Capítulo 11

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Pasamos un día caminando por las calles de... en realidad, ni siquiera sabíamos en dónde estábamos. Buscamos algún Taxi que pueda llevarnos a algún lugar, pero todos pasaban de nosotros y no tuvimos más opción que instalarnos en una mansión abandonado bastante escalofriante.

- No pienso quedarme a dormir aquí en la noche, Alex. - Se quejó Sam, mirando la mansión.

- No hay otra opción, además, yo no vi ningún letrero en una casa que diga "hola, son bienvenidos a quedarse en nuestra casa y dormir aquí, pueden irse cuando quieran y comer de nuestra comida, gracias".

- Pudimos haber ido a un hotel...

- No tenemos dinero.

- ¿Un autobús?

- ¿Viste un autobús acaso?

- No...

- Entonces deja de quejarte y ser tan cobarde, y agradece que encontré un lugar para dormir.

Sam rodó los ojos, ignorando mi comentario.

- Solo entremos antes de que anochesca y te desangres en la entrada.

Es cierto, había olvidado por completo mi herida en mi pie, creo que ya me había acostumbrado a sentir el dolor. Sin embargo, el recordatorio de él hizo que me volviera a doler.

Pasé uno de mis brazos por los hombros de Sam para poner mi peso en él y abrimos la puerta, provocando un chillido de la madera.

Al entrar, pude ver todo el panorama de la casa: los muebles eran blancos y estaban envueltos con bolsas transparentes, en las paredes había fotografías de las personas que suponía que antes vivían ahí; al final de la sala, habían unas escaleras que subían al segundo piso.

- ¿Nos separamos para recorrer el lugar? - Pregunté, Sam negó con la cabeza.

- No, no pienso estar solo aquí. - Me encogí de hombros, quitándole importancia y empecé a encaminarme junto con Sam a la primera puerta que encontramos en la planta de abajo. En ella, había un pequeño cuarto con una cama individual y una mesita de noche con una fotografía de una niña rubia de rostro pálido.

Al salir del cuarto, me percaté de algo que antes no había visto: un largo pasillo en una esquina que tenía incontables puertas con números. Le di un pequeño codazo al castaño para que volteara.

- ¿Por qué me codeas?

- ¿No ves el pasillo?

- ¿Qué pasillo?

No habia manera de que Sam no viera el pasillo, era como si realmente no estuviera ahí.

- Pero ahí está...

- Alex, yo no veo nada. Creo que la herida te está haciendo mal, vamos.

Sam me llevó hasta la primera habitación donde habíamos entrado y me recostó en la cama.

- Quédate aquí, iré a buscar otro cuarto para dormir.

- Sam...

No pude terminar la frase ya que el castaño cerró la puerta y escuché cómo los pasos de Sam se hacían más lejanos.

Media hora después de que Sam se fuera, mis párpados comenzaron a pesar y a cerrarse lentamente hasta que me quedé dormido.

Cuando desperté, vi por la pequeña ventana que daba al exterior que ya era de noche. Chequé mi reloj y eran las 8:30 pm.

Me senté en el borde de la cama y observé mi alrededor, todo estaba oscuro y no había ninguna luz que alumbrara la habitación. Me levanté y cojeando me fui al interruptor que encendía la luz del cuarto. Al prenderla, una voz de una niña sollozando habló a mis espaldas.

- Está muerto. - Por temer lo peor, no me giré para ver a la niña, sólo me quedé viendo el interruptor de luz. - Él está muerto, como tú también lo estarás. - Y dichas estas palabtas, la luz se cortó de nuevo, y eso bastó para que volteara a donde había escuchado la voz, pero la niña ya no estaba. Volví a encenderla, y todo seguía vacío.

- Raro. - Solté a la nada, sabiendo que estaba solo y nadie podía escucharme.

Como ya había dormido unas horas, el sueño había desaparecido y un impulso de curiosidad hizo que abriera la puerta de la habitación para ir a explorar la casa.

Todo seguía igual a cuando habíamos entrado Sam y yo, solo que había algo que no estaba: el pasillo. Fui cojeando hacia la esquina donde lo había visto, ahora sólo estaba la pared de madera.
Un crujido del piso sonó ligeramente a mis espaldas, como si alguien estuviera caminando en la sala.

- ¿Sam, eres tú? - Dije, sin mirar atrás. Al escuchar otro crujido y no tener ninguna respuesta por parte del que creía que era Sam, fue entonces cuando di media vuelta y enfrenté a lo que estaba a mis espaldas y, honestamente, me arrepiento de haberlo hecho. La persona que estaba ahí, no era mi amigo, se trataba de la chica rubia de ojos azul eléctrico que había matado a Max.

- Bienvenido a tu Simulación, Alex.

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