Capitulo 10: Presentación

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Pensaba que Kami estaría en la noche siguiente, pero no fue así

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Pensaba que Kami estaría en la noche siguiente, pero no fue así.

Kami había sido desaparecido hace días, ese tiempo que se me hizo una eternidad, los días eran más aburridos solo preparando cosas de la presentación, la lista de invitados, la comida, el vestuario y la rutina que presentaría. Estaba casi segura que sabía que me había enterado de algo que nunca debí, y no quería darme explicaciones.

Estaba vestida ya con el vestido turquesa, un peinado tomado en un moño sin dejar sobrantes más que dos mechones colgados en mi frente, y un maquillaje sutil para que luciera lo más natural posible. Según Galván así serían capaz de reconocerme en cualquier lugar, este maquillada o no.

Había llegado el día; había llegado el día en que todos supieran la verdad, en que por fin yo representaría un riesgo para la sociedad o una ayuda, el día en que sería una decepción o un alivio hacia sus vidas. El puesto que jamás pedí en mi vida.

Estaban invitados todos en el mundo mágico, incluido Reyes y sus hijos de otros mundos, con sólo pensarlo se me revolvía el estómago. Grimm había regresado de sus deberes para encargarse de la seguridad del Reino a lo que me ponía mucho más tranquila sobre el tema de un atacante, traté muchas veces de hablar con él sobre Kami pero siempre me cambiaba el tema o se daba la vuelta como si no me escuchará.

El Castillo estaba lleno de cuchicheos y felicitaciones cada que me veían, todos estaban apresurados arreglando uno que otro detalle en la decoración del castillo, me sudaban las manos y el vestido que tenía vuelo me hacía caminar más lento de lo que deseaba; Indefensa.

Después de que pasará la presentación, cada año se elegía un guardián de todos los mundos en base a pruebas de inteligencia y fuerza, por lo que sabía el ganador había sido el Príncipe Edel que poseía el poder de la nieve y era rango 2; Ahora deseaba que él siguiera con el puesto de guardián.

Un fuerte golpe en la puerta interrumpió mis pensamientos, la puerta se abrió sin esperar mi respuesta.

- ¡Es la hora! - entró Danna dando pequeños aplausos y tomando mi mano para que me parara para ir con ella.

- ¿No darían alguna plática mis padres? -. Sentí la presión en mi pecho justo en ese momento, incluso podía sentir mis labios temblar y un frío recorriendo mi columna.

- Cariño, están a punto de darte la bienvenida, debes de estar ya detrás de la cortina - me dio empujoncitos en la espalda para que avanzara, cada paso acercándome detrás del escenario era una tortura.

Mis padres estarían en el balcón enorme del castillo y yo debajo en un escenario dando una vista clara al público. Sentada en el suelo con una montaña de cenizas sobre mí para ver al fénix renacer una vez más, que cuando se abrieran las cortinas me dejarían expuesta.

Detrás de las cortinas, se escuchaban los cuchicheos de todos y la voz de mis padres en el altavoz, su voz se podía escuchar de una esquina del Reino a la otra. La voz de mi padre era capaz de causar escalofríos a cualquiera que lo escuchara aun cuando yo estaba acostumbrada a su voz. Controle mi respiración agitada, cubriendo mi nariz para evitar que respirara las partículas de ceniza. La rutina que Galván había preparado para mí estaba hecha hace un año, que no demostraba la fuerza que había adquirido con Kami. Quizás realizaría algunos cambios.

- Trátenla con cariño, ha sido un largo tiempo para estar lista para ustedes, sean respetuosos. ¡Ella es su princesa! - la voz de mi padre resonó en todo lugar, todos guardaban silencio como si alguien hubiese muerto.

Escuché como abrían cuidadosamente la cortina de seda roja, cuando escuché que no había ningún ruido es cuando por fin alcé delicadamente una de mis manos en un movimiento elegante de muñeca como hacían las bailarinas de ballet, suavemente alcé mi rostro dejando que las cenizas solo cubrieran no más allá de mi torso. El material del que estaba hecho el vestido permitía que las cenizas resbalaran con facilidad y no ensuciara el vestido; El público estallo en aplausos y chiflidos al verme, era este el momento en el que me decidí a no seguir la rutina de Galván y de un solo tirón, deshice mi peinado dejando caer mi cabello sobre mis hombros y agitándolo para dejar caer cualquier pasador o diamantes que éste tuviera de decoración.

Estiré mi brazo izquierdo como si de un baile se trátase iluminando de rojo solo la mitad de mi cabello, estirando mi brazo restante dejando inclinar todo mi cuerpo e iluminando en rojo el resto de mi cabello. Hace tiempo había tomado clases de baile, algo que admiraba y era mi pasión, pero me desviaba de mis tareas principales dejándolo por completo. Era lo que era y no lo iba a negar ante las personas.

Me paré del montón de cenizas dejando ver el hermoso vestido esponjado que Danna había hecho para mí. Comencé a arrancarlo, cada que arrancaba un trozo lo quemaba convirtiéndolo en polvo de estrella que desprendía el fuego consumiéndose, arrancaba trozos de la zona de abajo dejando solamente el fondo del vestido que era la que permitía que el vestido tuviera ese vuelo, dejando únicamente una falda desgarrada corta; Como si mis pies fueran tan livianos como plumas me moví en el escenario con pasos de ballet que en cada paso que dejaba, cada paso que daba era desvariado y sin seguir ninguna ley de baile, simplemente siendo yo; El suelo se iluminaba de fuego vivo con cada paso que daba y a este punto el público comenzaba a enterarse de la verdad. Mi último paso fue poner un pie delante del otro, dar una reverencia lo más delicada y linda que pude haber hecho. Alcé el rostro con los ojos cerrados y en un solo parpadeo tenía los ojos iluminados de lava viva y una enorme sonrisa.

Alzando a cada lado mis brazos comencé a crear una representación de fuego sobre cada uno de los dones principales, para el Dios de la Tierra creé uno de los mutantes que habitaba en los bosques constituido solamente por la madre naturaleza. Caminé al otro lado del escenario admirando a la figura brillante del mutante, cerré el puño y este volvió a caer en polvo de estrella. Girando únicamente mi dedo índice y desinteresada por lo que pasara un torbellino de fuego apareció al otro extremo del escenario representando al Dios del Viento, no lo dejé mucho tiempo en funcionamiento pues sería retarlo. Delfines fingiendo saltar del escenario como si este fuera su mar representando al Dios del Agua y venía el gran final.

Caminando al centro del escenario pase uno de mis dedos por el nacimiento de mi cabello haciendo que te éste creciese pequeños cuernos de color ladrillo, la gente comenzaba a murmurar que tenía el poder del Dios del fuego. Amplificando mi voz hablé.

- Yo jamás podré remplazar lo que ha hecho nuestro querido Dios del fuego. Pero puedo nacer de él nuevamente. - terminando de hablar dejé que mis alas salieran de mi espalda dejando elevarme sobre el suelo y mi piel comenzara a cuartearse en lava como si me estuviera quebrando, pero no era así, me convertí en pequeños canales de lava. Mi cabello encendido en fuego y mi piel volviéndose con un sub-tono naranja.

Prefiero ser llamada Red Demon

Todos estallaron en aplausos y admiraciones hermosas, halagos y la euforia de mis súbditos que estaban felices de tenerme. Antes había pensado que, al estar aquí, enfrente de todos, sintiéndome admirada me haría sentir completa o feliz, pero no era así. La decepción más grande de mi vida.

Un fuerte aire y luz blanca cubrió mi espalda, me giré rápidamente y casi se me fue el aliento al ver un desgarro detrás de mí, esto no era parte del plan. Los gritos ahora eran de terror al verse reflejados en el desgarro, como si fuera un espejo donde podían mirar a otra versión de ellos, pude mirar a los ojos a otra Ryu con el cabello largo que tenía el mismo rostro de confusión. Abrí los brazos y los cerré para que desapareciera el desgarro, los gritos y el pánico estaba en el rostro de cada uno. Al cerrar el desgarro caí al suelo directamente, sin cuernos, ni alas, ni piel naranja, ni cabello rojo. Solo mi cabello rubio dueño de mi poder original.

Los brazos de alguien rápidamente fueron corriendo por mí a sacarme del escenario al ver mi falta de movimiento, hubiera reconocido ese aroma en cualquier lado.

Era Kami.

El sueño de un Fénix | Primer LibroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora