Mi despertador se programó a las 6:00 de la mañana haciendo un sonido molesto y estresante mientras se ponía una canción aleatoria en mi Playlist de Spotify; Levitate de Imagine Dragons.
Me desperté restregándome los ojos y me deslicé de forma lenta hasta el borde de la cama para levantarme de un salto pero, al acentar mis pies en el frío suelo blanco de mi habitación, los elevé nuevamente haciendo una mueca de desagrado. El suelo ya había atrapado el frío de las mañanas de la ciudad de Nueva York. Las ventanas del cuarto estaban cubiertas por una neblina densa a causa del frío y en el exterior de estas se podía apreciarse el salir del sol, iluminando con un pequeño rayo de luz solar la oscurirdad que soltaban las paredes del cuarto. Deberíamos estar a unos 6° en estas épocas de invierno de Febrero; Incluso cuando solté un pequeño bostezo, podía verse el aire que salía de este.
Unos calcetines rojos de lana gruesa reposaban sobre un extremo de mi escritorio, los tomé y me los puse en mis pies para que pudiera caminar por la habitación y no congelarme los pies.
Después de vestirme, abrí la puerta de madera negra que tenía pegados en ella varios poster de películas y un pequeño llavero amarillo de la casa de Hufflepuff de Harry Potter. Entre los posters podían verse la película de Back To The Future y series como Stranger Things o Game Of Thrones.
Bajé las escaleras con paso lento y cansado. Di media vuelta para dirigirme a la cocina por algo para desayunar. En un extremo, sentado en una silla leyendo el periódico con un rostro que no mostraba expresión alguna, estaba mi padre, Ryan Wilson, un hombre de cabello negro con mechas grises, sin percatarse de que su hijo estaba parado frente a él.
- Papá... - lo llamé, tratando de llamar su atención.
- ¿Qué? - respondió con voz ronca y cortante, justo como respondía a todas las preguntas y comentarios que alguien le hacía. - ¿Qué quieres, Maxwell? - preguntó, alzando la mirada del periódico a mi dirección, mirándome con esos ojos azul cielo penetrantes que parecían que estuvieran succionando la alma de tu cuerpo.
Solté un suspiro, enfadado y cansasdo de la actitud de mi padre.
- Nada, ya me voy. - Tomé una manzana de la mesa, rodando los ojos y dando vuelta para salir cuanto antes de ese lugar mientras mi padre me seguía con su mirada desde la silla. - Diviértete leyendo tu periódico. - Cerré la puerta de un portazo, dirigiéndome hacia mi jeep azul oscuro que descansaba en el garaje del patio. Pero, por accidente, y sin percartarme de que una roca estaba en el camino, tropezé y caí al suelo a causa de la velocidad rápida a la que iba caminando en ese momento, recibiendo un pequeño golpe en mi barbilla, seguramente al final del día terminaría con una cicatriz en el lugar donde recibí el golpe. Maldije por lo bajo. Flexioné mis piernas y apoyé mis pies en el suelo y, con ayuda de mis muñecas, me fui incorporando sobándome la barbilla.
Una vez sentado en el asiento del piloto, le di un fuerte golpe al volante y apoyé mi cabeza en él, soltando un fuerte suspiro. Una vez que ya estuve recuperado del impacto, arranqué el jeep y di rumbo a la escuela mentras que en la radio sonaba Castlle On The Hill de Ed Sheeran.
Mi familia nunca fue muy unida. Papá trabajaba en las tardes y regresaba en medio de la madrugada. A mi madre nunca la conocí, murió cuando tenía apenas cinco años y no tenía muchos recuerdos de ella. Tom, mi hermano mayor, se había ido ese año a la universidad de Denver a estudiar. Extrañaba tenerlo en la casa, extrañaba esa sensación de estar acompañado en casa, cuando hacíamos esos maratones de Star Wars cuando papá no estaba en casa y nos dormíamos hasta tarde, haciendo críticas de la película y soltando comentarios. Tom soñaba con dirigir una película algún día, ser un director de Hollywood y hacer una película digna de un oscar. Tom era el mejor hermano mayor que la vida me pudo haber dado, era el único que me comprendía en la familia. Compartíamos algo especial, siempre me la pasaba solo en casa y él era la única compañía que tenía.
También estaba Sam, ese niño asustado que andaba en los pasillos de la escuela con la cabeza baja y el pelo castaño alborotado temiendo por su vida de que los chicos que lo molestaban lo atacaran de nuevo, golpéandolo y provocándole golpes en su rostro y en su abdomen. No soportaba ver que le hicieran daño, fue eso por lo que decidí un día de esos darles su golpiza muy merecida a los chicos que lo molestaban. Luego de ese día, Sam y yo nos volvimos en mejores amigos y los chicos dejaron de molestarlo gracias a eso.
Más tarde conocimos a Alex Jones, un chico de cabello largo castaño que siempre nos saludaba en los pasillos. Iba conmigo y Sam en clases de Literatura y siempre se sentaba con nosotros. En unas pocas semanas más entramos en confianza con él y se unió al pequeño grupo que formábamos.
Ya había avanzado unas cuantas cuadras para llegar a la escuela. No pasaron más de dos minutos cuando un coche negro se cruzó en medio del camino, haciendo que frenara de golpe y se oiga el fuerte chillar del roce de las llantas al frenar en la carretera. No tenía sentido. Busqué del lugar de donde podría haber salido el coche negro, había un camino que doblaba a la derecha unos metros más enfrente, pero este había aparecido en medio del camino sin ninguna explicasión y siguió de largo como si nada hubiera pasado. Ya que, en vez de aparecerse de la carretera que doblaba a la derecha, se había atravesado justo en medio de la calle. Estaba en shock. Fue algo... imposible. Porque, si más bien recuerdo, no conocía que los coches pudieran hacer tales cosas. Reaccioné luego del pitido del coche que estaba detrás del mío y seguí avanzando, aun sin recuperarme del todo de lo que acababa de pasar. Fue como una de esas fallas que me pasaban la mayor parte del tiempo. O Bugs, como en los videojuegos. Mis nudillos de las manos habían quedado blancos gracias a que apreté con más fuerza de la necesaria el volante del Jeep. Miré por todos lados si quedaba un rastro de aquel coche. Pero no lo encontraba. Supongo que se habrá ido.
Al doblar en una esquina, el mismo vehículo apareció, tapándome el camino para seguir, como si me hubiera estado siguiendo desde el primer encuentro. Estaba a unos pocos metros en frente de mí. El interior del coche estaba a oscuras y no se podía ver al conductor. Parecía como si me estuviera esperando. Tragé saliva nervioso y, con las manos temblorosas, retrocedí el Jeep y busqué otro camino para llegar a la escuela. Porque, si me hubiera enfrentado al coche negro, no hubiera salido con vida.
ESTÁS LEYENDO
SIMULACIÓN
Science FictionNuestra realidad no es perfecta, tiene fallos, como si se tratara de un programa de ordenador, fallas que probablemente no hayas notado. Maxwell Wilson siempre se ha sentido diferente y que no encaja en el mundo en el que vive, experimenta sucesos...