La obsesión de matar

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ChanYeol sorteó como pudo las protestas y suspicacias de MinSeok y salió apresurado rumbo a su "emergencia" con los documentos dentro del maletín. Se estacionó en la calle indicada por KyungSoo y bajó para buscar a pie el número. Los arbotantes estaban fundidos y la luz de la luna no era suficiente. ChanYeol llevaba bajo el brazo los documentos del divorcio.

Caminó junto a una serie de casas antiguas de dos pisos. ChanYeol pensó que en cuanto la fábrica de quesos le redituara mejores ganancias compraría una casa así para MinSeok. A él le atraían las construcciones de principio de siglo, pero claro que aún faltaba conocer la opinión de MinSeok. A veces era tan insensible.

Fue una coincidencia que la siguiente casa junto a la que pasó tuviera en su reja herrumbada un letrero de SE VENDE. Esa propiedad no estaba tan bien conservada como las otras, por no decir que estaba en ruinas. Hacia adentro de la reja de alzaba una vetusta construcción estilo americano del siglo pasado, de dos pisos y tejados parteaguas. En el arruinado jardín campeaban las malezas y en las paredes abundaban agujeros como hechos por impactos de balas, al menos en los puntos que las hiedras respetaban. Las ventanas estaban rotas, y los vidrios que quedaban en la parte inferior de los marcos parecían colmillos inferiores de algún extraño animal.

Para sorpresa de ChanYeol, el número de esa casa era el mismo que KyungSoo me había dicho. Estaba en una lámina oxidada en la reja, pero era lo suficientemente grande como para no dudar. ChanYeol sacó de su bolsillo el papel donde lo había anotado y lo confirmó. Aún así caminó hacia las casas de izquierda y derecha, por si aquel era una especie de número "bis" o algo así. Pero no, ese era el número.

ChanYeol trató de ver hacia el interior de la vieja casa. Si se trataba de una broma de KyungSoo, él ya había caído. Sintió enojo por haber sido burlado de esa forma aunque al momento siguiente experimentó cierto temor. ¿Y si KyungSoo lo había citado en esa calle obscura para mandarlo a golpear? Su hermano tenía amistad con policías y gente nada agradable, por lo que aquel era el lugar perfecto para una venganza. ChanYeol decidió que lo mejor sería regresar por donde había venido. Se dirigía hacia a su auto cuando escuchó el lamento.

Fue lo suficientemente claro. Un lamento de un hombre. Un lamento de dolor proveniente de la casa en ruinas.

ChanYeol miró a su alrededor, en espera de que apareciera alguien que le confirmara lo que había escuchado. Y al mismo tiempo, dudando si realmente habría escuchado algo semejante. Eso era típico de él, encontrarse en disyuntivas hasta por lo más insignificante. Para su mala suerte, la calle estaba desierta. Optó por pensar en lo posibilidad de la sugestión. De regreso con MinSeok tal vez hasta le contaría que había escuchado a un fantasma. Era gracioso. ChanYeol sonrió y fue de nuevo hacia su auto.

Y escuchó un grito.

Se volvió con rapidez. El grito había surgido de la casa, sin duda alguna. Y más aún, le había parecido que se trataba de KyungSoo. ¿Y si era él el que estaba en problemas? La imagen de KyungSoo víctima de una banda de violadores lo sacudió. ¿Sería posible que aún lo amara? Pero si así fuera ¿valdría la pena exponerse? Él tenía muchos proyectos por delante. Algún día él sería dueño de la fábrica de quesos, y el hijo que había tenido con MinSeok crecería hasta convertirse en un joven sano, quizás sería un jugador de fútbol americano. ¿Para qué hacerle al héroe?

El llanto de un bebé detuvo sus divagaciones.

Había sido tan claro como el lamento y el grito, y más constante. Un bebé en la obscuridad de aquella casa. ChanYeol tenía que decidir ya si entran para ver qué sucedía o se largaba con todo y su curiosidad.

Si algo tuvo en común con KyungSoo, alguna vez, fue eso. Ser curioso. A pesar del peligro que eso pudiera entrañar.

Sólo un vistazo, se propuso. Empujó la puerta de la reja, que se abrió con bastante facilidad y sin el trillado rechinido de las películas de Vincent Price. Cruzó el jardín dando tropezones en las malezas y llegó ante la puerta. Algo le decía que se abriría con la misma facilidad que la reja, pero no, tuvo que darle un par de empellones para vencerla y poder entrar.

Maldito el Fruto de tu Vientre (ChanSoo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora