Mi Vecino┊͙ YeonBin! ₍ ᶻᶻᶻ [ᴛxᴛ] ˊˎ

📖·˚07 ༘ ᴍɪ ᴠᴇᴄɪɴᴏ┊͙ ʏᴇᴏɴʙɪɴ! ₍ ᶻᶻᶻ [ᴛxᴛ] ˊˎ

Soobin se presentó a la oferta de trabajo para dar clases de matemáticas. En un edificio muy bonito y lujoso que contaba con portero físico y seguridad las veinticuatro horas.

Nada más llegar, notó que el portero , era un hombre de unos cincuenta años, calvo y regordete.

- ¡Hola niño!, ¿a quién buscas?

-Vengo a ver a Seo JiGu, es por lo del trabajo para dar clases de matemáticas.

-Ah sí, claro, algo me comentó. Han venido unos cuantos ya. Vamos a ver si tienes suerte -dijo con una afable sonrisa, su actitud inquisitiva de antes se había esfumado por completo-. Es en la tercera planta, letra B. Les llamaré para anunciarte.

-Gracias

SooBin subió, se notaba gente de dinero pues no entendía tanta ceremonia para ver a un simple maestro.

¡Qué cosas tienen los ricos! -pensó.

Cuando llegó al piso se encontró con una espléndida vivienda llena de luz y hermosamente decorada con un estilo muy elegante. Muebles de madera, lámparas de araña, moqueta suave, todo muy fino, pero sin caer en la vulgaridad ni la ostentación.

-Hola, querido. Soy Jiwoo , la madre de JiGu, el chico que necesita las clases de refuerzo.

-Buenas tardes, señora. Me llamo SooBin .

-Sí, he visto tu currículo esta mañana: cuatro años en matemáticas, matrícula de honor, becado ¡vaya, es impresionante! -sonrió satisfecha.

Era guapa, de edad madura, muy refinada y educada.

- ¿Cuándo te gustaría empezar?

-Pues cuando guste, pensé que tenía que ver a más gente.

-He visto a varios chicos, pero ninguna tiene tu currículo, con que por mí no hay nada que objetar. Además, el primero en defenderte ha sido mi marido, es un hombre muy exigente y nada más ver tu cv dijo que te quería a ti.

-Vaya, pues se lo agradezco de verdad. Necesito mucho este trabajo.

-Pues no se hable más. Empezarás mañana, ¿te parece?

- ¡Sí, estupendo!

SooBin salió radiante de la entrevista, ¡qué amable era su jefa! Estaba seguro de que le iría genial, tan sólo le faltaba conocer a JiGu, esperaba que no fuera uno de esos niños estúpidos e insoportable. Tenía dieciséis años, estaba en la edad de los pavos, no podía tener muchas esperanzas en que fuera manejable, pero por su propio bien le valdría que consiguiera durar en aquel trabajo, tenía que ganar dinero, reunir el dinero extra que le hacían falta para cubrir el repentino aumento anual que le exigía su casero, eso o se buscaba otro sitio, pero sabía que todo estaba por las nubes, y a pesar de lo lúgubre que era aquel edificio en el que vivía, no encontraría otro más barato en toda la ciudad.