Cap. 6: Derrumbe

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Bueno, pero...

¿QUÉ DEMONIOS SE CREÍA?

¿CUPIDO?

Como si fuese tan sencillo ir encontrando el amor, en cada esquina; si las cosas fueran así, desde hace rato tendría a alguien ¿No?

¿Amor?

¡Ja!

Ni siquiera, colocando todo su empeño en mí, podría desarrollar algo similar a ese sentimiento...

No puedo sentirle...

No nací para ello...

Salí disparado de aquel sitio, tomando a Vanessa en el camino, y huyendo cuanto antes de ese lugar...

El rubio que minutos atrás se ofreció a ayudar a mi amiga, no hacia otra cosa que observarme con detenimiento, y su mirada penetrante, comenzaba a fastidiarme; por ello, arrastre a Vanessa por todo el recorrido; caminábamos a paso apresurado, y ella no hacia otra cosa que no fuera, gritarme que me detuviera; sin embargo, mi mente en ese momento, era sólo caos.

- ¡BILL!

Frené la aceleración que recorría mi cuerpo, y gire para encontrarme con su rostro; sus ojos me analizaban con detalle; no quería decirle nada, pero, el líquido que caía por mis mejillas, fue más que suficiente para darle a entender que, algo había sucedido con ese hombre...

Sus palabras me descompusieron...

¿Cómo podía estar tan seguro de ello?

¿Qué prueba de fidelidad tenía él para asegurar que en efecto, lograría desencadenar aquella sensación que por años he perseguido, y jamás he conseguido percibir?

De hecho, no era miedo a encontrar el sentimiento dentro del cuerpo de ese hombre; lo que en realidad causaba una oleada de pánico y terror en mi interior; era la posibilidad de obsesionarme...

¿Y sí no podía dejarle?

¿Y sí me convertía en un ser dependiente de él?

¿Qué me quedaría sí él decidía partir de mi lado?

¿Por qué no lo entendía?

¿Acaso no era más sencillo disfrutar de los placeres banales de la carne, sin inmiscuirnos en cuestiones tan dramáticas como el amor y las relaciones sentimentales?

¿Qué obtendría él de todo esto?

Y entonces, como si la respuesta fuese más que evidente para mi ser; la contestación se hizo presente en mis entrañas, como un eco que no paraba de resonar con vehemencia en cada fibra de mi ser...

- A mí.

La pregunta era...

¿Soy suficiente?

El sólo hecho de imaginar lo que él piensa al respecto; me causaba escalofríos...

- Bill...

- ¿Si?

- Creo que, deberíamos sentarnos, ¿No?

- Emmm, esto, sí, sí, claro.

Nos adentramos en la zona boscosa que rodeaba el parque central y en medio de algunos árboles, encontramos una banca algo alejada del resto; tomamos asiento, el silencio se instauro en la atmósfera, hasta que...

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