Al terminar la clase, los chicos y yo salimos del salón a paso rápido.
- Bueno, no sé qué haya sido eso, pero yo ya me voy. – Alex era un chico sonriente la mayor parte del tiempo, pero, ahora, el chico que una vez había sido Alex había quedado olvidado en el pasado. Había muerto. Como si su alegría se hubiera ido volando con aquella ave y la luz parpadeante de los focos. Sam y yo nos quedamos en el pasillo mirando al chico que había sido alguna vez Alex Jones.
- ¿Crees que lo recuperemos? – Me preguntó Sam.
- Creo que no volverá a ser él mismo por un largo tiempo, Sammy.
Todos los estudiantes se habían ido luego del sonar del timbre. Solo éramos Sam y yo; o eso creíamos hasta que un chico salió por la puerta del salón donde habíamos estado hace unos minutos. El chico salió del salón y subió las escaleras que llevaban al baño con normalidad. Sam y yo comenzamos a encaminarnos hacia la salida de reversa. Luego, antes de dar un paso más, el mismo chico volvió a salir del salón e hizo el mismo recorrido, como si se hubiera tratado de un patrón. Y se comenzó a repetir lo mismo por varios minutos. El chico salía del salón y subía las escaleras que llevaban al baño.
Sam me miró y salimos corriendo a la salida con miedo a que pasara algo más. Ambos subimos a mi Jeep y pisé el acelerador.
- Oh dios, oh dios... - Repetía Sam, temblando en el asiento del copiloto, con la vista en frente.
- Hey, tranquilo. – Traté de hacer que se calme, si no hacía algo, el chico moriría de nervios. – Ya verás que todo saldrá...
- ¡NO! – Me interrumpió. - ¡No digas eso! ¡No digas que todo saldrá bien porque sabes que no será así! ¿Acaso no ves películas?
- Eso no importa ahora, lo importante es que...
En plena discusión, un coche se metió en nuestro camino.
- ¡FRENA! – Gritó Sam con desesperación. Frené a unos dos centímetros cerca del coche. Sam se encogió en su asiento, mirándome con su mirada asesina. – Casi nos matas, idiota.
- Yo... yo... - No sabía qué decir, si no hubiera frenado, Sam y yo estaríamos muertos. Aunque, ese coche había salido de la misma nada. Justo como... Ay dios... Era el coche de la mañana.
- Ay no, no me digas que ese es el coche que... - Puse mi mano en la boca de Sam para que se callara.
- Shh... - Le susurré, mientras comenzaba a retroceder el coche y a salir del callejón donde había parado el coche. Había varios edificios viejos en el callejón. Al avanzar con el Jeep, el coche negro podía verse por el otro lado de los pasillos cuando no era tapado por los edificios. Nos estaban siguiendo. – Maldición. – Comencé a acelerar, pero, mientras lo hacía, el coche aceleraba más.
- ¿Vamos a morir? – Observé a Sam. Se notaba cómo sus ojos color miel se estaba comenzando a cristalizar.
- No. – Negué con la cabeza. – No vamos a morir. – Al decir esas cuatro palabras, arranqué el colle a la máxima velocidad, dejando al otro varios kilómetros atrás.
Cuando perdí el rastro del coche, comencé a desacelerar y volteé mi cabeza para comprobar que ya no nos estaban siguiendo.
- Lo siento. – Me disculpé al ver la mirada asustada de mi amigo.
- Te odio, Maxwell.
Al aproximarme a la casa de Sam con el Jeep, el coche que habíamos dejado atrás volvió a aparecer. - Maldición, no de nuevo. – Dije, frenando de golpe en la casa de mi amigo castaño. – Baja del auto.
- ¡¿Qué?! – Negó con la cabeza. - No.
- ¡Solo hazlo! – Le grité. Sam no hizo caso a mi pedido.
- No vas a deshacerte de mí tan fácilmente. – Solté un suspiro de frustración al ver que el coche se acercaba a nosotros más y más.
- No quiero que este sea tu problema. – El coche estaba a 15 metros de nosotros.
- Hiciste esto mi problema cuando subí a tu coche. – 10 metros.
- ¡Baja del coche, Sam! – 9 metros.
- ¡NO!
Miré por la ventana la casa de Sam. 8 metros.
- Bien, tengo una idea. – 7 metros.
Mi amigo sonrío. 6 metros. Me desabroché el cinturón al igual que él y ambos bajamos de un salto del Jeep, cerrando de un portazo las puertas. El coche de atrás se detuvo.
- ¿Y ahora qué? – Preguntó el castaño.
- Tu casa, ¡Ya!
Ambos corrimos con pasos acelerados a la casa de Sam que estaba frente a nosotros. Escuché cómo la puerta del coche negro que nos seguía se abría. Sam le pasó llave a la puerta. Pasos de un hombre acercándose en nuestra dirección se escucharon a unos metros de distancia. Entramos a la casa y cerramos con llave, seguido, Sam me jaló del brazo y me llevó hasta las escaleras de la casa. Unos golpes con fuerza sonaron en la puerta principal. Nos encaminamos hasta la habitación de mi amigo y cerramos la puerta con llave mientras se escuchaba cómo la puerta principal de la casa caía en pedazos, provocando un ruido que se escuchó por todo el lugar.
- ¡Rápido! – Susurró el chico mientras se metía en un armario de su cuarto. Lo seguí y, al estar los dos dentro, cerré la puerta.
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SIMULACIÓN
Science FictionNuestra realidad no es perfecta, tiene fallos, como si se tratara de un programa de ordenador, fallas que probablemente no hayas notado. Maxwell Wilson siempre se ha sentido diferente y que no encaja en el mundo en el que vive, experimenta sucesos...