cuatro.

4.4K 518 22
                                    

—Hola, Suga. ¿Qué lees hoy?

Bien, quizás había dado por hecho que éramos amigos muy rápido. Él ni si quiera se dignó a saludarme.

Me encogí de hombros y seguí mi camino a la parte trasera de la biblioteca, donde había un bonito jardín y muy poca gente se atrevía a leer sus libros ahí, ya que según su piel se bronceaba y en Corea eso era un pecado. Para mi suerte, ni quinientos soles lograban broncearme.

Esta vez saqué mi libro de Anastasia, la princesa que desde siempre he admirado. Jamás me cansaría de leerlo, una y otra vez, cuantas veces sea necesario.

—Oye, ¿de verdad vienes a la biblioteca para leer libros infantiles?

Y ahí estaba; mi nuevo amigo mirándome con una mueca de completo disgusto en su rostro.

fuzetea » myg Donde viven las historias. Descúbrelo ahora