Capítulo 10

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Sentía que me estaba muriendo, no podía respirar, tenía un gran peso sobre mi espalda y no podía cargar con él.

- ¡Ayuda! - Intenté gritar, sin éxito, solo salió un pequeño hilo de voz que raspó mi garganta, no tenía fuerzas para moverme o intentar quitar la piedra del techo que me había caido encima, tenía una en mi espalda y una en mi pierna. - ¡¿Hay alguien?! ¡¿SAM?! ¡¿Paige?! ¡¿Walker?! - Tosí todo el polvo que había entrado en mis pulmones mientrss volteaba a ver que tan mal estaba mi pierna; un tubo delgado había atravesado mi piel, lo sentía dentro de ella, y me estaba matando.

- ¡¿Alex?! - Gracias a dios, Sam estaba bien, pero no sabía si estaba igual o peor que yo. - ¡¿ALEX?!

- ¡Sam! ¡¿Puedes moverte?! - Estaba preocupado, no sabía si el castaño estaba herido, tampoco escuchaba a Paige y Walker, temía lo peor, tal vez no lograron sobrevivir al derrumbe, o pudieron haber escapado que sería como un milagro, o los pudieron haber secuestrado de nuevo.

- ¡Apenas, dos rocas me tapan el camino!

- Maldición - Susurré, estábamos los dos atrapados y no teníamos forma de salir de ahí. - ¿Puedes mover las rocas?

- No sé - Escuché cómo el chico trataba de mover las rocas, sin resultado. - Son muy pesadas, no puedo moverlas, ¿qué tan mal estás tu?

Miré a mi alrededor, todo estaba destrozado y no tenía ninguna forma de moverme, contando el insoportable dolor que empezaba a extenderse por mi pierna y en cualquier momento llegaría al resto de mi cuerpo. Negué con la cabeza, aunque sabía que Sam no podía verme.

- Tengo pedazos de techo sobre mi, creo que un tubo que estaba conectado con una roca se enterró en mi pie, está sangrando mucho. - Hice una pequeña presión en mi pierna, eso solo hizo que me doliera más. - Agh - Dije, cerrando los ojos y soltando pequeñas lágrimas de dolor. - Sam, tienes que sacarnos de aquí, no creo que dure mucho con mi pierna así, por favor.

- No Alex, yo no...

- Escucha, sé que siempre te han tratado como el niño cobarde de la clase, pero yo siempre he confiado en ti y sé que puedes hacerlo, Sam, eres una de las personas más fuertes que conozco, soportas todas esas burlas y te mantienes fuerte, así que, saca esa fuerza que tienes en ti y sácanos de este lugar.

Encerio creía en él, yo siempre pensé que a los niños que molestan en la escuela son los más fuertes, todas esas burlas las soportan, y siguen adelante.

Pasó un tiempo en el que Sam no hacía nada, pero, de entre las rocas, pude ver cómo una mano comenzaba a salir y, de eso, salió después el brazo, y asi poco a poco comenzó a salir el cuerpo de Sam arrastrándose por el piso hasta que estuvo compñetamente afuera. Sonreí, lo había logrado.

- ¡Sam! - Solté apenas, ya que mis pulmones seguían con polvo en su interior. - Sam...

Al decir su nombre por segunda vez, dl chico corrió hacia donde estaba y se agachó a mi lado.

- Demonios, Alex... - Dijo mientras quitaba intentaba quitar las rocas que estaban sobre mi, tuvo que concenrtarse en poner toda su fuerza en mi brazo al jalarme del montón y sacarme, cuando estuvue fuera, todavía quedaba un problema: mi pie. - Oh, maldición, tu pie... - Dijo al observar mi herida.

- Tenies que sacarló de ahí. - Le dije, intentando tragar saliva. - No lo soporto más. - Sam comenzó a asentir varias veces con la cabeza y me empezó a arrastras hasta una pared para que pueda recostar mi espalda.

- Bien, tendrás que cerrar los ojos, esto va a doler. - Apenas sentí cómo el tubo salía de mi pie lágrimas de dolor se deslizaron por mis mejillas. - Aguanta. Ya casi. - Creía que nunca iba a terminar el dolor, pero, en menos de lo que esperaba, Sam quitó el tubo de mi pie y luego se sentó a mi lado. - ¿Qué hacemos ahora, Alex? No tenemos idea de dónde estamos y seguramente los hombres nos encontrarán, si es que lograron sobrevivir al derrumbe.

Tenía razón, no podíamos quedarnos ahí a plena vista, tendríamos que ir a algun edificio o casa abandonada para poder dormir y, con todo lo que habíamos pasado hasta ahora, tenía en claro que los hombres que nos secuestraron nos buscarían y nos encerrarían de nuevo.

- Tienes razón, hay que irnos.

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