Capítulo 4

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Capítulo 4

Sangre, el color zafiro que se derramó era en lo único que me podía enfocar. Solté un fuerte grito sintiéndome llena de dolor, pensaba que eso no podía estar pasando, que tenía que ser una pesadilla, y cuánto deseaba que lo fuera.

La adrenalina recorrió mi cuerpo y corrí hacia ella. La habían apuñalado en la espalda. Ya la tenían en la mira y habían logrado quitarle lo poco que tenía. Nos habíamos descuidado demasiado, olvidamos nuestra estrategia y otros nos ganaron con una mejor.

Sentí cómo un nudo se formó en mi garganta al verla en el piso, traté de detener la sangre que salía con mis manos, un intento inútil para una situación así, pero de todas formas seguía intentando.

—Prometimos no llorar —me dijo en un murmullo, y fue allí cuando me percaté de las lágrimas que no paraban de bajar por mi rostro.

Solté una risa nerviosa, lo cual lo único que hizo fue que mi llanto se incrementase.

—No llores, por favor, estaré mejor en lo que sea que me espere, tú tienes que seguir, ahora por las dos —escuché como su voz como se volvía cada vez más débil.

—No, tú no te puedes ir —sollocé abrazándome a ella—, tú no.

No, no podía perderla a ella, era lo único que me quedaba, nunca estuve preparada para eso por más que siempre quise mentalizarme para algo así. Ella era mi pequeño milagro, quien me hacía reír, quien siempre me apoyaba y se preocupa por mí, ella era la que me hacía mantener la esperanza. Ella era la soñadora, quien realmente merecía ser feliz, no morir así.

—Tu siempre has sido muy fuerte, sé que podrás con esto, busca... Lena —sus palabras comenzaron a entrecortarse—, busca... ser feliz, por las dos.

Unas lágrimas bajaron por su rostro antes de que cerrara los ojos, y fue allí cuando sentí que mi mundo se derrumbó. Se había ido y no volvería jamás.

Un grupo de personas me apartó de su lado y sabía lo que buscaban, si se hubiera tratado de otra persona, no me hubiera importado, pero era ella. La rabia me recorrió haciendo que soltara un montón de groserías mientras que peleaba contra ellos. Una mala decisión. Lo único que logre fue que me despojaran de mi ropa también.

Golpeada, no solo por las personas, sino por el aire contaminante que no hacía más que enfermarme. En ese momento realmente me importaba poco mi desnudez, de todos modos, cualquiera apartaría la mirada al ver lo destrozado que esta todo mi cuerpo. No creía soportar un día más y, a decir verdad, no quería hacerlo. Creía que Dani equivocó, que no era tan fuerte.

Me quedé tirada en el piso, no podía moverme, no tenía voluntad para hacerlo. Simplemente no podía parar de llorar. Deje salir todo, lloré por su muerte, lloré por mi vida, lloré por mis dolores, y lloré por no poder hacer nada para cambiarlo.

La noche cayó. No me animé a ver el cuerpo que tenía a mi lado, pero la única gota de esperanza que tenía hizo que me levantara a rastras. Sabía que tenía que moverme y conseguir algo de ropa o iba a morir congelada.

Al tener algo más de calma en mi interior pude saber que realmente no quería morir. No podía hacerlo, no cuando ese fue su último deseo. Tenía que seguir y buscar una nueva oportunidad. Recordé lo que dijo aquel guardia; 10 cajas con medicina escondidas por todo el lugar.

En ese momento fue cuando me dejé inducir en su juego. Conseguir esa medicina me daría una oportunidad para salir, y no solo lograr cumplir mis promesas, podría saber qué era lo que realmente sucedía afuera, si había una posibilidad de cambiarlo todo. Solo necesitaba el apoyo necesario, ser ahora la que jugara con ellos. Aun podía hacerlo.

Las Crónicas de Lena PradellDonde viven las historias. Descúbrelo ahora