El juicio y algo más

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En aquellos días, KyungSoo afrontaba crisis simultáneas de nervios, identidad y depresión. Ir y venir a los juzgados y atender él solo el consultorio lo tenía materialmente histérico. ChanYeol se desatendió del negocio desde el primer pleito fuerte, y como era el niño de su papi, el viejo lo recibió como subgerente de su fábrica de quesos.

-¿Al menos podré quedarme con el consultorio? –preguntó desalentado a su hermano.

-Sólo con la mitad –explicó él–. No olvides que están casados por bienes mancomunados. Lo más probable es que haya que venderlo.

¿Vender esto?, se preguntó él mientras TaeMin, su excéntrico ayudante de cabello largo y rubio, uñas pintadas de negro y que siempre vestía del mismo color, barría el local. ¿Y el esfuerzo para levantarlo? ¿Y las ilusiones? La siguiente pregunta, obviamente, sería ¿y el amor?, así que él se levantó de su asiento.

-TaeMin, tengo que salir. Si no he regresado para las siete, cierras, por favor.

TaeMin alzó la vista y le dedicó esa mirada penetrante que siempre lo ponía nervioso.

-Sí, doctor.

-Y por favor, ya cortarte el cabello. Y ya no te vistas tanto de negro. La gente se asusta.

TaeMin sonrió.

-Se asustarían más si vieran el verdadero rostro del Papa.

KyungSoo meneó la cabeza y sonrió. El humor de TaeMin era extraño e irreverente, pero por alguna razón caía bien. Olvidó el punto y se dirigió al consultorio... pero del ginecólogo, que se especializaba en embarazos masculinos.

Le entregaron los resultados días después. No era estéril, pero si infértil, lo que para él venía siendo lo mismo, aunque sus viejos apuntes de reproducción masculina indicaran lo contrario.

No era que le importara mucho. Era un hombre de los noventas, con una nueva visión de la vida, triunfador, profesionista y...

ChanYeol te dejó porque no puedes tener hijos.

¡Carajo! Claro que le importaba.

Lloró tras el volante todo el camino de regreso a su casa. Su hermano lo esperaba con una sonrisa un tanto maquiavélica.

-Tengo buenas noticias para ti –dijo él, lo cual en el estado actual más buen parecía una burla–. Podemos demostrar el adulterio con el hijo que ese hombre está esperando.

Él volvió a recordar sus apuntes de reproducción.

-Incluso –los ojos de su hermano brillaban–, podemos meter a ChanYeol a la cárcel. Tengo unos amigos que usan unos métodos muy eficaces.

-¿Son asesinos a sueldo? –preguntó KyungSoo mordazmente, entre sollozos.

-Casi –rió él–. Son abogados con influencias. ¿Quieres que lo metan a la cárcel?

Él imaginó a ChanYeol tras las rejas.

-Sí –respondió.

Y se aseguró de que la obsesión por matar respondiera por él.

Maldito el Fruto de tu Vientre (ChanSoo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora