El paseo

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Tardó más de lo que hubiera deseado en seguirlos. Primero se le olvidó desactivar la alarma de su auto, y al abrir la puerta aquello fue como el ruido del juicio final. Y después, entre desactivarla, subir al auto, encender el motor y ser casi estrangulado por el cinturón de seguridad automático, perdió segundos muy valiosos.

Finalmente encontró la camioneta en la parte más desolada de la carretera. Para su fortuna, estaba tan destartalada que no podía ir muy rápido. KyungSoo se acercó lo suficiente como para reconocer la lona de la caja, unas placas de otro lugar de Corea y una calcomanía en la defensa con la leyenda "Dios es Amor". En ese momento temió que pudieran descubrirlo y optó por mantenerse a una distancia más prudente.

Dejaron atrás ese tramo serpenteante de la carretera. Ese lado de la misma se mostraba despejado, no así el que iba en dirección a la capital. Una llovizna helada caía con tupida insistencia. Las gotas parecían agujas a la luz de los faros.

La Pickup rebasó a un trailer y se colocó delante de él. KyungSoo intentó rebasarlo también, pero un camión de pasajeros se le adelantó y ocupó el carril de la izquierda. Cómo el carril de la extrema derecha estaba en reparación, KyungSoo tuvo que reducir la velocidad mientras el tráiler y el autobús de enfrascaban en una carrera de tortugas.

KyungSoo ya no podía ver la Pickup. Le angustió la idea de poderla perder para siempre. Finalmente el autobús rebasó al trailer y se pasó a la derecha. KyungSoo rebasó a los dos, y cuando pudo ver por fin hacia adelante, la Pickup, efectivamente, había desaparecido. Por delante sólo aguardaba un largo tramo despejado.

KyungSoo oprimió con furia el acelerador. Tal vez lo habían descubierto, y aprovecharon el bloqueo para decirle hasta nunca. Por un momento KyungSoo miró por el retrovisor, sólo para encontrar un gran moretón en su pómulo. Seguramente lo habían golpeado, y él no lo recordaba.

La lluvia azotaba el parabrisas y era repelida por los limpiadores. KyungSoo optó por seguir de frente a pesar de las desviaciones. Tenía una vaga esperanza de que, por las placas, la camioneta se dirigiera hacia el destino que tenía escrito en éstas. Y para eso aún tendría que detenerse en la caseta de cobro. Eso le dio ánimos.

El auto pasó como bólido la desviación hasta una universidad y también bajo un señalamiento de CASETA A 1 KM. KyungSoo redujo la velocidad y su corazón latió con fuerza. La camioneta estaba detenida en la cuneta, a unos cien metros del paso de cuota.

Un policía de tránsito estaba recargado en la ventanilla del vehículo y conversaba con el reverendo, que era el conductor. KyungSoo detuvo el auto sólo a unos veinte metros de la Pickup y apagó el motor y las luces de los datos, dejando sólo las intermitentes. El policía señalaba el cinturón de seguridad. Seguramente un pretexto para sacar dinero. El reverendo asentía a cada una de sus indicaciones. Los otros dos estaban a su lado, en la cabina, inmóviles.

KyungSoo sintió el impulso de bajar y contarlo todo. Mire, oficial, vea lo que llevan ahí. Es un monstruo. Yo lo saque de la matriz de la perra que llevan bajo el toldo. Sí, era su oportunidad. Eso era lo que hubiera hecho Chan... demonios ¿por qué tenía que recordarlo en esos momentos?

Él si llevaba el cinturón de seguridad. Abrió la portezuela para que automáticamente se retirara. Pero no lo hizo. El cinturón continuó apretándolo. Una ráfaga de aire frío le dio en el rostro.

-Maldita sea.

Intentó pasárselo hacia atrás, pero se atoró con un broche que llevaba en la solapa del saco. Intentó quitarse el broche pero tampoco lo consiguió.

-¡Carajo!

Forcejeó varias veces, pero nada. Vio hacia adelante. El reverendo le extendía al agente un billete que éste aceptaba. Dios te bendiga, hermano, pensó KyungSoo y abrió el maletín que tenía en el asiento del copiloto. Encendió la luz interior. Hurgó entre pañuelos desechables y tarjetas de presentación. Finalmente encontró una hoja de bisturí. Le quitó la envoltura de papel aluminio y cortó el cinturón, sólo que ahora ya no tenía caso bajar. La camioneta había arrancado y enfilaba a una de las casetas.

Maldito el Fruto de tu Vientre (ChanSoo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora