Capitulo 7

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Kirishima

Abro los ojos. Despierto encima de pasto y hojas secas, arriba de mi cabeza, hay un techo hecho con ramas, bambú y cubierto con varias hojas verdes encima, el sol entra por los pequeños agujeros del techo, reflejando luces redondas en el piso. Me incorporo y quiebro las hojas secas que hay debajo, suspiro, siento picazón en mi espalda y cuando me rasco, me percato de las alas y salto, golpeándome la cabeza en el techo. También muevo mi cola, es incómodo y aterrador al mismo tiempo, sin mencionar las pocas escamas que sentía en mi piel, por supuesto, me asusté con los cuernos cuando los toqué.

Vagos recuerdos de lo sucedido anteriormente vinieron a mi mente, cuando me acordé de la situación en la que estaba Bakugo, mi respiración se agitó. ¡Bakugo! Debo buscarlo y confirmar que esté bien.

—Finalmente despiertas, cabello de mierda—mencionó Bakugo. Él estaba afuera de la choza donde había dormido, sostenía una rama seca en sus manos, la estaba usando para aplastar varias semillas en una roca. Sentado, como si nada, se mantuvo haciendo eso sin mirarme en ningún momento.

—¿Dónde estoy?—pregunté. Salí del lugar y mi cola destruye parte del techo de la choza, me siento mal por eso, intento remediarlo, pero mis alas estorban, me tropiezo y caigo al suelo. Bakugo ríe.

—Estás de buen humor—dijo. Aún seguía sin mirarme, no estoy seguro si es por mi apariencia que no lo hace o porque le parezco demasiado ridículo como para verme.

—Cuando te desmayaste, te cargué en mi espalda y caminé toda la noche hasta encontrar este lugar. No me malinterpretes, salvaste mi vida, ahora pago mi deuda contigo—explicó. No podía creerlo, Bakugo me cargó toda la noche hasta aquí, ¿por qué haría algo así?, aunque haya salvado su vida, él es un Elegido y yo soy un dragón, deberíamos ser enemigos.

—¿Por qué me ayudaste?, debiste matarme en el momento en que supiste que era un dragón—dije.
—No eres un dragón—interrumpió. —Eres un Elegido, me salvaste la vida y ahora devuelvo el favor, eso es todo, aunque te hayas transformado en un dragón, eso no quiere decir que seas uno.
—Pero, ¿qué pasó con la aldea?, debemos confirmar si todos están bien, no necesitas cuidarme, aunque lo agradezco, como Elegido, tenías una misión.
—¡Lo sé! Deja de hablar y come, la aldea no importa, todos están bien, así que, olvídalo—Bakugo sirve en un tazón de barro las semillas que estaba aplastando y me lo ofrece.
—¡Esto no tiene sentido! ¿Qué vas a hacer ahora?, mi nueva apariencia es mi problema, pero, no puedo dejar las cosas así, ni siquiera se cómo estás tú, tienes heridas en todo el cuerpo, debiste pensar en ti primero, no en mi. La aldea, todo, necesito saber si están bien.
Mi voz se quebró al final, no pude contener las lágrimas, me sentía frustrado.

Bakugo por fin me mira, hace una mueca y coloca el tazón frente a mi. No digo nada, estoy conteniendo el llanto, él se da cuenta, no le da importancia, se levanta y empieza a caminar. Mis ojos se agrandan, no puedo creer que me ignore, tenso la mandíbula y golpeo el árbol que está más cerca.

—¡Di algo!—grito.
—¿Qué quieres que diga?—responde en voz baja. —No voy a sentir lástima de un dragón, y mucho menos de un Elegido con una mente tan débil. Realmente me da igual lo que pienses, solo estoy pagando mi deuda, ¿acaso es tan difícil entenderlo?, aún tengo ganas de matarte, pero en cambio, ahora te debo mi vida, por eso, no tienes derecho a sentirte frustrado, porque soy yo quién debería sentirse así.
—Entiendo, si no vas a hacer nada, entonces yo lo haré.
—¡Espera! ¿Qué haces?—exclamó Bakugo al ver que aceleraba el paso y me iba.
—¡Regresaré a la aldea!

Bakugo rechina los dientes, enciende su fuego y me sigue, acelero el paso, pero logra atraparme y me golpea. Intento defenderme, pero él me sujeta, entonces lo muerdo, me suelta y logro escapar. Bakugo arruga la nariz, desesperado, arranca la cuerda con la que había amarrado el techo y la lanza en dirección a mis pies, me percato, pero no puedo evadir la cuerda, Bakugo logra amarrar mis pies y me jala con fuerza, me arrastro por el piso, intento aferrarme al suelo, pero solo consigo agarrar arena, Bakugo me arrastra hacia él y justo cuando estoy por debajo de sus piernas, aprovecho que está cerca y le lanzo arena en los ojos, Bakugo sacude la cabeza luego de quejarse y quito la cuerda de mis pies para empezar a correr.
Muevo mis alas con la esperanza de poder volar, al parecer es imposible sincronizar algo en mi cuerpo, incluso mi cola no responde como quisiera. Sigo corriendo, me tropiezo y caigo en la orilla de un lago, toco mi brazo, hay espinas y pica demasiado. Escucho los pasos de Bakugo. El fuego en mis brazos se enciende y avanzo un paso. Bakugo me mira por encima del hombro, arquea una ceja y sonríe.

Discretion (fanfic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora