Juguete usado

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Sus vacaciones soñadas habían terminado siendo él viviendo como un vago.

Su casa era un desastre; platos de comida con restos sobre ellos, él en pijama y recostado sobre su sofá envuelto en una cobija.

Durante tres días no había salido de su hogar, contestado ninguna llamada telefónica o hacer otra cosa que no fuera ver televisión, dormir y comer cualquier chatarra que tenía dentro de su refrigerador.

La batería de su celular se acabó el primer día y ni si quiera se molestó en volverlo a cargar. Sabía que tenía llamadas perdidas de Jongin y Kyungsoo, seguramente de Jongdae también, pero no le interesaba contestar ninguna de ellas.

Milagrosamente ninguno lo había visitado en esos días para checar que siguiera viviendo. Ya todos sus amigos sabían todo, era imposible guardar secretros entre ellos cuando eran tan entrometidos.

Tenía que volver al trabajo mañana y no lograba identificar si estaba enojado, nervioso o simplemente indiferente.

Ojalá su serie de cocina lo hubiera mantenido más atento porque no había logrado absorberse en la televisión y lo único que su cerebro hacía era repetirle la última conversación con Luhan una y otra vez.

Había pensado en miles de respuestas diferentes e imaginado un millón de posibilidades. Pero no podía cambiar lo que pasó y lo único que le quedaba era aclarar todo el asunto y presentarse con él a la empresa.

Tres días en depresión le habían sido suficientes para darse cuenta de que no quería vivir así nunca más.

La vida tenía altas y bajas pero dependía de cada uno decidir dónde te quedabas; sin moverse, muerto, o en una montaña rusa, viviendo.

Apagó el televisor y fue a abrir la única ventana que tenía para que entrara luz y aire limpio, o al menos más limpio que el de su casa. Se colocó unos guantes desechables para no ensuciarse tanto las manos y tomó cada plato regado por la habitación.

Tiró los restos de comida en una bolsa a parte, lavó los trastes, limpió su piso y acomodó todas las cosas fuera de su lugar en donde correspondían.

Lo único que hacía falta era que se diera un largo y exhaustivo baño y estaría como nuevo.

Conectó su celular para que agarrara vida y en cuanto pudo, lo prendió.

Treinta y tres llamadas perdidas, ciento nueve mensajes.

—Vaya —dijo en voz alta—. ¿Que escribieron una letra en cada mensaje?

Al menos no una letra pero si frases cortas. Diecinueve llamadas de Jongin, siete de Kyungsoo y el resto de Jongdae.

Los mensajes eran básicamente preguntando si se encontraba bien, que los llamara y que se reportara en cuanto pudiera, nada nuevo en sus tres amigos, pero había un único mensaje diferente a todo el resto. Era de un número desconocido.

Sehun, por favor vuelve -Jaein

Algo en su interior se removió. ¿Qué había causado que su compañera de trabajo le mandara un mensaje?

Jaein y él eran los únicos que trabajaban en el cuarto piso y se encargaban de toda la organización de la empresa. Seguramente había sido mucha carga de trabajo para la pobre chica.

El mensaje era de hoy en la mañana. Ya no tenía caso contestarle, había pasado toda la tarde limpiando y ya pronto anochecería. Mañana se presentaría a trabajar y la chica podría respirar de nuevo.

Tres meses de invierno {Sehun & Luhan}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora