Cap. 3: Coincidencia

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La tarjeta de membresía residía en el bolsillo de mi blazer, y aun, no lograba caer en cuenta sobre lo que acababa de hacer, pero, si no hubiese tomado cartas en el asunto, de seguro, no habría conciliado el sueño esa noche.

Tras perder el contacto visual con él, salí del recinto, esperando por Andreas en la entrada; el cual, se encontraba recostado sobre el capo de su vehículo; levanté mi mano para saludarle, y la expresión en su rostro, me consternó.

Algo no había salido bien...

Y el cigarro que se consumía en los dedos de su mano derecha, lo confirmaba; me acerqué con cautela, esperando que pronunciara alguna clase de broma o estupidez, pero, al contrario de lo que imagine; el rubio permaneció en silencio.

Se subió en el auto, tomé el puesto de copiloto y nos marchamos de allí.

El camino de regreso a casa fue incomodo; Andreas actuaba de manera indiferente, como si hubiese presenciado algo que no deseaba ver...

Quise ayudarle, y dije:

- ¿Todo bien?

- Si.

Un monosílabo, claro, fuerte, y más que audible...

Él no estaba para la labor, podía sentir como el aire a nuestro alrededor se volvía más espeso...

¿Qué demonios había sucedido?

Los minutos pasaban, y Andy continuaba en su aura de penumbra, su mirada estaba fija al frente, pero sus ojos se encontraban lejos del paisaje nocturno de Cambridge...

Aunque no deseaba admitirlo; mi mente comenzaba a recolectar explicaciones a su comportamiento, y la conclusión a la que llegaba, era siempre, el mismo nombre...

Entonces, armándome de valor para esperar su reacción, pronuncié:

- ¿Lylia?

El vehículo se detuvo en seco...

El sonido estridente de las llantas siendo obligadas a detenerse sin previo aviso, inundó en su totalidad la atmósfera que nos cubría...

Su respiración se agitó de manera preocupante, parecía que estaba a punto de tener una especie de colapso nervioso...

¿Acaso se había topado con ese fallido intento de mujer?

Su conducta me daba a entender que, en efecto, ese era el caso; pero, no quería presionarlo, sabia de sobra que el tema de su ex – esposa, era algo que Andreas consideraba "Terreno Peligroso"; y trataba de evitarlo con todas sus fuerzas, sin embargo, la herida seguía viva dentro de él...

Esos ojos azul marino atravesaron todos mis sentidos, y lo único que pude hacer en esos instantes fue agachar la cabeza, atemorizado por el horror que desprendía su mirada en esos momentos.

Andreas estaba consumido en la ira.

Sus manos se aferraban con fuerza al volante, y su frente chocaba en medio de ellas...

Insistí:

- Andy.

- E-Ella...

- ¿Si?

- Era mi pareja destinada para esta noche.

Silencio absoluto.

No tenía ni la menor idea, de cómo reaccionar ante ello...

¡Dios Santo!

Debía ir con cuidado, no podía presionarlo demás...

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