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“Mueve tu trasero fuera de la cama.” 

¿Dos noches seguidas? Gemí y tiré una almohada sobre mi cabeza. 

“Estoy tratando de dormir.” 

La almohada fue quitada de un tirón, y un celular presionado sobre mi oreja a tiempo para escuchar a alguien gritar.

“¡mueve tu trasero fuera de la cama, Centinela, y llega a la maldita Casa! No sé qué clase de descansado trabajo esperabas, pero por aquí, nos ganamos nuestra paga. Tienes quince minutos.” 

Súbitamente despierto, y dándome cuenta de quién estaba al teléfono, agarré el celular de la mano de Yoongi, y anduve a tientas a través de las mantas y almohadas hasta que me enderecé.  

“¿Ken? No lograré cruzar la ciudad en quince minutos.” 

Hubo una severa risa al otro extremo del teléfono.  

“Entonces aprende a volar, Campanita, y trae ese bonito trasero a la Casa.” La llamada terminó con un audible clic, y lo dejé sobre la cama y salté al piso. 

“¿Mucha prisa?” 

Maldiciendo como un marinero en licencia, me dispare a través de mi armario.  

“Estoy tarde,” me desahogo. “Los vampiros de la Casa ya piensan que soy un bicho raro. Y ahora soy el remilgado, gay sin estilo,  que no puede aparecerse a trabajar en horario. No sabía que él me quería en el primer instante del anochecer.” 

Con su voz casi irritablemente calma, Yoon ofreció, 

“revisa la puerta, cariño.” 

“No tengo tiempo para acertijos, Yoon. Estoy apurado.” Tiré de una de las camisetas de manga larga, luego otra, luego otra y no hallé nada que los vampiros de Cadogan pudiesen encontrar siquiera remotamente aceptable. 

“La puerta, Park.” 

Con un quejido, retrocedí del armario y miré hacia la puerta. Colgando sobre la puerta de mi dormitorio, había una camisa negra abotonada de mangas cortas y un par de pantalones de vestir grises, de tiro bajo y de corte recto. Un par de zapatos de plataforma de Mary Jane se ubicaban frente a ellos. Como conjunto, era simple, elegante, y  algo audaz. Lo miré nuevamente. 

“¿Qué es esto?” 

“Un regalo de primer día de trabajo” 

Mis ojos se llenaron de lágrimas, y las barrí con las mangas largas de la camisola con que me dormí.  

“Cuidas bien de mí.” 

El suspiró y se acercó, luego tiró de mí en un abrazo.  

“Estás en el día ocho de las Vacaciones Cerebrales de Park. Tienes hasta el día diez. Espero que te hayas adaptado para entonces.” Quitó el cabello de mi cara, luego ajustó un mechón. “Extraño al Park maniático y cerebral.” 

Sonreí avergonzado.  

“Yo también lo extraño.” 

El asintió.  

“Bien. Voy a correr y agarrarte un traje negro. Dado que tu cumpleaños se acerca, declaro completamente a ése, como tu regalo.” 

Mi cumpleaños número veintiocho era la próxima semana. Y aun cuando apreciaba la intención, no estaba loco acerca del potencial regalo.  

“No es que sea quisquilloso, Yoon, pero ¿podría tal vez recibir un regalo de cumpleaños que no esté relacionado con Jeon Jeongguk?” 

“¿Hay algo en tu vida en este momento que no esté relacionado a Darth Jeon?” 

Algunos Chicos Muerden [KookMin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora