez o dejarla para ver hasta donde llega.
Ayer lo estuve hablando con Almu mientras Marta se duchaba y decidimos que lo mejor era esperar. Pero entre que tengo poca paciencia, y que odio ver a Marta con lo risueña que es tan mustia, no sé si conseguiré aguantar.
- Achas nenas- grita Almu saliendo de la casa- Le he dicho a mi Manu que se venga a comer, supongo que no os importa. Es que ahora con este calor están terminando a medio día. El otro día un compañero suyo sufrió una ola de calor y ha tenido que estar en casa tres días sin que le diera nada de sol. ¡Menudo susto! Por eso su jefe ha decidido que hasta que bajen un poco las temperaturas van a terminar a la 1. Y es que mucho dar consejos en las noticias para prevenir la ola de calor ésta, que si hay que hidratarse, que
si hay que ponerse a la sombra… ¿Y los que tienen que trabajar todo el día al sol? A esos nos les dan facilidades para que terminen más temprano en sus empresas ni nada por el estilo. ¡Menudo timo! Así que eso, le he dicho que se venga a comer y a darse un bañico con nosotras para refrescarse un poco. ¿Os parece bien?
La verdad es que no es lo que más me apetece del mundo. No porque Manu me caiga mal ni nada por el estilo, ya dije antes que me encanta este chico y creo que es la pareja ideal de Almu, pero no sé, me gustaría que el día fuese sólo de chicas. Pero claro, al ver la cara de felicidad de mi amiga soy incapaz de decir nada y me dejo llevar. Miro a Marta para ver que opina, pero en este momento está en modo “ameba”. Acabo de decidir que hoy voy a intentar chisparla a ver si así explota, aunque emborrachar a
Marta es una misión digna de Ethan Hunt (nombre del prota de misión imposible, por si alguno no habéis visto la peli, que a mi no es que me guste especialmente pero…)
Miro a Almu y me doy cuenta de que la pobre está esperando algún tipo de respuesta o reacción por nuestra parte, y teniendo en cuenta que Marta está en su mundo “amebaril”, me toca a mí decir algo.
- Nena no tienes que pedirnos opinión, es tú casa y tu futuro marido- veo que esa explicación no le ha hecho especial gracia, tal vez porque lo he dicho en un tono más cortante del que pretendía, así que me veo obligada a añadir algo si no quiero que se enfade- Lo que quiero decir es que a mi me parece genial que incluyas a Manu en cualquier plan que hagamos estos días. No tienes que consultarnos para eso, no seas tonta. Además, Manu pronto será una de nosotras. Mira creo que eso se merece un brindis – y así da comienzo la operación “Marta emborráchate y revienta”- Sácate un litro y algo de picar mientras nosotras nos secamos anda.
- ¿No crees que es un poco temprano para beber? - me pregunta Marta después de que Almu se haya ido a la cocina cantando el tractor amarillo. Y ahora me pregunto si Marta habrá reaccionado por fin por el litro o al oír la voz de Almu cantándose tan singular tema.
- Nena son las 11 y te recuerdo que llevamos en pie desde las 8, hora en la que nos bebimos un triste vaso de leche y ya. Además sólo va a ser un litro con algo de picar.
Son las 13.00 y han caído tres litros, una bolsa de patatas jamón, otra de campesinas, un bote de olivas, medio tarro de pepinillos y una bolsa de frutos secos variados. Me he tenido que meter en la piscina dos veces para que me baje un poco el alcohol, y he
hecho pis al menos 6 veces. Tengo que frenar o la operación “Marta emborráchate o revienta”, se va a pasar a llamar “¡Adri mamma mía que pedal!”.
Como siempre que me pongo un poco “contenta” tengo muchas ganas de bailar, pero claro, la música que tiene los padres de Almu no es muy bailable, ya que básicamente consiste en la discografía de Julio Iglesias, y la que pongo en el móvil a penas se oye. Así que aquí estoy, medio pedo y enfuruñada por no poder desahogarme bailando, mientras Almu se ríe de mí porque dice que parezco una niña chica, bueno en realidad ella me ha dicho que parezco una “zagalica de teta”, y Marta le sigue el rollo, lo que contribuye a que mi enfado vaya en aumento.
- Cambia esa cara – me dice Marta – que tu amiga Dora la exploradora tiene la solución a tus problemas.
Me hace mucha gracia que se autodenomine Dora, pero como no quiero que vean que tengo ganas de reírme, me muerdo el labio. Y es que quiero dejar constancia de que estoy muy triste por no poder bailar, y claro si me río no cuela. La veo acercarse a su pedazo de macuto, que para más cachondeo tiene estampado militar, y sacar algo que rápidamente esconde detrás de su espalda. Cuando llega a nuestro lado, saca un pequeño
altavoz en forma de cilindro y un mp3 conectado a él. Yo tengo ganas de saltar, y besarla, pero cuando me paro de la silla con un grito a lo Pedro Picapiedra, me mira muy seria y extendiendo su brazo para que no me arrime me dice:
- Si quieres música, tienes que reconocer, bueno no, tenéis que reconocer- dice mirando a Almudena- que Dora la exploradora es la mejor del mundo- yo sólo atino a afirmar
con la cabeza una y otra vez y veo que Almu hace lo mismo- Mmmm… eso no basta. Chicas repetir conmigo- dice mientras se sube en una silla delante de nosotras y mueve el dedo como si de una gran directora de orquesta se tratase
- “Dora la exploradora es la mejor”
- Esto es una gilipollez- bufo indignada. Vale que nos hayamos reído de ella esta mañana y eso, pero hacernos esta tontería por un altavoz…
- O me sigues o te quedas sin música. - - “Dora la exploradora es la mejor”- digo de inmediato levantándome de la silla como si me hubiese dado corriente, provocando las risotadas de Almu, porque de verdad que me
apetece pegarme un par de bailes y cantar incluso y si a la chica le hace ilusión que repitamos lo que dice, pues la verdad es que no me cuesta tanto – ¡Vamos Almu! ¡Por el
altavoz!
- Claro que sí, con entusiasmo – dice Marta mientras Almu y yo nos ponemos debajo de ella y nos reímos a carcajadas – ¡No hay nadie mejor que Dora!
- ¡No hay nadie mejor que Dora!
- ¡Viva Dora la exploradora y su hernia!
- ¡Viva Dora la exploradora y su hernia!
- ¡Viva Dora la exploradora y la madre que la parió!
- ¡Viva Dora la exploradora y la madre que la parió!
- Ahora cantad conmigo: “Dora, Dora, Dora exploradoraaaaaaaaa...”
- Dora, Dora, Dora exploradoraaaaaa…- repetimos Almu y yo desgallitandonos y muertas de risa.
Marta y yo nos sabemos la canción al dedillo y casi todo lo que tenga que ver con este personaje de dibujos. En nuestros comienzos con “Yo te lo monto”, tuvimos que organizar un cumpleaños infantil, megapijo, de una niña a la que le encantaba Dora. Así
que nos pasamos una tarde entera viendo episodios de la serie infantil. Después de ver al menos seis episodios supe sin ninguna duda que eso podría traer consecuencias nefastas para nuestra estabilidad mental, y mira si no me equivocaba.
- “Dora, Dora, Dora, exploradoraaaa…”- sigue Marta cada vez más alto y nosotras la imitamos, bailando y todo.
Cuando por fin terminamos la canción y estamos muertas de la risa, oímos unas fuertes palmadas que provienen de la puerta de la casa que da a la piscina. Nos sobresaltamos
las tres y vemos apoyado en el quicio de la puerta a un Manu que ahora que ha terminado de hacer palmas se sostiene la barriga, o más bien su tableta de chocolate, con sus dos manazas mientras sigue carcajeándose. Y yo no sé si morirme de vergüenza o repetir el numerito incluyéndolo a él en el lote para que se joda.

NO HASTA QUE ME DIGAS TU NOMBREDonde viven las historias. Descúbrelo ahora