Pastel de zanahoria

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Después de pedirle disculpas y despedirse de su hermano esa mañana, Yixing se metió a bañar y a arreglarse rápidamente.

Estaba más que decidido. Iría a buscar un trabajo o si no a clases de algo, aún no se sentía listo para ir a una universidad, pero quería comenzar con algo sencillo. Él sabia que podía hacerlo, lo más difícil era salir de casa, el resto vendría solo.

Una vez preparado y con una apariencia decente como de alguien que se preocupa por su aspecto, salió cuidadosamente de su casa sin olvidar poner el código de seguridad. Caminó por las calles disfrutando del aire fresco de la mañana, no había tantas personas para su gusto ni nadie sospechoso rondando por ahí.

Poco a poco fue agarrando confianza y se sintió menos ansioso. Aún así tenía escrita la dirección de su casa en su celular para no perderse y por cualquier cosa que pasara podría llamar a Luhan.

Estaba muy agradecido con él, todos estos años lo había cuidado y protegido del mundo de afuera como él lo llamaba, pero ya era tiempo para él de salir por sí solo. Ver con sus ojos que estaba a salvo y podía valerse por sí mismo.

Hacía mucho que dejó de ser un niño pequeño. Tenía veintiún años, aunque Luhan lo siguiera tratando como si tuviera diez.

Después de un rato de dar vueltas, vió a un joven que sacaba un pequeño pizarrón afuera de lo que parecía una cafetería.

Curioso, se acercó para ver mejor el letrero.

Especial de hoy: Pastel de zanahoria y Donas de café.

El pastel de zanahoria era su favorito. Tal vez podría comer un pedazo y después comprar un periódico para comenzar su búsqueda de empleo. ¿Todavía se vendía el periodico?

Seguía observando el pizarrón, cuando a su izquierda, el mismo joven que vió afuera hace unos minutos, cambiaba el letrero de cerrado a abierto dentro del local y volvía a salir.

Automáticamente se tensó por lo cerca que se encontraba esta persona nueva. Pero no se alejó, al contrario, se quedó ahí inmóvil.

—Hola, ya está abierto por si quieres pasar, solo dame un momento en lo que acomodo las mesas —le dijo alegremente el chico.

Yixing lo miró detalladamente. No parecía más grande que su hermano. Tenía unos ojos que transmitían diversión y una boca con sonrisa de gatito muy bonita. Llevaba puesto su unifome y una placa en su pecho en el que se podía leer Jongdae. Así que ése era su nombre.

Seguía observándolo curioso. No había estado así de cerca de una persona en mucho tiempo, y aunque creyó que tendría miedo, algo en ese muchacho le hacía querer estar cerca de él. Se sentía seguro y algo le decía que podía confiar en él.

Debió haberse quedado mucho tiempo observándolo porque Jongdae movió su mano sobre su cara para saber si seguía vivo o algo así.

Cuando se dió cuenta de su imprudeza, agachó la cabeza en señal de vergüenza y sus mejillas se colorearon de un gracioso y bonito tono durazno.

—¿Hablamos el mismo idioma? —Jongdae le preguntó sin quitar su sonrisa, se veía que disfrutaba de la situación.

Yixing asintió en respuesta pero no levantó la cara.

—Me alegra. Ya estaba pensando cómo hacer unas señas para poder hablarte.

Una vez que Yixing sintió que su cara regresaba a su color natural, levantó la cabeza y se armó de valor para poder hablar con la nueva persona que había conocido.

Tres meses de invierno {Sehun & Luhan}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora