Capitulo 11

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Kirishima

Después de nadar un rato, decidí buscar algunas semillas y regresar a la choza. Al menos debería ayudar en algo. Coloco las semillas cerca de una roca y busco el tazón de barro. De pronto, escucho pasos acercándose, volteo y resulta que es Bakugo. Tiene heridas recientes, debió encontrarse con algún enemigo. Lo inspecciono con la mirada.

—Bonita espada—menciono luego de notar que la traía en su espalda.
—Debemos regresar—dijo.
—¿Qué?, ¿a dónde?—sacudo la cabeza.
—A la aldea, con los demás.
—¡Pero sigo teniendo esta forma!—abro mis alas.
—Eso ya no importa, con este poder, puede que ganemos la batalla.
—¿Esa espada?—la señalo.
—Así es, no hace falta seguir ocultándonos, con tu forma y mi espada, podremos destruir las sombras.
—No lo entiendo, tanto que insistías con quedarnos y ahora quieres pelear, ¿sucedió algo?—me acerqué preocupado y puse la mano en su hombro, Bakugo no dijo nada, me apartó de forma grosera e indeciso miró la espada que sostenía en sus manos. Muerde su labio inferior y suspira.

—No deberías tomar decisiones precipitadas, joven Elegido—una anciana apareció de la nada detrás de nosotros, mientras sostenía una máscara rota en sus manos, nunca antes la había visto, pero juzgando su vestimenta, debe ser una Elegida importante.
—¿Quién eres?, ¿cómo nos encontraste?—interrogó Bakugo luego de estirar su brazo frente a mi como si pretendiera protegerme de ella.
La anciana mostró una sonrisa y sacudió su cabeza, ella se inclina un poco, se sienta sobre un tronco cercano y deja la máscara a un lado.

El tiempo se detuvo para una melodía de supervivencia, pasaron los días y nadie agotó su paciencia, sincronizados en la misma sintonía, la canción para ellos nunca terminó. Inconscientes del tiempo. La situación no cambió. Lo que es verdadero para el amor, es verdadero ante los ojos del mundo.

La anciana comenzó a cantar, miro a Bakugo y le hago un gesto para que relaje su brazo y me permita acercarme a la desconocida, hace caso, indignado se aparta y amenaza a la pobre vieja con la mirada. Ladeo la cabeza por eso y me siento junto a ella.

—¿Es usted parte de los Sabios Elegidos?—pregunté.
La anciana me mira de reojo y luego ve a Bakugo. —Si, estoy aquí porque cometí un error, aún cuando sabía que el Gran Elegido mentía, no tuve más opción que seguir su juego.
—¿A qué se refiere?—muevo mi cola con inquietud.
—Hay una verdad que no puedo decirles, al menos no todavía.
—Al grano—interrumpió Bakugo.
—En estos momentos está ocurriendo una tragedia, los Elegidos, las sombras y los dragones están luchando a muerte, sin mencionar a los Anti-Elegidos que también aparecieron para unirse a la pelea. Todo es un desastre. Y Marion... Él intentó matarme.
—¡No puede ser! Bakugo, tienes razón, debemos volver.
—¡No!—interrumpió la anciana. —Ustedes aún no son fuertes, si van ahora, morirán al instante.
—Entonces, ¿nos quedamos de brazos cruzados sin hacer nada?, mientras la gente muere y las sombras lo destruyen todo, ¿eso quieres?—replicó Bakugo.
—Nada cambiaría si mueren en vano—respondió la anciana.
Bakugo chasquea los dientes y no dice nada.
—¿Qué hacemos?, por favor dígannos—pregunté en voz baja.
—Yo los haré fuertes, lo suficiente para que sean capaces de superar cualquier cosa, dragones, sombras, elegidos y anti-elegidos. Todo.
La anciana mira la espada que sostiene Bakugo, cambia a una expresión más seria, cierra los ojos y suspira.
—Está bien—dijo Bakugo. —Conviértanos en el arma que necesita este mundo para detener la guerra.
Sobresalto al escucharlo decir eso, lo miro y cambio mi expresión a una más seria.
—Me alegra la motivación, pero, tendré que pedirles algo esencial para que esto funcione, de lo contrario, ninguno de los dos podrá ser más fuerte—explicó la anciana.
—¿Qué es?—preguntó Bakugo.
—Los dos tendrán que separarse durante dos años para descubrirlo.

Sentí una punzada en el pecho, pedir que nos separemos es sospechoso, además, dos años es demasiado, para entonces la aldea podría estar desaparecida, incluso mis padres podrían estar muertos, no confío en esta mujer, es muy arriesgado.

—Está bien—dijo Bakugo. —Me separaré de Kirishima.
Mis ojos se agrandaron, mi respiración se volvió inestable. Desde que conocí a Bakugo, nunca imaginé un camino sin él, lo admiro, lo envidio y también... Lo amo. ¿Cómo podría separarme de él?, siempre pensé que enfrentaríamos la guerra juntos. Si él está de acuerdo con eso, no puedo hacer nada, pero... No quiero, no tiene sentido. Presiono mis puños con fuerza, aprieto mis dientes. Simplemente no quiero. No así.

—Separados podrán encontrar su camino, se concentrarán mejor en su fuerza y cada uno, descubrirá la verdad que necesitan para enfrentar lo que se avecina, lo que está pasando ahora ni siquiera se compara con lo que sucederá, por eso, si desafían el destino ahora, serán capaces de cambiar el futuro. Yo aún sigo creyendo, que el amor es capaz de cambiar el odio en el mundo.

La anciana dijo eso, después se puso de pie, sacudió su máscara y luego de acercarse a Bakugo, se la ofreció. Bakugo miró el objeto y lo tomó entre sus manos, la anciana sonrió.

—Veo un gran líder, liderando un gran ejército, pero más que nada, veo un gran líder, liderando su corazón—le dijo.

Mi garganta está torturándome, no puedo llorar y tampoco puedo quejarme, ¿qué debería hacer?, incluso si intentara evitar todo esto, no tendría sentido. La anciana tiene razón, juntos no hemos hecho nada, pero solos podríamos hacer algo, quizás es porque nos sentimos conformes con tal de tenernos el uno con el otro y debido a eso, hemos olvidado todo lo que nos rodea. Siempre fingiendo estar preocupado por la aldea, cuando realmente me sentía feliz por simplemente estar al lado de Bakugo. Qué patético.

—Verdad esto, verdad aquello, siendo sincero no entiendo nada, pero si es así como debe ser, entonces lo haré—solté sin mirar a ninguno de los dos. Bakugo ni se inmutó.

* * *

Bakugo

No puedo creer que le haya creído tan rápido a esa maldita anciana, pero algo en mí, me obligó a confiar en ella. Dijo que nos haría fuertes si me separaba de Kirishima. Esa vieja explica todo a medias, pero no puedo negar que hay lógica en lo que ella piensa, han pasado muchas cosas últimamente y Kirishima seguirá en peligro si continúo enfocado con protegerlo, ese maldito cabello de mierda... Podría incluso ser más fuerte que yo, pero conmigo a su lado, él jamás lo será. Si me arriesgo a intentar algo tan increíble como esto, es porque no tengo otra esperanza más que esta oportunidad, si quiero la paz en el mundo, será para estar junto a este bastardo.

Es de madrugada, Kirishima continúa durmiendo, se acurruca en las alas y su cola, hace bastante frío, pero la anciana dejó encendida una fogata que no se apagará hasta el amanecer. La vieja me está esperando, me abrigo, pero antes de irme, me detengo un instante para seguir observando a Kirishima, no nos veremos hasta dentro de dos años, será mejor que recuerde bien su cara de tonto.

Me acerco cuidadosamente, me inclino hacia su rostro, acaricio su cabello, bajo la mano hasta su rostro y muerdo mi labio inferior, bajo la mirada, una lágrima cae sobre su mejilla, me inclino un poco más hasta tocar mis labios con los suyos, un ligero beso de despedida fue lo último que decidí recordar de ahora en adelante. Susurré unas palabras cerca de su oído, me levanté, me alejé lo suficiente y caminé junto a la anciana, evité mirar atrás, no podía verlo, en verdad lo siento, Eijiro.

* * *

Kirishima

Estoy en medio de un campo de lavanda, de alguna manera desperté en este lugar, cuando llevé la vista al frente, vi la espalda de Bakugo alejarse, empecé a correr para alcanzarlo, cuando logré agarrar su muñeca, él volteó y sin pensarlo, salté para abrazarlo y ambos caímos al suelo, Bakugo estaba sorprendido, pero no pude evitarlo, sonriendo le dije todo lo que sentía.

—¡Por favor no te vayas! Olvida todo y quédate conmigo, me da igual, me da igual... me da igual—sin darme cuenta estaba llorando, me sentía tan patético, no poder sacrificarme como él lo hizo, por eso lo admiro tanto, por eso quisiera ser como él.

Lástima que todo fue un sueño, cuando desperté, me encontraba solo en la choza, la fogata se había apagado, olía a cenizas, tenía frío, mis alas, mi cola, habían desaparecido, incluso mis cuernos, todo, no puedo creer que justo ahora, dejara por completo de ser un dragón. En el peor de los momentos. ¡Maldición!

Continuará.

Discretion (fanfic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora