- Sam... ¿Qué está pasando, por qué me dejaste?
Empecé a gritarle al chico que estaba de pie en frente de mí, mirándome con sus grandes ojos miel, que parecían decir miles de palabras con solo mirarte.
- Sam, háblame...
No hacía nada, sólo se limitaba a estar ahí, observándome en el mismo lugar sin ninguna expresión en su rostro pálido. Así que, al ver que este no reaccionaba, me acerqué a él con pasos apresurados, pero, conforme me acercaba, parecía que se alejaba más y más.
- ¡Sam!
Y, cuando creí que ya estaba cerca, tropecé con un pedazo de madera alzado del suelo de la mansión abandonada. Cuando creí que no iba a alcanzarlo, por más que lo intente, Sam caminó en mi dirección y se agachó a mi lado.
- Todo estará bien, Alex, sólo tienes que dormir... dormir y nunca despertar.
No comprendía las palabras que me susurraba en el oído, no parecían que vinieran de él, es como si algo más estuviera hablando, como si no fuera más ese Sam que tanto conocía, algo había cambiado en él, tal vez su mirada, o su forma de hablar, pero estaba eguro de que ese no era Sam.
- ¿Quién eres? - Le pregunté, mirándolo a sus ojos que mostraban un brillo que nunca había visto en él, como si su mirada se hubiera transformado en una de un ángel con un rostro tierno, pero que ocultaba miles de males en él.
- Soy yo, ¿acaso no me reconoces?, soy Sam... Sam Copper....
- No... - Negué con la cabeza. - Tú no eres Sam, dime quién mierda eres.
Y, con una sonrisa malvada y cruel, el rostro de Sam se transformó en el rostro de la mujer rubia de ojos azul eléctrico.
- ¿Quién... eres...? - Volví a preguntar, esta vez entrecortatamente al sentir cómo mi comenza a a asfixiarme y mis ojos se empezaban a cerrar lentamente y, en todo ese proseso, las manos de la mujer rubia acariciaban mi melena desordenada de cabellos castaños.
- Me conocerás, tal vez no este mundo, pero pronto me conocerás, y podrás volver con tus amigos, te lo aseguro, sólo si logras pasar la última prueba de tu simulación.
Así que eso era todo, una simulación, todo lo que había vivido hasta ahora no era más que puras imaginaciones mías que eran sacadas de unas personas que intentaban experimentar conmigo. No me importaba la razón, no me importaba quiénes eran, sólo me importaba que todo esto terminara para que, si tengo suerte, me quedara dormido y no pueda despertrar, pero, como habían dico Walker y Paige, cuando mueres, tu alma viaja de nuevo a la realidad, lo que significaba que no estaba muriendo realmente.
- No... no quiero ir allá... no me lleven... no soy una de sus marionetas. - La mujer siguió acariciándome el cabello, con su sonrisa que podía reflejar varias emociones a la vez, pero, la que yo veía en ella, era maldad.
- Pronto todo terminará... cierra los ojos, Alex... deja que el sueño se lleve tu alma... para que puedas despertar... despierta, Alex...
Sus palabras parecían ya estar a mil kilómetros de distancia, como si no estuvieran ahí conmigo, lo que significaba que su voz había logrado llevarme, me había dejado llevar por su voz, no luché, me rendí, me sentía tan cansado ya en ese momento que luchar parecía algo ya imposible, así que dejé que mis ojos se cerraran y pasara lo que tenga que pasar... pero, nada pasó, sólo me sumbí en pura oscuridad cuando mis ojos se cerraron.
- ¡Alex, despierta!
Pero un grito en mi oído hizo que no cayera en esa tentación de dormir, ese grito de aquella voz de la persona que creía muerta desde un primer principio, de aquel chico que se había sacrificado por nostoros.
- ¡ALEEEEX!
Era él, estaba seguro, era Max, quien me estaba rogando que despertara y no me rindiera, así que le hice caso, a pesar de no estar seguro de que lo que estaba viviendo era real, pero no me importó, no importaba ya nada, sólo me limité a giarme por la voz de Max y abrir mis ojos, como si fuera la primera vez que despertara de un largo y tranquilo sueño.
- ¡Alex! - Unos brazos me envolvieron con fuerza, al principio sólo fueron dos, pero, luego, otros más pequeños me rodearon por la espalda.
- Felicidaes Alexander, superaste las pruebas de la simulación, eres libre.
Giré mi vista hacia la voz que ya conocía bien, la de la mujer rubia, que ahora me observaba desde un punto lejano de la habitación blanca en la que ahora me encontraba.
- ¿Qué pasó, dónde estoy?
Los brazos que me rodeaban se fueron separando poco a poco y, cuando ya estuvieron lejos de mí, vi los rostros sonrientes de Sam y Max.
- Ya somos libres, Alex. - Comenzó Max. - No más juegos.
- ¿Libres? ¿De qué hablas? ¿Qué pasó?
- Salimos de la simulación, estás en la realidad ahora, Alex, y deberías verla, es... wow. - Dijo Sam, sonriendo como nunca antes lo había hecho.
Las manos de mis amigos me jalaron de los brazos y me llevaron fuera de la habitación, llevándome hasta una inmensa sala llena de personas con trajes blancos y una gran ventana de cristal que daba a una increíble vista donde gigantes edificios se alzaban por las nubes y, en ellas, varias naves y autos volaban por los cielos, como si se tratara de una película de ciencia ficción que tanto me gustaban.
- Bienvenido a la realidad, Alex. - Me susurró Max. No pude evitar sonreír un poco, tal vez ese lugar no sea tan malo después de todo, tal vez sea un nuevo viaje que recorrer.

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SIMULACIÓN
Science FictionNuestra realidad no es perfecta, tiene fallos, como si se tratara de un programa de ordenador, fallas que probablemente no hayas notado. Maxwell Wilson siempre se ha sentido diferente y que no encaja en el mundo en el que vive, experimenta sucesos...